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Memoria sí, olvido no |
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“Yo no sé qué decir, si eran guerrilla o eran paras, o eran soldados, ahí uno no sabe nada, porque usted debe saber que los soldados también cometen barbaridades, eso lo hemos sabido siempre. Entonces ahí yo no sé lo único que le sé decir es que fui violada como por diez o quince tipos de esos, delante de mi niño. Y mi niño por eso tiene ese trauma, hace 20 años, porque a mí me violentaron delante de él”. |
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Álvaro Ortiz Ramos |
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Justo el día en el que nos solidarizamos con los miles de víctimas del conflicto en Colombia, justo ese día, el flamante presidente de Colombia les falló…dejó plantados a cientos, miles, de indígenas en Caldono – Cauca que lo esperaban para “conversar” –solo eso– sobre la deuda que por años el Estado tiene con ellos. Por eso digo que le falló a las víctimas, pues los indígenas, los afrodescendientes y los campesinos, son víctimas directas del olvido y la inoperancia de este Estado paquidérmico. Vale decir que la negativa de Uribe, perdón, Duque, para no asistir al encuentro con los líderes indígenas en el lugar acordado por ellos –víctimas– se orquestó desde la Fiscalía cuando en un acto paranoico el muy cuestionado Fiscal –hay que decirlo– Néstor Humberto Martínez, denunció un plan para atentar contra el presidente. “Algunos grupos armados organizados que se han infiltrado en este movimiento social e indígena quisieran desarrollar un acto terrorista que podría afectar la seguridad del propio presidente de la República”. Este irresponsable anuncio precipito las cosas para que cerca de 12.000 indígenas que lo esperaban en el parque principal de Caldono – Cauca, vieran una vez más frustrado su deseo de dialogo con el gobierno nacional. Todo eso, parece ser, por puras inflexiones logísticas. Después de armado el zaperoco, finalmente Duque se reunió con algunos líderes en Caldono y señaló a través de las redes sociales: “Llegamos a Caldono, Cauca, a cumplir la palabra de reunirnos con dirigentes de comunidades indígenas. Nuestro Gobierno ha consensuado un acuerdo cumplible y fiscalmente responsable. Venimos a ser garantes de lo acordado”. El día de las victimas Bueno, dejemos de lado el bochornoso episodio protagonizado por la Casa de Nariño y concentrémonos en lo importante de este texto: las víctimas y su conmemoración. En efecto, el pasado 9 de abril en Colombia se conmemoró el “Día de la Memoria y Solidaridad con las Víctimas del Conflicto Armado”…una fecha importante en la que nos solidarizamos con quienes han tenido que padecer –obligados– los rigores de una guerra en la que se vieron involucrados por distintas razones. Recordemos que fue en el gobierno de Juan Manuel Santos que se aprobó la Ley 1448 de 20111: “La presente ley tiene por objeto establecer un conjunto de medidas judiciales, administrativas, sociales y económicas, individuales y colectivas, en beneficio de las víctimas de las violaciones contempladas en el artículo 3º de la presente ley, dentro de un marco de justicia transicional, que posibiliten hacer efectivo el goce de sus derechos a la verdad, la justicia y la reparación con garantía de no repetición, de modo que se reconozca su condición de víctimas y se dignifique a través de la materialización de sus derechos constitucionales”. Amenazas, desplazamiento forzado, violaciones, asesinatos y todo tipo de vejámenes han tenido que soportar cientos de colombianos que un buen día despertaron y amanecieron abrazados por el conflicto. El 9 fue un momento para recordar, recordar para que nada de esto vuelva a pasar. “Me siento liviana porque acabo de hablar, de contar esas cosas que me han pasado, me siento realizada y siento como que descansé de poder sacar todo ese dolor que sentía adentro. Saber que alguien lo escucha, sin juzgarlo, porque lo que ha pasado no es solamente la violencia con todos estos grupos, mire que ha habido violencia familiar y todo. Asumir todo eso y aguantar y tenerlo aquí dentro oprimido. No todos los días de la vida uno habla de lo que hablamos hoy. Yo desde que declaré allá, solamente declaré lo que fueron las muertes y todo eso, pero mi vida nunca, a mí nunca me preguntaron por mi vida”. Primavera, Arauca, 20072. “Yo no sé qué decir, si eran guerrilla o eran paras, o eran soldados, ahí uno no sabe nada, porque usted debe saber que los soldados también cometen barbaridades, eso lo hemos sabido siempre. Entonces ahí yo no sé lo único que le sé decir es que fui violada como por diez o quince tipos de esos, delante de mi niño. Y mi niño por eso tiene ese trauma, el que tiene hace 20 años, porque a mí me violentaron delante de él”.3 “Yo trabajaba en un carro de perros calientes en la parte urbana de un municipio del Urabá antioqueño. Tiempo antes de lo sucedido venían cobrando ‘vacunas’. Primero 20 mil pesos semanales y así, sucesivamente, la tarifa subió hasta que me cobraban 150 mil. Me iba muy bien en mi negocio; me hacía como 200 mil pesos por noche y por eso empecé a pagarles, para que me dejaran trabajar, pero luego cuando subió tanto ya no podía. Hubo un día en que me cansé de trabajar pa’ ellos y cuando fueron por la plata les dije que no les daba más. Y me dijeron: ‘no hay problema’, pero ¡qué va! Cuando iba en mi bicicleta para la casa me salieron tres hombres armados. Me pegaron cinco tiros. Las balas en la cabeza me dañaron dos glándulas y quedé sin poder tragar. Tuve un derrame cerebral y estuve en coma cuatro días y un mes en cuidados intensivos. Me alimentaron por sondas y es muy difícil para mí tragar todavía. Pasé de pesar 65 kilos a 49. Mi primer acercamiento al CICR fue para apoyo en las terapias físicas y de rehabilitación. Aparte del ataque, nosotros también tuvimos que huir del pueblo. Sacamos lo fácil de traer, la ropa, y nos escondimos con mucho miedo, esperando que absolutamente nadie llamara. Ahora ya llevo seis meses en Medellín, he recibido asistencia del CICR, pero sigo con miedo de que estos hombres me encuentren. Yo por allá no vuelvo. Lo que espero es recuperarme en la totalidad y volver a trabajar de nuevo acá en la ciudad”4. “Mi hermanita menor se agarró a llorar cuando esos hombres golpeaban a mi papá y ella se pegó de su pierna. A él lo mataron con ella agarrada. El impacto de las balas la tumbó al piso y ella quedó inconsciente y ensangrentada. Ella nunca superó eso, no habla, no pudo estudiar y es muy malgeniada y rebelde”, testimonio de niña de Montería. “Yo tenía 14 años y viajaba en un bus con mi mamá. En un retén los paramilitares lo pararon y nos bajaron a todos. Mi mamá me trataba de esconder, pero se dieron cuenta y empezaron a decirme que no fuera niñita. Yo tenía mucho miedo, me oriné en los pantalones. Al final nos dejaron ir… Y esto solo lo he contado hoy, casi 15 años después, porque me da vergüenza”, testimonio de un adulto de San Carlos. Así no la podríamos pasar llenando cuartillas y cuartillas de relatos desgarradores que confirman que la violencia en el marco del conflicto armado configura la máxima expresión de la abominación de la guerra. Una guerra que no distingue entre el género, la posición económica y mucho menos la edad. ¿Qué se está haciendo por las víctimas? En entrevista radial concedida a Uniminuto Radio, el director de la Unidad para las Víctimas, Ramón Rodríguez, informó sobre algunas de las labores que se están adelantando: “En estos momentos tenemos el registro único de víctimas, sigue abierto para hechos recientes, tenemos 8.785.305 víctimas, lo que corresponde al 18% de la población colombiana (…) venimos atendiendo a todos los componentes de la ley 1448, en las fases de atención, prevención, asistencia y reparación a las víctimas”5. También indicó que el presupuesto de la Unidad pasó de 1.8 billones en 2018 a 1.9 billones para este año y que han hecho inversiones por más de 14 billones de pesos en ayuda humanitaria con más de $5 billones, y $6 billones en pagos de indemnizaciones por reparación individual. Según Rodríguez, los principales departamentos que más número de víctimas tiene registradas principalmente por el hecho victimizante del desplazamiento forzado son: Cundinamarca, Antioquia, Santander, Chocó, Nariño y Norte de Santander; además de los menores que para el 2018 alcanzaron una cifra de 243 mil víctimas, 77.107 entre niños, niñas y adolescentes6. Lo cierto de todo es que desde que se sancionó la Ley de víctimas y se constituyó el “Día de la Memoria y Solidaridad con las Víctimas del Conflicto Armado” en 2011, la ciudadanía en todas las regiones, impulsadas por organizaciones defensoras de derechos humanos, alcaldías, universidades y otras instituciones educativas, cada año conmemoran con diversas actividades ese día especial para recordar los horrores que nunca debieron pasar y la bienvenida –con algunos obstáculos– de la paz que esta Colombia tanto necesita. Feliz Semana Santa. Edición 631 – Semana del 12 al 25 de abril de 20191 Ver: LEY 1448 DE 2011. 2 Relato tomado de “La verdad de las mujeres víctimas del conflicto armado en Colombia”. Tomo I. Ruta Pacífica de las Mujeres. 4 “Testimonios: las voces de las víctimas”. Comité Internacional de la Cruz Roja – CICR. 5 “La cifra de víctimas en Colombia ha disminuido”: Gobierno. Uniminuto Radio.
6 Recomiendo darles una mirada a dos importantes documentos de la Defensoría del Pueblo que, en el caso de los menores, analizan la crudeza de la guerra que los involucró: “El país de los niños olvidados: Víctimas de reclutamiento y utilización no reconocidos por el Sistema de Responsabilidad Penal Adolescente –SRPA”. Informe Defensorial: “Prevención del reclutamiento de niños, niñas y adolescente”. Análisis de la política pública con enfoque étnico. | |||||||||||||
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