Con el nombramiento de los ministros consejeros, el presidente de la República Juan Manuel Santos Calderón, terminó la conformación de su gabinete para iniciar el segundo período presidencial y esto ha causado desencanto en ciertos sectores ligados con la izquierda democrática que esperaba ver caras nuevas e independientes, cuando expresamente había manifestado que no concurriría al gabinete pues no aspiraba a ser parte del Gobierno y en cambio anunció públicamente que se mantendría en la oposición al Gobierno de Santos.

Como quedó el gabinete ha sido milimétricamente seleccionado para representar los intereses de la élite tradicional y los grupos económicos nacionales e internacionales profundizando la agenda económico-social iniciada a finales de los años ochenta. Sin lugar a dudas, el país nacional que subsiste más allá de las denominaciones partidistas, no encuentra cabida ni mucho menos representación en este selecto club de amigos recién recompensados por hacer parte de la plutocrática legión santista.

Es de vital importancia que el Ministerio del Trabajo promueva y defienda las libertades sindicales en Colombia, pero que además sancione sin titubeos el uso ilegal de los pactos colectivos y planes de beneficios, y juegue un papel importante en la discusión sobre el derecho de huelga en el país y en la reparación colectiva al movimiento sindical.

Uno de los principales objetivos del proceso de paz es que los miembros de las guerrillas cambien “las balas por votos”. En efecto, el ideal de un proceso de paz es que las limitaciones del sistema político que alguna vez justificaron la violencia sean enfrentadas, y que los canales de participación pacífica en contextos de discusión democrática sean los únicos medios disponibles para tramitar las diferencias.

La paz no está a la vuelta de la esquina, pues de todos es conocido que los cuatro acuerdos parciales se han firmado en el entendido que cada uno de ellos tiene puntos de desacuerdo que están en la “carpeta de los pendientes”, a la espera de retomarlos. Asuntos como las zonas de reserva campesina, Asamblea Constituyente o Referendo, garantías políticas para la participación política, justicia transicional para los jefes máximos de las FARC, forman parte, entre otros, de los grandes desacuerdos aún por resolver.

El Foro Nacional para Víctimas intentó ser saboteado deliberadamente por sectores que están en contra de las negociaciones de La Habana, que desean dividir a las víctimas y retroceder la discusión ya ganada; es por  hecho victimizante que la víctima adquiere su condición y no por quienes hayan sido sus victimarios y mucho menos si el victimario es considerado o no como un actor político.

No podemos estar llenos de tantas buenas intenciones. Se requieren acciones ciudadanas contundentes. Las autoridades tienen que hablar sin pelos en la lengua y descubrir, de una vez por todas, quiénes desde los tiempos del gobernador expresidente dieron nacimiento y carta blanca a estos procederes, con la tristemente célebre fórmula de las “Convivir”.

Cuando a las 5:30 de la mañana recibí la llamada de mi hermano David diciéndome aterrado que habían asesinado a Jaime Garzón, no pude contener el llanto y el reproche de no haber actuado más enérgicamente en la realización del plan de salvamento que yo le había propuesto. Recordé con cariño los momentos en que la vida me había puesto en contacto con éste ser maravilloso, noble y buen amigo que había sido Jaime Garzón.

El encuentro departamental del nodo de Planeación Local y Presupuestación Participativa en Antioquia, se pensó como un espacio para intercambiar las visiones y posiciones de sus integrantes respecto a la importancia de asumir el tema de paz como elemento central del próximo encuentro nacional de la Red, en el mes de noviembre. Los presupuestos participativos tienen en su naturaleza una visión del desarrollo, de la participación y de la democracia local.

El mundo moderno desestimula las conexiones, tejernos en lo social, los individuos se repliegan sobre sí mismo en la privación del mundo sensorial, quedan hombres insípidos, carentes de sentimientos, sin un destino común para compartir. Es un cuerpo individual y no colectivo, el diseño del espacio es para el mercado, no convoca a la reunión, al estar juntos, es para sólo pasar rápido y veloz.