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La nueva-vieja guerrilla |
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Hay que señalar que estamos ante el (re) surgimiento de una nueva-vieja guerrilla con algunos matices, en el contexto de un Estado que no asumió la paz como un proyecto unificador. Y no sucedió así porque si algo no tenemos o hay en Colombia, es un Estado moderno capaz de orientar, con un sólido sentido de lo público, la vida de sus asociados. |
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Germán Ayala Osorio |
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Comunicador social y politólogo |
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El anuncio1 del (re) surgimiento de una guerrilla sobre la base de individuos disidentes de las Farc – EP, se constituye en un hecho político-militar de enorme trascendencia e importancia para el país. Escuchar a alias Iván Márquez resulta, inicialmente, abrumador y desesperanzador. Pero luego de unas horas del golpe de opinión que acaba de darle al país y de oír con atención su adornado e histórico discurso, bien vale la pena poner en contexto y en una balanza, para bajarle, de un lado, a las preocupaciones que de inmediato se conectaron con el futuro del proceso de paz y del otro, para tratar de visualizar qué se puede venir para el país. Lo primero que hay que decir de su presentación oficial como virtual comandante o vocero principal de la “Nueva Guerrilla”2 (NG) es que la lucha y su accionar político-militar es de “nuevo cuño”, a juzgar por las precisiones que hizo Márquez, en el sentido en el que no apelarán al secuestro extorsivo, que no atacarán a la fuerza pública, pero mantendrán el objetivo de derrotar a las oligarquías; y en esa misma dirección, que defenderán el ambiente, y harán férrea oposición a las prácticas corruptas y por lo tanto, una defensa a ultranza de lo público. Esas orientaciones parecen darle un nuevo tinte a la “guerra” en la que se compromete a participar esta “Nueva Guerrilla”, asunto que los devuelve a las viejas aspiraciones y formas de operar cuando recién surgieron en el convulsionado contexto de los años 60 del siglo XX. Eso sí, con la única diferencia: la defensa del medio ambiente en el marco de las evidentes preocupaciones por los inocultables efectos del Cambio Climático. Por lo anterior, hay que señalar que estamos ante el (re) surgimiento de una nueva-vieja guerrilla con algunos matices, en el contexto de un Estado que no asumió la paz como un proyecto unificador. Y no sucedió así porque si algo no tenemos o hay en Colombia, es un Estado moderno capaz de orientar, con un sólido sentido de lo público, la vida de sus asociados. En lugar de un Estado en esas condiciones y orientación moral, lo que ha habido en Colombia es una vertiginosa y constante acción político- electoral de agentes específicos del Establecimiento, que de manera inteligente nos han hecho creer, a través de numerosos dispositivos, que efectivamente esas acciones constantes obedecen a una acción vigorosa de un Estado, cuando la verdad es que este aún no se consolida. A lo anterior se suma que las relaciones entre el Estado y la Sociedad se han dado de manera perniciosa. El gran problema de la sociedad colombiana, además de devenir escindida, con altos niveles de ignorancia y una sempiterna incapacidad para identificar con rigor a sus verdugos, es que tanto élites como subalternos no tienen claro para qué sirve el Estado. Las primeras, exclusivamente lo han asumido como un orden político y represivo para su servicio, en consonancia con su empobrecida mirada del desarrollo y el bienestar colectivo. Al ser rentistas, se sientan a mirar los desastres de un Estado y de una Nación que caminan sin un proyecto de nación claro. Otros miembros de esas mismas élites actúan como rémoras que se alimentan del erario. En cuanto a los subalternos, millones de estos siguen inclinándose ante sus verdugos y se resisten a leer las versiones y los hechos que desnudan éticamente a quienes los pusieron en ese indigno lugar. Así entonces, el surgimiento de una nueva-vieja guerrilla se debe entender en el contexto de un Estado que no asumió la paz como proyecto unificador y primer paso para generar el Pacto Político del que se habla en el Acuerdo Final II y que el gobierno de Duque desconoció, siguiendo las instrucciones de Álvaro Uribe Vélez, su mentor y principal beneficiado de que la guerra continúe en Colombia. Finalmente, él “prefiere 80 veces a un guerrillero en armas que al sicario moral difamando”3; de igual manera, se debe asumir la reaparición de Márquez, Santrich, El Paisa y Romaña4, como parte de un escenario previsible en donde las disidencias son más que circunstancias normales en los procesos de paz adelantados en varias partes del mundo, sin desconocer la gravedad de lo anunciado y el premeditado efecto mediático con el que se pensó, diseñó y se ejecutó el pronunciamiento-notificación del que hoy el país habla. Lo segundo que hay que señalar del discurso de alias Iván Márquez es que de manera riesgosa pone de nuevo en la mira de los “tiras” oficiales a los movimientos sociales y ambientales que parecían respirar y tomar un nuevo aire en Colombia, a pesar de los riesgos y del asesinato sistemático de lideresas y líderes sociales, defensores de los DDHH y del ambiente. Oponerse en armas al “fracking” y a toda obra o acción estatal o multinacional que afecte la biodiversidad y los ecosistemas naturales-históricos pone en riesgo la vida de los ambientalistas, los científicos y a las comunidades que de tiempo atrás vienen diciendo NO a las tenebrosas locomotoras del desarrollo (extractivismo puro). De inmediato, la derecha desarrollista y la inteligencia militar empezarán el proceso de estigmatización y conexión con la “Nueva Guerrilla”. Por esa vía, a la noción del viejo enemigo interno, se sumará la de enemigo interno ambiental, que, al resistirse a ese específico desarrollo económico del país, será confrontado social, económica, política y militarmente por querer mantener al país en el “atraso”. Lo tercero que debo indicar del impactante anuncio del entonces plenipotenciario de las Farc – EP en La Habana es que se da en una coyuntura político- electoral que termina por beneficiar a los sectores guerreristas del país, que hoy están emparapetados en el partido de gobierno, el Centro Democrático (CD) y en la actual cúpula militar que, además de tropera, libra una lucha intestina dentro del Ejército para sacar a todos los oficiales “propaz” que entendieron y comprendieron los beneficios que trajo la firma del Acuerdo Final II y para ocultar las prácticas corruptas y dolosas que no parecen tener control efectivo, interno y externo, en el manejo de los millonarios recursos que reciben las FFAA. Llama la atención que en su discurso Márquez alude a esos oficiales y suboficiales que se oponen, desde la mística y el honor militares, a las oligarquías y a los grupos de corruptos que han capturado el Estado para su propio beneficio. De nuevo se instala en el país la mirada dual entre guerra y paz en un escenario electoral. Las elecciones regionales que se avecinan, con este nuevo ingrediente, muy seguramente se adornarán con las lecturas moralizantes e ideologizantes que de lado y lado aparecen. Y así, lo más probable es que terminemos por reeditar lo sucedido en el plebiscito del 2 de octubre de 2016. Y para ello ya la prensa oficialista y los periodistas pro-establecimiento están sembrando el terror por lo anunciado por alias Iván Márquez. El cuarto punto tiene que ver con los reclamos que hace Márquez al Estado en lo que se refiera a los incumplimientos de la palabra empeñada en La Habana y a los ajustes que sufrió el Acuerdo Final I y el II. Las 16 curules5 que debían entregarse a las víctimas es un hecho claro de incumplimiento de lo pactado en Cuba. El Centro Democrático se opuso vehementemente a las circunscripciones especiales de paz. Le cabe razón a alias Iván Márquez al señalar este y otros incumplimientos que el Estado en su conjunto ha hecho a lo acordado en el tratado de paz. Sin duda, el acuerdo de paz ha sido manoseado por el Congreso y a decir del ex negociador de La Habana, por la misma Corte Constitucional, tribunal que también retocó el texto original. Y finalmente, como quinto punto, solo queda rodear a los excombatientes que hoy siguen empeñados en respetar lo acordado. A los proyectos productivos emprendidos y a la misma cooperativa Ecomún hay que garantizarles larga vida. Esa es la única forma de garantizar que el proceso de paz, en su etapa de implementación, no fracase. La comunidad internacional debe “presionar” diplomáticamente al gobierno de Duque con la intención de que se desmarque de las pretensiones y “sugerencias-órdenes” que muy seguramente le hace Uribe Vélez. Y en el ámbito interno, los empresarios que vienen de buena fe acompañando el proceso de implementación, deben redoblar esfuerzos para mantener y mejorar las condiciones de vida de los excombatientes. Una reflexión final: cómo es de difícil cumplir con la palabra empeñada. En este caso, el Estado, históricamente ha incumplido. Y a pesar de que sus reclamos son legítimos, alias Iván Márquez también lo está haciendo, pues él firmó el Acuerdo Final. Adenda: sería importante que la dirigencia del partido Farc discuta el cambio de nombre. No basta con tomar distancia y desconocer la acción y decisión de Iván Márquez y la de los demás disidentes. Y lo digo por una razón: la prensa afecta al Régimen insistirá en confundir a la colectividad, con las “Farc – EP”6 que unos cuantos quieren refundar. Adenda: sabrá lidiar Iván Márquez con los perfiles guerreristas y la “maldad” de los temidos alias El Paisa y alias Romaña. Edición 650 – Semana del 31 de agosto al 6 de septiembre de 20191 Véase el video: “Mientras haya voluntad de lucha habrá esperanza de vencer”. 2 Hablo de Nueva Guerrilla con la intención de no prestarme al juego mediático que ya habla de la refundación de las Farc o de las disidencias de las Farc, cuando existe un partido político con ese mismo nombre. 3 Lo que más le molesta a Uribe es que haya exguerrilleros, como Petro, que lo confronten políticamente y sean capaces desnuden sus andanzas, como las relaciones con los paramilitares que el senador de la Colombia Humana demostró en un debate en el Congreso. Ya habrá tiempo para que le explique a la Corte Suprema de Justicia el asunto de la manipulación de testigos. Véase: “Por fin”. La otra tribuna. 4 Romaña y El Paisa son dos peones de la guerra. Son individuos con una débil estructura y formación política. Fungen más como sicarios, que como revolucionarios. Jamás entendieron qué es eso de hacer la revolución. 5 Véanse: “El régimen y las 16 curules” y “¿Qué sigue para Colombia?”. La otra tribuna. 6 Véase: “Las nuevas Farc”. La otra tribuna. | |||||||||||||
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