Bestiario electoral
(funcionarios, candidatos y otros animales célebres)

 

Es bueno recordar que Incitatus, el caballo de Calígula, que tuvo casa de mármol con adornos de oro y marfil, fue nombrado Cónsul por el Senado romano a pedido del Emperador (tal vez éste fue el primer animal que ocupó un cargo público, mucho antes que Macías, la Cabal y tantos otros). Con él se inició un proceso que ha tenido una extensa continuidad: Camaleones, lagartos y otras sabandijas, aguardan ser elegidos o nombrados…

 
Julio César Carrión Castro
 
Universidad del Tolima
 
 

Aristóteles estableció que el hombre es por naturaleza un animal político, es decir, un ser cívico que no puede vivir sino en sociedad. La tradición cultural de Occidente, heredera del pensamiento griego, ha recabado en ese aserto. Maquiavelo, el creador de la política como disciplina autónoma y moderna, haría énfasis también en la politicidad humana como fundamento de la humanización y, a pesar de que optó como supuesto teórico por la maldad del hombre, no lo rebajó a la animalidad ni a la bestialidad, porque siempre se entendió el quehacer político como una expresión ética e intelectual que busca organizar, dirigir y educar a la sociedad civil en torno a un proyecto histórico o una utopía que logre, finalmente, separar a los humanos de su pesada genealogía animal.

Pero estos términos de referencia corresponden a los de la Gran política que denominara Gramsci, aquella que busca expresar la voluntad colectiva, engrandecer el espíritu humano y dignificar la convivencia, no esa del pequeño mundo de las mezquindades, de las maniobras, de las intrigas y de las componendas a que nos vienen acostumbrando los corruptos y politiqueros, con sus cotidianas acciones y su farsa electorera, que nos permiten ver sus reducidas convicciones y que rebajan a los supuestos individuos sufragantes, a un simple rebaño de votantes.

Es evidente, entonces, que se ha tergiversado el sentido original de la expresión, “El hombre es un animal político” y, bajo el manto de la ficción democrática, hoy son muchos los políticos animales que nos circundan y gobiernan.

No se trata, en todo caso, de demeritar a los animales, porque los despropósitos, extravíos y bestialidades en que permanentemente incurren algunas celebridades, no sólo de la política sino también de la academia, de la farándula y hasta de las ciencias, tanto en nuestro medio, como a nivel mundial, no tiene parangón entre la fauna; por el contrario, son abundantes los ejemplos de cordura, inspiración, sensatez y buen juicio, presentes en los imaginarios populares y en la literatura universal, que ponderan la intervención zoológica en materia política y cultural.

Así, en el Antiguo Testamento encontramos la historia de la burra de Balaam (Números, capítulo 22, versículos 21 al 38), la cual mostrando una gran sindéresis y poder de convicción, intervino a favor de una justa decisión, como mensajera de Jehová, al hablarle a su amo sobre lo equivocado que sería maldecir a los israelitas, como lo ordenaba el rey de Moab en Palestina.

En esta época de fastidiosa publicidad de los torpes, desabridos y desesperados programas y propuestas gubernamentales que presentan a los electores la recua de candidatos que aspiran a las diversas corporaciones de la “democracia”, así como esas “hojas de vida” -que pudieran ser simples renglones de vida- con que trepadores y lagartos buscan, mediante el sainete astuto de solapados “concursos de méritos”, un oportuno nombramiento o designación, por parte de los “mandatarios”, es bueno recordar que Incitatus, el caballo de Calígula, que tuvo casa de mármol con adornos de oro y marfil, fue nombrado Cónsul por el Senado romano a pedido del Emperador (tal vez éste fue el primer animal que ocupó un cargo público, mucho antes que Macías, la Cabal y tantos otros). Con él se inició un proceso que ha tenido una extensa continuidad: Camaleones, lagartos y otras sabandijas, aguardan ser elegidos o nombrados y no hay que olvidar que en Colombia los muertos políticos de ayer, como la mitológica salamandra resistente al fuego o como el Ave Fénix, suelen renacer de sus cenizas, mediante el transfuguismo y el acomodamiento pragmático, en el momento preciso de la repartija del botín electoral.

Edición 649 – Semana del 24 al 30 de agosto de 2019
   
 
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