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No hay política, hay políticos |
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La esencia de la política es generar cambios que mejoren las calidades materiales y espirituales de las sociedades. También es cierto que cuando se tiene el poder esos cambios son más fáciles de obtener, no hay duda. Pero muchos políticos, incluso con sinceras intenciones de lograr lo mejor para la gente, se olvidan de que el poder es un solo proceso que comienza desde que se pretende. |
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Álvaro González Uribe |
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Yo no sé cómo se llama –si se llama– esa suerte de escapismo según el cual las personas justifican o explican sus conductas y hasta su forma de ser en la actividad que realizan. Es como una despersonalización, como si su voluntad estuviera atrapada por algo externo. También es una forma de no asumir responsabilidades. Es entregar la voluntad, la culpa, la intención, el libre albedrío o hasta el alma al grupo, a la tribu o a la colectividad que sea. Es suicidarse. Un ejemplo común que siempre me ha llamado la atención son los jugadores, técnicos y comentaristas de fútbol que terminan concluyendo una derrota, una falta o cualquier adversidad con la frase “así es el fútbol” o “son cosas del fútbol”. Y listo: es la explicación más técnica e “inteligente” para finiquitar el análisis. Y vamos a un mensaje comercial o me espera el bus… Claro que todos los seres humanos estamos sometidos a muchas fuerzas, circunstancias y condiciones, pero varias de ellas son construidas por nosotros mismos día a día. “Esa es la vida”, decimos a veces en tono de desconsuelo o de justificación y hasta de fatalidad. Es cierto, esta vida es dura, para unos más que para otros, pero dentro de esta vida que nos tocó o que escogimos tenemos muchas posibilidades de movernos según lo que cada uno es, cree y quiere. En últimas, somos lo que creemos y lo que queremos; no somos nuestro oficio, ni nuestro sector ni nuestro lugar de origen. Puse el ejemplo del fútbol, pero quiero hablar de otra actividad humana: de la política. De la política, hoy en pleno fragor en Colombia por las campañas regionales y locales. “Así es la política”. Es otra frase –esa o similares– que se oye, no solo por parte de los ciudadanos sino por muchos políticos. Lo he dicho antes de varias maneras. No. La política no es un recinto al cual se entra y dentro del cual hay que moverse como un robot programado, donde hay que actuar como se actúa en ese recinto. La política no “es así”, la política es lo que los políticos quieren que sea. La política la hace cada político día a día, minuto a minuto, según las creencias o apetitos de cada cual. La política no es una cosa que está ahí. La política es una sucesión de actos de alguien. La política está dentro de cada político y, bajo la otra perspectiva, dentro de cada ciudadano, esté o no interesado en ella, vote o no vote. Ahora, es cierto que parte clave de la política es conseguir el poder. Sin embargo, no es su esencia. La esencia de la política es generar cambios que mejoren las calidades materiales y espirituales de las sociedades. También es cierto que cuando se tiene el poder esos cambios son más fáciles de obtener, no hay duda. Pero muchos políticos, incluso con sinceras intenciones de lograr lo mejor para la gente, se olvidan de que el poder es un solo proceso que comienza desde que se pretende. No es posible mejorar nada desde el poder cuando se llega a este mal acompañado o por medio de promesas falsas, de trampas y, menos, delinquiendo. La esencia de la política es transformar las sociedades y esas sociedades se empiezan a transformar desde la manera como se hace política, es decir, desde las campañas y éstas desde que nos empezamos a formar como ciudadanos. Un mal ser humano no puede ser un buen ciudadano, un mal ciudadano no puede ser un buen político y un mal político no puede ser un buen gobernante. Y no me refiero solo a los políticos que buscan el poder para su interés. Parto de que muchos tenemos claro que esa jamás puede ser la política. Me refiero también a quienes están convencidos –o medio convencidos– de que para lograr esos cambios positivos en la sociedad hay que llegar al poder como sea aunque no implique delinquir. No. Eso es politiquería, eso es una tergiversación de la verdadera política. Llegar al poder como sea pensando que ya en el poder se podrá actuar con principios y con ética es un contrasentido y, además, no funciona. Cuando se cae en ese mundo es imposible salir de él. Repito, es un solo proceso: los principios, las ideas, el camino y la meta. La política hueca, la política pequeña, la política mecánica seguramente es un arte para muchos, ¡ja! Es una prestidigitación para la cual los principios, los afectos, las lealtades y los objetivos sociales son ajenos porque estorban. Es la política del todo vale, la de sumar lo que sea y como sea, la del fin justifica los medios, la de apelar a los sentimientos fabricando o exacerbando odios o miedos. Muchos creen que esa es la única política ganadora, que esa es la única política. Falso. Puede que esa política gane el poder, pero la pregunta clave es, como dijo el maestro Echandía, “¿el poder para qué?”, claro, ¿qué harán con ese poder? No siempre ha ganado esa política del imaginario popular, no siempre tiene que ganar. En Colombia ya ha sido derrotada en varias elecciones, con altura y con ideas. Los ciudadanos no lo pueden olvidar y es, no solo su derecho, sino su obligación escoger a los candidatos que perciban mejorarán sus vidas y entornos, digan lo que digan las encuestas en un trecho del camino, incluso una semana antes. ¿De cuándo acá las encuestas se nos volvieron el programa de gobierno que más nos seduce? Por supuesto que son útiles mientras sean bien hechas y honestas, pero, aun así, no puede ser que un mecanismo estadístico se convierta en nuestra conciencia y en nuestra voluntad. La política no es una fatalidad. No hay política, hay políticos. No hay política vacía, hay políticos vacíos. No hay política perversa, hay políticos perversos. La política y la democracia somos cada uno. Edición 653 – Semana del 21 al 27 de septiembre de 2019 | |||||||||||||
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