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A Boric le espera un Congreso donde no tiene las mayorías suficientes, pero tiene prácticamente la mitad de las bancadas afines a sus propósitos, y le espera una Convención Construccional (o Constituyente), también con la mitad de los 155 miembros, afines a su triunfo y anhelos de reforma institucional. Se tendrá que enfrentar a la consiguiente arremetida de la derecha huérfana del poder. |
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Alberto Ramos Garbiras1 |
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El triunfo del 19 de diciembre de Gabriel Boric Font, en Chile, amerita hacer un recorrido retrospectivo sobre los antecedentes para lograr su triunfo y la relación con los partidos y movimientos políticos del centro político chileno, porque siendo el nuevo presidente de Chile una figura de izquierda, podemos tratar de encasillarlo en un nuevo tipo de socialismo que está por estrenarse. Su gobierno que se iniciará el 11 de marzo de 2022 se espera logre el cambio de sistema político en ese país austral, poniéndole punto final a la transición que se inició desde la salida de Pinochet, y podría servir para irradiar la practica socialista que aplique, a la nueva ola de gobiernos de izquierda en América Latina que se ha venido estrenando y los nuevos gobiernos por elegir. Ante el riesgo que la extrema derecha se tomara el poder con José Antonio Kast, que había ganado la primera vuelta electoral 28% sobre el 25% de Boric, temor que preveía el regreso del pinochetismo, esto movió el ánimo de los apáticos / abstencionistas y de los incrédulos de la primera vuelta electoral. A partir de la base electoral que lo llevó a pasar en la primera ronda electoral, o sea el Frente Amplio y el Partido Comunista, se movieron afanosamente los movimientos sociales y los movimientos políticos, para apoyar la candidatura de Gabriel Boric y por supuesto apuntalar los propósitos de la coalición Apruebo Dignidad. Lo apoyó el UKAMAU movimiento por el derecho al hábitat; lo mismo la coordinadora feminista 8-M; también el MODATIMA movimiento por la defensa del agua, la tierra, y el medio ambiente; el MAT conocido por ser un amplio grupo de defensa del agua y los territorios; de igual forma confluyeron para apoyarlo el movimiento que reivindica a los pueblos originarios (mapuches, aymaras…); varios sindicatos de importancia como el del cobre; gente dispersa del precariado, ecologistas y decolonialistas, así lo reseña Lorenzo Feltrín, PhD en política y estudios internacionales, universidad de Birmingham. El Frente Amplio se formó desde el año 2011 alrededor del movimiento estudiantil que realizó los reclamos por la educación gratuita y extendida en las universidades públicas. Boric hace parte del partido Convergencia Social que está integrado al Frente Amplio. Boric es un socialista que se mueve entre el socialismo clásico, la izquierda autónoma, la izquierda libertaria, y los lineamientos de la socialdemocracia. Los autonomistas chilenos provienen de tendencias abiertas y flexibles que son receptivos para incorporar y aliarse con los movimientos populares de base. Afirma el mismo Lorenzo Feltrín, que los movimientos autónomos, no necesariamente están ligados al Partido Comunista, desde el punto de vista teórico práctico, ellos marcaron una independencia frente a la CONCERTACIÓN y al sistema político neoliberalizado de la transición, esto se puede entender leyendo ensayos o artículos de reflexión de Negri, Tronti y Panzieri. Como se conoce por todos los estudiosos del caso chileno, la CONCERTACIÓN es el periodo que va desde 1990 hasta el 2021, hicieron parte de los gobiernos elegidos después de la salida de Pinochet y que han sido consocios entre los centros: el centro izquierda, centro derecha, y el centro-centro. Y la derecha moderada como la Democracia Cristiana. El puntal de estos gobiernos han sido el Partido Socialista y la Democracia Cristiana, que han nucleado o aglutinado varias fuerzas y movimientos políticos durante los gobiernos de Frei, Aylwin, Lagos, Bachelet y Piñera. Estos gobiernos lograron impedir otro golpe militar, se alternaron y sostuvieron, pero no pudieron reformar el sistema neoliberal impuesto con la sombrilla militar, por Augusto Pinochet, y en el curso de los años estos gobiernos se edulcoraron, suavizaron y conservatizaron, a tal extremo que el movimiento estudiantil del año 2011 nació contra ellos porque los derechos sociales fueron un pitorreo, incumplidos en manos de las élites de esos partidos políticos. Los del centro político que actuaron durante el postpinochetismo, se desvanecieron, pero a pesar de que no lograron trasformar el sistema neoliberal, rescataron algunas instituciones de la Democracia. Las capas subalternas de la población chilena han sufrido por la mercantilización de los derechos sociales. Sebastián Piñera II se sobrepasó en la derechización de la CONCERTACIÓN y engendró a un neofascista como José Antonio Kast, que al ganar la primera vuelta asustó a todos y congregó a esos socios de la concertación para apoyar a Boric, evitando así la absorción del Estado en manos del fascismo. Gabriel Boric, ganó por una coalición múltiple que encontró dos momentos históricos para conformarse, el Frente Amplio desde el año 2011 y Apruebo Dignidad en el 2021 dentro del proceso constituyente después de producirse el estallido social (2019 – 2020), más el partido Comunista al haberle ganado la consulta interpartidista, del 2021. Y al final se sumaron algunos moderados de la CONCERTACIÓN que le extendieron apoyos de última hora. Más un numeroso grupo de organizaciones sociales y sectores sociales que se nuclearon en la etapa de la campaña; fuerzas sociales de las ciudades y pueblos, animados por la coyuntura política, en medio de conciertos, flashmob, performances, expresiones artísticas, culturales, grafittis, murales y llamados a la confluencia para retomar las consignas del estallido social; los chilenos que acompañaron a Boric, desmontaron la teoría neonazi de la revolución molecular disipada o dispersa que, señalaba a los protestantes de diferentes orígenes como enemigos del Estado, calificándolos de vándalos o de terroristas: teoría conspirativa para facilitar la represión contra quienes no estuvieran al lado del gobierno de Piñera. El perfil político y la formación de Gabriel Boric, permite definirlo como un progresista con énfasis en el constitucionalismo biocéntríco suramericano; que se ha alimentado de ideas socialistas clásicas; pero quiere representar una nueva izquierda; no es comunista, tampoco un socialista de centro al estilo Bachelet o Lagos (dos expresidentes reelectos), también se aparta del socialismo bolivariano, pero simpatizó con esa matriz; es admirador del modelo de gobierno uruguayo forjado por Pepe Mujica y Tabaré Vásquez, entre otros; es un seguidor de las acciones de la socialdemocracia europea; su énfasis está en la defensa de los derechos humanos y los derechos sociales, derechos que ve como instrumento idóneo para mejorar la Democracia y alcanzar una vida digna e igualitaria; anhela el Estado del bienestar, y defiende los derechos medioambientales, con énfasis. Todos estos rasgos permiten inferir que podría inaugurar una corriente neosocialista que en América Latina serviría para moldear a los gobiernos de izquierda recién instalados como el de Perú (Pedro Castillo), Bolivia (Luís Arce), Honduras (Xiomara Castro), inclusive el mismo de México (López Obrador), y los eventuales cambios por venir en Brasil (Lulla Da Silva) y Colombia (Gustavo Petro). Y que sirva de guía a otros gobiernos en ejercicio como los de Venezuela, Nicaragua, Cuba. Moldeamiento e irradiación que podría hacerse a través de un nuevo multilateralismo remozado con un UNASUR revitalizado, rechazando el proyecto de PROSUR, e impulsando los cambios que la OEA necesita para la cooperación y el desarrollo en América Latina. Entonces, no es una tarea fácil, a Boric le espera un Congreso donde no tiene las mayorías suficientes, pero tiene prácticamente la mitad de las bancadas afines a sus propósitos, y le espera una Convención Construccional (o Constituyente), también con la mitad de los 155 miembros, afines a su triunfo y anhelos de reforma institucional. Se tendrá que enfrentar a la consiguiente arremetida de la derecha huérfana del poder y enraizada en la dictadura militar que le puede preparar un bloque económico, y utilizará la maraña jurídica tejida durante casi cinco décadas para aprisionar o inmovilizar los cambios. El orden jurídico producido o estado de derecho contiene leyes y normas dispersas para sostener el establecimiento y el régimen aquerenciado por quienes detentaron el poder. Allí es donde empiezan las trabas para cualquier nuevo gobierno que se salga de los cánones o parámetros fijados por quienes estaban aferrados al poder. Ese pugilato o lucha por un nuevo derecho es el que ralentiza las trasformaciones. Inclusive la estrategia de la derecha para evitarlo ya estaba urdida desde que “permitieron” la convocatoria por plebiscito para elegir una Asamblea Constituyente, a la cual le descafeinaron el nombre por el de Convención Constitucional, como si se tratara de cualquier reunión y no del ejercicio pleno de la soberanía popular. Le adicionaron el requisito de aprobación de los dos tercios para todas las reformas, y la sujetaron a una aprobación posterior por referéndum, para hacer otra elección que apruebe o desapruebe la reforma adoptada, y abrir el debate a fin de que se recompongan las derechas. O sea, en Chile el año electoral no se ha cerrado y podría ocurrir algo similar al Brexit en el Reino Unido, o el entrabamiento del proceso de paz en Colombia. Gabriel Boric, este descendiente de un croata y una catalana (española), asumirá el poder con 36 años recién cumplidos; por su inexperiencia administrativa tendrá que rodearse de ministros y asesores capacitados en todas las áreas que componen el aparato estatal; y por lo que se conoce, su capacidad de asimilar es inmensa y no es terco para aceptar corregir, podrá así avanzar en los cambios que esbozó en su programa de gobierno con un alto componente ambiental. Sacar adelante el proyecto de ley sobre áreas protegidas que lleva estancado 10 años en el Congreso, sin poderse proteger la biodiversidad; lograr garantizar el derecho humano al agua y paralelamente desprivatizar el servicio de agua que elevó los costos y acogotó a los sectores populares; implementar correctivos para controlar la sequía que lleva 13 años por los excesos del neoliberalismo con los usos del agua; la creación de un fondo soberano de adaptación al cambio climático; profundizar la estrategia nacional de hidrógeno verde; potenciar el bienestar animal; la creación de un sistema integrado de observación del océano; sobre el cambio climático, la adaptación de ciudades y de empresas para regular y medir las huellas de carbono, hacer respetar el acuerdo de Escazú para proteger a la ciudadanía asociada, igual que la democratización del acceso a la información ambiental; aumentar las ayudas a los agricultores y ganaderos; mantener los niveles de producción del cobre, sin contaminar, para responder a la demanda internacional, en Chile el cobre ha dinamizado la economía, y también entender el manejo con la producción del litio, como lo ha reseñado Tamara Núñez. Para todas estas tareas Boric se ha rodeado de los más destacados ambientalistas del país. En este tercer año de la pandemia, con variantes que no dejan cesar las medidas de bioseguridad, y las economías nacionales siguen afectadas, este nuevo mandatario tiene retos muy complejos, por esta razón en materia ambiental, la salud, pobreza y desarrollo, entre otros tiene también a su disposición los lineamientos y objetivos de desarrollo de la ONU, dados en las cumbres mundiales de Paris 21 y Glasgow 26. 1 Magíster en Ciencia Política (Universidad Javeriana); PhD en Política Latinoamericana, Universidad Nacional de Madrid (UNED – España); profesor de las cátedras: derecho internacional y derechos humanos, Facultad de derecho de la Universidad Libre. | |||||||||||||
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