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¿Qué es y por qué defender |
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Bajo el panorama actual de la propuesta del POT de Peñalosa, la urbanización de la EEP no solo se trata conflictos ambientales, sino de conflictos territoriales que subyacen tras una serie de ilegalidades e irregularidades para legitimar una gran operación de especulación inmobiliaria facilitada por el Distrito. |
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Giselle A. Osorio Ardila1 |
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Germán A. Quimbayo Ruiz2 |
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La Estructura Ecológica Principal (EEP) es un instrumento crucial para la planeación y el ordenamiento territorial de las regiones. Su mayor potencial radica en la posibilidad de articular las necesidades de la población humana en la ciudad-región con el mantenimiento del soporte ecosistémico que permite la vida en un territorio. Por tanto, la defensa de la EEP es algo más que un “capricho de ambientalistas extremos”. La EPP se entiende como una red conformada por ecosistemas interrelacionados. No se trata de una sumatoria de partes, sino de su agregación para conformar una unidad funcional donde cada elemento (p.ej. Un humedal o un área protegida urbana) es importante para la conformación del todo y viceversa. Los componentes de la EEP se definen a partir del análisis interdisciplinar detallado de las relaciones entre los elementos naturales de la región y entre estos y sus habitantes. Es por ello por lo que no toda zona verde puede hacer parte de la EEP, ni todos los elementos de la EEP son aptos para el uso masivo en actividades recreativas. El término EEP apareció por primera vez a finales de la década de 1990, en la propuesta de un modelo de ordenamiento para la cuenca alta del Río Bogotá, realizada por el profesor Thomas van der Hammen. Después de la adopción del término en el POT de Bogotá del año 2000, su uso se extendió a todo el país llegando incluso a ser definida por el Decreto 3600 de 2007 del Ministerio de Ambiente, Vivienda y Desarrollo Territorial. Se trata de un instrumento con la posibilidad de implementarse no solo a escala regional, sino también nacional. En el interior de la institucionalidad del Sistema Nacional Ambiental de Colombia (SINA) se ha venido discutiendo por años esta posibilidad, pero ninguna de las diversas propuestas se ha concretado. A nivel municipal, a pesar de algunos avances, se registran al menos dos situaciones que retrasan el proceso. Por un lado, cuando los elementos de la EEP cuentan con Planes de Manejo estos no son implementados y por otro lado, el instrumento se desvirtúa al definirse como un conjunto de elementos aislados, y darse mayor preponderancia al número de hectáreas protegidas que a la calidad de relaciones mantenidas entre los ecosistemas. A la discusión y desarrollo del concepto de EEP se le han dedicado grandes esfuerzos, que se han fortalecido a nivel técnico y político, al punto de existir formulaciones alrededor de todo el país e instrumentos jurídicos y de planeación suficientes para su implementación, además de la apropiación de este instrumento por las comunidades. Por eso, resulta inquietante la insistencia de los delegados de la actual administración Distrital y regional en borrar de un plumazo esta trayectoria mediante el reduccionismo del concepto de EEP al de estructura ambiental y la fusión de sus elementos con los de la estructura de espacio público. La preocupación manifiesta por los sectores ambientales y sociales frente a la propuesta de modificación del Plan de Ordenamiento Territorial de Bogotá (POT) hecha por la actual administración distrital, ha puesto a la EEP en el centro de los debates. Los pocos avances reales en la implementación de la EEP son, en su mayoría, resultado de años de trabajo de las organizaciones ambientalistas, quienes han asumido su papel como agentes de construcción de territorio. Asimismo, estas organizaciones han reconocido de manera explícita en sus trabajos de defensa de la EEP a lo largo de años de discusión del POT las relaciones entre los diferentes ecosistemas, las actividades productivas y los flujos de circulación de la ciudad y la región. Desafortunadamente, en muchos casos los tomadores de decisiones no consideran que el conocimiento y el trabajo de años de las organizaciones deban tenerse en cuenta al momento de pensar en los grandes proyectos urbanos. Asimismo, y aún más preocupante que borrar y desconocer una figura como la EEP, es la evocación de un sinnúmero de argumentos falaces para justificar tal acto, como, por ejemplo, apelar a la “democratización” del espacio público así implique deteriorar los elementos de la EEP. Con respecto a esta “democratización”, queremos hacer dos preguntas para el debate. Si “todas y todos” en la ciudad podremos acceder a la red de estructuras ambientales y de espacios públicos durante los ratos de ocio, ¿también accederemos a los instrumentos de gestión y financiación y a toda la información sobre los proyectos urbanos o estos están diseñados para que solamente las empresas de mayores capitales sean capaces de proponer los proyectos? ¿De qué se trata la nueva estructura ambiental y de espacio público, de lugares de consumo durante el tiempo de ocio, de no lugares o corredores para la circulación entre los diferentes centros de actividades o de lugares de participación en lo público y construcción de ciudadanía? Bajo el panorama actual de la propuesta del POT de Peñalosa, la urbanización de la EEP no solo se trata conflictos ambientales, sino de conflictos territoriales que subyacen tras una serie de ilegalidades e irregularidades para legitimar una gran operación de especulación inmobiliaria facilitada por el Distrito. Los cambios de uso del suelo en detrimento de la EEP van en contravía de una posibilidad real de democratización del espacio público y la vida en un entorno urbano que tanto lo necesita. Si bien, existen numerosas falencias en términos urbanísticos, algo que los mismos ambientalistas han reconocido y propuesto alternativas, en lugar de desestimar la figura de la EEP hay que pensar en ¿cómo se operativiza y se hace efectiva en la práctica del ordenamiento? En ese sentido, la cuestión no se trata únicamente de “renaturalizar” o de “democratizar” sino de evaluar en qué medida las decisiones sobre la EEP, por más ecológicas y técnicas que sean, tendrán serias implicaciones en la sostenibilidad. Si tales implicaciones no son tenidas en cuenta, podrían profundizar las ya enormes desigualdades existentes en la ciudad-región marcadas por relaciones de exclusión social en líneas de clasismo, misoginia o racismo. 1 Antropóloga, con maestría en Urbanismo de la Universidad Nacional y estudiante de doctorado en Planeación Urbana y Regional en el Instituto de Investigación y Planeación Urbana y Regional de la Universidad Federal de Río de Janeiro. Ha investigado los procesos de urbanización del municipio de Chía y trabajado en consultorías para Planes de Ordenamiento Territorial. 2 Ecólogo, con maestría en Geografía y estudiante de doctorado en Política Ambiental en el Departamento de estudios Geográficos e Históricos de la Universidad Eastern Finland, en Joensuu, Finlandia. Ha trabajado con entidades en instituciones distritales y nacionales. | |||||||||||||
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