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¿Marchar contra Uribe?
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El 2 de diciembre hay que salir a marchar contra aquellos que se oponen al fin del conflicto armado, a la construcción de una paz estable y duradera y que buscan, a toda costa, eliminar, simbólica y físicamente, a indígenas, afros y campesinos. Uribe es apenas un eslabón en esa larga cadena de empresarios que buscan perpetuar la guerra. |
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Germán Ayala Osorio |
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Comunicador social y politólogo |
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Se ventila en varias redes sociales que el 2 de diciembre habrá –habría– una Marcha contra Uribe Vélez. La invitación se da en medio de la pugnacidad entre quienes aún defienden “su obra de gobierno” y sus ideas políticas, y quienes insistimos en develar los daños1 que Uribe le hizo y le hace aún al país. Debo, eso sí, recomendar a quienes convocan y apoyan la iniciativa, que la Marcha no debe enfocarse en los “huesitos y las carnitas” del Senador y ganadero, sino en lo que éste representa. Con esa precisión, la Marcha podría ganar más simpatizantes y marchantes, en la medida en que la figura política despierta simpatías, odios y miedos, lo que podría hacerla fracasar. Y para que ello no ocurra, quienes convocan a Marchar contra Uribe, deben hacer un listado de los temas y asuntos públicos que, atravesados por el actuar político del señalado político y latifundista, ponen en evidencia el país premoderno, violento y conservador que defiende Uribe y los sectores de poder que él representa. Así entonces, la Marcha del 2 de diciembre debe centrarse en el rechazo al proyecto de país que sectores de poder político y económico insisten en mantener, usando la vigencia política2 de Uribe3, su mesianismo, combatividad y su interés de regresar al poder político, así sea en “cuerpo ajeno”. Uribe Vélez, como enemigo de la paz4 y la reconciliación, niega la existencia del conflicto armado interno. Su tesis negacionista5 sirve a los propósitos de quienes buscan ocultar que el proyecto paramilitar sirvió a los intereses económicos de agroindustriales, azucareros, ganaderos, empresas mineras, multinacionales y nacionales, entre otros, que de tiempo atrás expulsan de sus territorios a indígenas, afrocolombianos y campesinos, para imponer allí el modelo de la plantación. Hay que Marchar este 2 de diciembre contra la vigencia del fenómeno paramilitar y contra los efectos sociales, económicos, políticos y culturales que dejó a lo largo y ancho del país. En especial, en sectores rurales y urbanos. Sumado a lo anterior, hay que Marchar en contra de las prácticas de producción económica en las que cree Uribe Vélez, convertidas en únicas y hegemónicas actividades, a las que se oponen los proyectos de vida de afros, indígenas y campesinos: la ganadería extensiva, el monocultivo y la gran minería a cielo abierto. Varias de esas prácticas y actividades antrópicas, están ancladas en el latifundio como único modelo viable para el país. Así entonces, hay que salir a Marchar contra el debilitamiento de la institucionalidad estatal, en particular, la ambiental, durante los ocho años en los que Uribe Vélez mandó en Colombia. El problema que afronta el país no es Uribe como persona e individuo, sino lo que él representa como Macho6, político, latifundista y ganadero. Nunca antes en un presidente, ex presidente y senador, confluyeron y confluyen tantos asuntos problemáticos para una sociedad y un Estado que se resisten a mantenerse en la más oscura premodernidad y precariedad de sus procesos civilizatorios. Igualmente, hay que salir a marchar este 2 de diciembre, contra los Medios masivos7 y los periodistas que hicieron de Uribe el Mesías que el país estaba esperando. Sin duda, el político antioqueño es una invención mediática8. Su vigencia política se explica porque hay sectores sociales que simpatizan con su procacidad, su vulgaridad y ese carácter de “Macho frentero”, asociado antropológicamente a esa subcultura arriera que tanta admiración despierta en muchos colombianos. Por todo lo anterior, el 2 de diciembre hay que salir a marchar contra aquellos que se oponen al fin del conflicto armado, a la construcción de una paz estable y duradera y que buscan, a toda costa, eliminar, simbólica y físicamente, a indígenas, afros y campesinos. Uribe es apenas un eslabón en esa larga cadena de empresarios que buscan perpetuar la guerra. Adenda: me uno al llamado y a las precisiones que hace el columnista de El Espectador, Jorge Gómez Pinilla, en su columna “La marcha contra Uribe es para salvar la paz”; igualmente, agradezco el haberme mencionado en el sentido en el que lo hizo en su texto de opinión. 3 Véase: ¿Por qué no cae Uribe Vélez? 6 Véase: “Lenguaje, testosterona y política”; “Ordóñez, Palomino, Pretel, Otálora y Montealegre: sepultureros de la institucionalidad” 7 Véase: “RCN: el courrier de Palacio”; “Un Nuevo Periodismo” | |||||||||||||
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