¿Qué es la paz territorial?

 
Hablar de paz territorial, enfatizar en lo “territorial”, evidencia una grave falla estructural que Colombia ha sufrido durante toda su existencia con algunas excepciones históricas cortas y mal implementadas: un centralismo agudo y torpe que ha ocasionado muchos de nuestros problemas, entre estos varios conflictos violentos.
 
Álvaro González Uribe
 
Abogado, columnista y escritor – @alvarogonzalezu
 
 

¿Por qué se habla tanto de “paz territorial” si es lógico que la paz debe darse en el territorio?

La acepción de territorio contenida en el concepto “paz territorial” alude a los territorios que componen a Colombia, es decir, a las regiones. Esto, en contraposición –por decirlo de alguna manera- a la capital, Bogotá, y también en parte a las grandes ciudades. Se trata de reconocer que la guerra se vive materialmente en las regiones, en especial en las más apartadas, y que es un grave error hablar de paz solo en y desde Bogotá donde están las sedes de los poderes públicos y se toman las decisiones nacionales.

La paz no se puede decretar desde Bogotá. No es posible irradiar la paz desde la capital hacia las regiones y rincones de Colombia. La paz no es “comuníquese y cúmplase”. En las regiones nacen los conflictos y es allí donde deben tratarse para finalizarlos. ¿Por qué hablo de Bogotá si la paz –al menos con las Farc- se está acordando en La Habana? Porque las directrices y la política del proceso se generan en la capital y allí se implementarán legalmente los acuerdos.

Precisamente hablar de paz territorial, enfatizar en lo “territorial”, evidencia una grave falla estructural que Colombia ha sufrido durante toda su existencia con algunas excepciones históricas cortas y mal implementadas: un centralismo agudo y torpe que ha ocasionado muchos de nuestros problemas, entre estos varios conflictos violentos.

Desde la fría sabana de Bogotá no se pueden comprender los cientos de fenómenos de esta Colombia tan grande y diversa, y, por tanto, jamás se pueden dar las soluciones adecuadas. Ni la representación regional del Congreso ni tener altos funcionarios nacionales oriundos de las regiones ayudan al entendimiento de los territorios. Tampoco sirven las visitas que a las regiones hacen los funcionarios nacionales disfrazados de poncho o ruana bajo un sombrero.

Cuando se hacen los cálculos sobre cuáles ministros son de una u otra región buscando un tal “equilibrio” o “representatividad” me parece un ejercicio inocuo, porque eso jamás se traduce en beneficios para la región de cada uno. El asesinado gobernador Guillermo Gaviria Correa decía que el centralismo es un virus que contagia a los funcionarios provincianos que se aposentan en Bogotá.

La dificultad se basa en que Colombia es un país de regiones muy diferentes entre sí en aspectos geográficos, económicos y culturales. Cuando por desgracia hay conflictos violentos, esos aspectos diversos se traducen en conflictos violentos igualmente diversos.

A veces esos conflictos se quedan y alimentan en la región donde nacen, y a veces se expanden a otras regiones hasta decirse que son nacionales. Sin embargo, así se dé en el lugar más recóndito y pequeño, cada conflicto es un conflicto violento que ocurre en Colombia y que debe interesar a todos, no solo por solidaridad, sino porque tarde o temprano, y de una u otra manera, nos resulta alcanzando a todos.

Si bien es cierto las Farc tienen una suerte de presencia seminacional y un mando unificado, sus frentes están afincados en diferentes territorios en donde los conflictos que protagonizan por la vía armada tienen sus propias raíces y características, al igual que por supuesto han tenido y tienen sus propias destrucciones y dolores, sus propias víctimas. El conflicto de cada territorio tiene dos improntas: la nacional y la local. Y algo clave para su comprensión: en la local no hay Santos ni Uribe, solo hay ausencia histórica de Estado.

Así pues, como cada territorio tiene su conflicto así tenga elementos nacionales, cada territorio debe tener su propio proceso de paz que vendrá luego del gran acuerdo nacional. Ese proceso de paz territorial no es otra cosa que el posconflicto cuya hoja de ruta será el cumplimiento de los acuerdos de La Habana.

Esa es la forma de lograr una paz duradera y sostenible: un nuevo sistema que propicie un despliegue óptimo, equitativo y pertinente del Estado en todas las regiones y rincones del territorio nacional. En una frase: urge un ordenamiento territorial integral para Colombia.

Edición 505 – Semana del 29 de Julio al 4 de Agosto de 2016
   
 
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