Sepulcros blanqueados

 
 
 

“El cinismo pragmático de estos supuestos “revolucionarios” los lleva, además, a buscar acuerdos, alianzas, “pactos históricos”, “coaliciones de la esperanza”, y otros extravagantes convenios con los enemigos de clase, con los representantes de esos grupos hegemónicos que, desde el régimen colonial-hacendatario, legado por España, han mantenido su poder, sus dinastías y su corrupción”...

 
Julio César Carrión Castro
 
Universidad del Tolima
 
 

-¡¡Ay...!! de esta “izquierda” colombiana: ayer orgullosamente roja y combatiente,
y hoy lánguida, opaca, verde... y tristemente acomodada.

Mateo 23:27-32:

!!Ay de vosotros, escribas y fariseos, ¡hipócritas! porque sois semejantes a sepulcros blanqueados, que, por fuera, a la verdad, se muestran hermosos, mas por dentro están llenos de huesos de muertos y de toda inmundicia.

Así también vosotros por fuera, a la verdad, os mostráis justos a los hombres, pero por dentro estáis llenos de hipocresía e iniquidad.

!!Ay de vosotros, escribas y fariseos, ¡hipócritas! porque edificáis los sepulcros de los profetas, y adornáis los monumentos de los justos,
y decís: Si hubiésemos vivido en los días de nuestros padres, no hubiéramos sido sus cómplices en la sangre de los profetas.
Así que dais testimonio contra vosotros mismos, de que sois hijos de aquellos que mataron a los profetas.
¡Vosotros también llenad la medida de vuestros padres!

Versión Reina-Valera 1960

Oficio de trepadores y de oportunistas

Embotando todos los filos críticos de antaño, una “izquierda” travesti, adocenada y acomodada a las actuales condiciones del capitalismo tardío, desde un desvergonzado y cínico pragmatismo, se ha constituido en defensora de oficio de los “valores” de esa ficción teórica burguesa, que suelen llamar “democracia”, con su mitología del “progreso” indefinido, sus proteicas y acomodaticias teorías de “soberanía”, “justicia”, “participación”, “Estado social de derecho” y demás embustes, aceptando con el desprestigiado pensamiento liberal, que la excepción es la regla, y amparados en la protección que les ofrece el poder estatal constituido, impulsan la inefable creencia en un Estado Benefactor, en un Estado Providencia. Y por ello se han dedicado a desplegar y fomentar las enormes burocracias del llamado “bienestar social”.

Esta “izquierda”, electorera, socialdemócrata y liberal, que es la misma que conocemos como académica y universitaria, de manera esquizofrénica, queriendo sustituir la lucha de clases por un activismo transformista, mediante una serie de vaguedades teoréticas, nacidas de la mano de oscuros e iluminados sociólogos, psicólogos, politólogos, antropólogos y sindicalistas, –la mayoría de ellos ONGenistas– hace constantes planteamientos, con pretensiones de sapiencia, sobre la heterogeneidad de la resistencia, logrando proponer como esclarecidas “vanguardias”, como “sujetos” sociales revolucionarios, todo un revoltorio y, en una confusa y desordenada mezcla, atribuyen el liderazgo y la “vanguardia” revolucionaria, indistintamente, unas veces a los proletarios, a los campesinos, a los indígenas, a los desocupados, a los inmigrantes, a los sudacas, a los marginados, a los indocumentados, o a las juventudes, las luchas femeninas, al sexismo, al ecologismo, a los animalistas, en fin las “multitudes” y a la tan socorrida, falsa e inexistente, “sociedad civil”, como queriendo tender puentes con la vigente estructura social y sus “derechos”.

Debemos entender que todos ellos hacen parte del sistema. De ese amargo Leviatán estatal que ahora nos quieren endulzar. Son responsables del sistema, pero quieren posar de opositores. Son solamente críticos retóricos del Estado, que se ganan la vida como funcionarios y valedores de él, constituyen un sector del aparato mismo. Son una especie de personajes de opereta que no saben hacer más que alardes de coloquialismo, retórica de “oposición”, pero que creen que el “orden” global democrático-liberal es el final de la historia y que no reclama sino algunos “ajustes”, porque, dicen, aún es posible un capitalismo amable.

Estos defensores de la democracia simulada, desde sus diversas empresitas electoreras, apoyan y alientan el resurgimiento, la reincorporación, en fin, la resurrección, de las viejas expresiones dinásticas, caudillistas y politiqueras, que vienen siendo exhumadas para que continúen participando y compitiendo en la “fiesta de la democracia”, como se ha hecho con cadáveres insepultos como el llamado “Nuevo Liberalismo”, de los hijos y parientes de Luis Carlos Galán, “Verde Oxígeno”, de la espectral Ingrid Betancourt o “Salvación Nacional”, de los herederos del difunto Álvaro Gómez.

Parapetados en un sinnúmero de especulaciones y argucias, como queriendo demostrar indiscutiblemente de su condición de auténticos “demócratas”, pregonan, desde una especie de humanismo bobalicón y abstracto, un supuesto respeto al otro, la tolerancia, el pluralismo, la multiculturalidad y, por supuesto, la no-violencia en los quehaceres políticos, mientras, paradójicamente, aceptan sin expresar contradicción alguna, el llamado “monopolio de la violencia legítima” por parte del Estado.

El cinismo pragmático de estos supuestos “revolucionarios” los lleva, además, a buscar acuerdos, alianzas, “pactos históricos”, “coaliciones de la esperanza”, y otros extravagantes convenios con los enemigos de clase, con los representantes de esos grupos hegemónicos que, desde el régimen colonial-hacendatario, legado por España, han mantenido su poder, sus dinastías y su corrupción. Incluso estos conspicuos caudillos de la “izquierda” simuladora, desesperada, fantoche y adaptada, llegan hasta a apoyar “patrióticamente” la lucha que libran las llamadas democracias occidentales contra “el terrorismo” y los “fundamentalismos”. Constituyen una especie de patéticos bufones de palacio a quienes los grupos hegemónicos no solo soportan, sino que alientan y consienten, porque los divierten y sirven a sus intereses, al mantenimiento del statu quo.

Impulsores, como hemos dicho, de una enorme burocracia del bienestar social y defensores de los derechos que “garantiza” el Estado, constituyen una capa conjuntiva de diversas corrientes que medran –desde múltiples ONG, sindicatos, otras instituciones y desde la catedra universitaria– no sólo en torno a la defensa de unos etéreos derechos humanos, que han llegado a ver en esa concepción global de la “democracia” y en supuesto “internacionalismo humanitario” del neoliberalismo, un placebo a las tesis socialistas, a las que ya han renunciado.

Esos, definitiva y vergonzosamente, son los sepulcros blanqueados a que se refiere el evangelista.

Edición 764 – Semana del 5 al 11 de febrero de 2022
   
 
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