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Ñam ñam rico toxico mmm! ¿Qué me puedes dar un poquito más?1 |
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Sandra Campos2 | |||||||||||||
![]() Querido Hipócrates, soy una madre del 2013 en tiempos de recolocación mental gracias a la crisis integral global que estamos viviendo, tanto la inventada, es decir la financiera, como la real provocada por el resquebrajamiento ambiental y de las virtudes… hace más de 2.000 años dijiste que: “la enfermedad era la consecuencia de factores ambientales, la dieta y los hábitos de vida”. Parece que lo hubieras escrito para nuestra época, lástima que no te hacemos mucho caso. Quiero que sepas que aquella frase tuya: “Que tu alimento sea tu medicina” en el tiempo en que estoy viviendo, cada día es más actual, porque hoy por hoy, gran parte de nuestro alimento diario se ha ido volviendo nuestro toxico veneno. Imagínate que los humanos hemos construido un modelo de vida un poco “raro” especialmente a partir de 1960, cuando hicieron servir intensivamente el petróleo como energía fósil; Un modelo de vida basado en el consumo irresponsable, el desecho acelerado - bien por obsolescencia planificada o por obsolescencia imaginada-3, el individualismo egotista, la competencia sin límites; Un modelo de vida que contamina el planeta, acaba con cientos de especies cada año, que apaga miles de vidas humanas prematuramente, bien por efecto de la guerra, el hambre, las enfermedades, la violencia y ahora también por falta de agua; Y como si fuera poco, un afán de lucro a costa de los otros y de la estabilidad del planeta, pero lo más duro, de esta historia que te explico, es que la mayoría de nosotros lo vemos como “lo normal”. No quiero ahora describirte todo el modelo porque sería un escrito muy largo, pero si quiero comentarte, por ejemplo, que el descubrimiento del petróleo llevo a los humanos a desarrollar toda suerte de maquinarias y tecnologías con las cuales fue sustituyendo, entre otras, la manera como el hombre y la mujer venían desarrollando su actividad agrícola. La razón que nos vendieron para justificar la tecnificación del campo, era aumentar la producción para lograr disminuir el hambre que padece cada día una gran parte de la humanidad, pero eso no era verdad, en la medida que fueron pasando las décadas, la población que ha venido padeciendo y muriendo de hambre se ha ido incrementando en todo el mundo, ¿sabes que hoy día mueren alrededor de 30.000 personas diariamente de hambre o por sus secuelas en nuestro planeta? Mientras la industria alimenticia multiplica sus millones de utilidades y otros desechan los alimentos en las cocinas de sus casas, restaurantes y supermercados en porcentajes indecibles. La razón que realmente acompañaba la tecnificación del campo era acelerar la producción para poder incrementar las ventas y así generar más utilidades a los propietarios de los capitales e inversionistas, porque cada ciclo de inversión, producción, consumo- inversión, producción consumo va dejando más utilidades, por lo tanto, entre más rápido se dé el ciclo, más rápido se obtienen ganancias y la ruleta sigue jugando sin parar. Este tipo de agricultura trajo los monocultivos, los cuales fueron acabando con los ecosistemas naturales y por tanto aparecieron las “plagas” que atacaban estos monocultivos generando “la necesidad” de aplicarles pesticidas, para salvaguárdalos de los ataques de dichas plagas, solo que, esos pesticidas entran en las plantas, llegan, se quedan en sus frutos, que luego comemos y a través de nuestro sistema digestivo, pasan a la sangre de donde van a cada una de nuestras células, ¿así que adivina a donde van a parar todos esos tóxicos? Si evidentemente, a cada una de nuestras células en donde se van acumulando hasta degenerar con el tiempo en enfermedades, que no solo afectan a los adultos, sino que también están afectando a nuestro niños, niñas y jóvenes como antes no sucedía. No contentos con los pesticidas, vieron que era buen negocio abrir mercados globales y vender las cosas a grandes distancias, como por ejemplo manzanas y tomates de ultramar, cuando aquí cultivamos manzanas y tomates, es decir, inicialmente la necesidad de importarlos no existía, pero crearon la falsa necesidad de consumirlos, a través de la publicidad y de la idea de tener ciertos tipos de consumo que mostraran a todos los demás, que las personas formaban parte de los “no excluidos”, ¿a quién le agrada sentirse excluido? Así que acabamos consumiendo lo que no necesitábamos. De otra parte para que los alimentos resistieran los largos viajes por barco o avión, necesitaron hacerles las pieles más duras, para lo cual aprovecharon la tecnología transgénica, que consistió en trasladas genes de un ser vivo a otro, trasladando así ciertas propiedades requeridas del uno al otro, por ejemplo, a algunos tomates transgénicos les agregaron un gen de la escama de pez para que fueran más fuertes por fuera y resistieran todo el viaje sin dañar su aspecto externo, ¡aj!, ¡puaj! de solo pensar en comer tomate con escama de pescado me quita el apetito, pero esto está pasando. Finalmente, para mantener de buena apariencia y frescor los alimentos, sin importar al final su contenido que es el que realmente alimenta, los han procesado industrialmente y les han agregado una cantidad de aditivos artificiales que si te hago la lista te desmayas, pero por decirte algunos – si la encuentras larga pasa al final de mi escrito-: COLORANTES: EDULCORANTES: CONSERVANTES: POTENCIADORES DE SABOR: ANTIOXIDANTES: ESTABILIZANTES: Puff!!! Bueno, paro aquí porque esto sería interminable y ya seguro te tengo mareado, pero te imaginas Hipócrates, si nuestra salud es lo que comemos, como queremos estar bien comiéndonos ese montón de químicos, conservantes, colorantes, olorantes… todo artificial, más las mutaciones transgénicas, más los pesticidas Arggg... por dios nos estamos intoxicando nosotros solos sin que nadie nos obligue por falta de conocimiento y de consciencia, el resultado enfermedades crónicas desde muy temprana edad, niños /niñas incluidos, alergias, asmas, intolerancias, canceres, infartos… Solución sí que hay, debemos cambiar ya los hábitos y las rutinas de lo que comemos y le damos de comer a nuestros hijos e hijas, lo que le va bien a nuestro organismo son las cosas naturales, no alteradas, orgánicas, sin químicos, los organismos humanos están diseñados naturalmente para consumir lo que se produce en la parte de la tierra donde se encuentran, por tanto el consumo en resumen debe ser de cosas orgánicas, naturales, locales y estacionales. Dirán algunos que es muy “caro” comer así, bueno lo era, ahora como el número de consumidores conscientes ha aumentado, la oferta también ha aumentado y los precios han bajado, incluso las tiendas tradicionalmente “Bio” que eran muy costosas se han visto obligadas a bajar sus precios para poder seguir presentes en el mercado. Es cuestión de construirse una rutina de lo que se compra y se consume, otra cosa importante a tener en cuenta es que alimentarse de manera sana y natural le provocara un ahorro importante a la economía de la familia en lo que respecta a los gastos de salud y las angustias que ella nos provoca cuando se “quiebra” máxime cuando son nuestros hijos quienes las padecen. Edición N° 00356 – Semana del 21 al 27 de Junio de 20131 De la serie “Cuentos para padres y madres antes de que se duerman” de Sandra Campos. 2 Advocada, Politòloga. Màster en projectes de ciutat de la Universitat de Barcelona. Directora de la Associació IMAGO www.imagocatalunya.org i Mare. |
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