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Malabarismos en el centro político |
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En nuestro país el centro político ha sido casi impracticable, hay posturas y maneras, pero no ha sido una práctica política. Lanzar unos candidatos autodenominados de centro para emular y competirle a la Coalición Centro Esperanza logró su cometido sobre la mente de muchos colombianos que no los diferenciaron fácilmente y aún no saben de que se trata. |
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Alberto Ramos Garbiras1 |
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La derecha gubernamental, concibió la idea táctica de los dos centros para confundir al electorado y opacar a la coalición Centro Esperanza. De esta manera alentaron la conformación de la Coalición de la Experiencia que después para granjearse más ciudadanos, por la afición al futbol, la llamaron Equipo por Colombia. En nuestro país el centro político ha sido casi impracticable, hay posturas y maneras, pero no ha sido una práctica política. Lanzar unos candidatos autodenominados de centro para emular y competirle a la Coalición Centro Esperanza logró su cometido sobre la mente de muchos colombianos que no los diferenciaron fácilmente y aún no saben de que se trata. El verdadero centro político empezó hace casi dos años, liderado por Humberto de la Calle, luego Juan Fernando Cristo, Sergio Fajardo, Jorge Enrique Robledo, Juan Manuel Galán y otros. El Centro Esperanza logró cierto reconocimiento y el proyecto es interesante, creíble y puede ser una opción de poder si logran bajarle el tono a los desatinos presentados, sobre todo la fanfarria que montó la señora Ingrid Betancourt que denotó una ambición personal y una deslealtad con el grupo. La fragmentación de los partidos políticos y el pluripartidismo confuso por las transmutaciones hizo que aparecieran tantos nombres con los disientes de los partidos, o las salidas de liberales de la égida de Cesar Gaviria por su manejo unipersonal y excluyente. Pero el otro centro político con ex gobernadores, ex alcaldes y un exministro, nació como un remedo y una farsa y se ha ido descomponiendo por falta de coherencia, por la judicialización de uno (Alex Char), acosado de fraude electoral en el 2018; la renuncia de otro que no registraban bien en las encuestas (Juan Carlos Echeverry); el camaleonismo de otro, Enrique Peñalosa del Verde a la U, desmitificado porque no tenía los títulos profesionales de posgrados que anunciaba; el conservadurismo cerrero de un ausente a las sesiones del Congreso, el señor Barguil; las desfachateces y despropósitos programáticos de un antioqueño sin experiencia en el manejo del Estado, Federico Gutiérrez ,sin formación académica, ni modales ni compostura; toda esta mezcla ha llevado a una tragicomedia para estos exfuncionarios de derecha que tienen maquinaras regionales y contactos con clanes políticos. La disolución de los partidos tradicionales conllevó a la creación de nuevos partidos, pero cuando estos son un remedo de los anteriores o solo una fusión de disidentes y reciclados, con nuevos nombres sin coherencia ideológica ni referentes internacionales, están condenados a la disolución por ser partidos bisagras (sirven para alianzas transitorias o para dar avales) y hechizos (son solo apariencia pero no tienen sustancia programática), partidos de estos que posen como del centro político lo único que logran es demeritar el centrismo. Y figuras de la derecha que hacen imposturas para fingir estar distanciados del gobierno en declive. El Centro Político si puede funcionar. En la mayoría de los países de la Unión Europea existe un centro político, llegó un momento, a altura del año 2008, donde había coaliciones en el 79,4% de los Estados de la Unión Europea, hoy 28 de los países están regidos por gobiernos de coalición, serán más de 421 millones los europeos gobernados por coaliciones, frente a 125 millones en países con ejecutivos monocolor. Eduardo Pizarro, en un interesante análisis, expresó que, “Si miramos el panorama internacional, es interesante constatar que hoy en día las naciones que han logrado conformar las sociedades más admirables en todo el mundo –Canadá, Islandia, Suecia, Noruega, Finlandia y Dinamarca y, en buena medida, salvo algunos períodos, Costa Rica y Uruguay– han estado gobernadas ya sea por coaliciones de derecha o izquierda moderadas, que se han alternado en el poder de manera pacífica”. (Pizarro, 2020) La polarización, o el enfrentamiento extremo de las ideas políticas en un país, por la defensa de los intereses de clase, de castas y de gremios, respecto a los de abajo que no tienen voceros en las élites, pero si voceros en los partidos y en los movimientos sociales, esa polarización se agudiza si quienes están en el aparato del Estado no acceden a las mínimas reformas de justicia social. Y hay otros factores que la atizan. En el caso colombiano la realización del proceso de paz adelantado por J. M. Santos, en contravía del criterio de su ex mentor político que lo llevó electoralmente a la presidencia; Santos logró la reelección y el segundo mandato se consolidó por la invocación al proceso de paz que había iniciado desde el 2012. Concluidas tardíamente esas conversiones se cometió el error de convocar un plebiscito innecesario porque tenía la legitimidad en la reelección del año 2014. Desde allí, no ha parado hasta ahora ante la pérdida del plebiscito la reclamación de ilegitimidad, contra la PAZ. En ninguna circunstancia puede ser ilegitima la PAZ porque es un mandato teleológico en el preámbulo de la Constitución, y además se hizo una refrendación materializada por el constituyente secundario (El Congreso), delegatario de la soberanía popular. Ese agrietamiento y choque verbal desde el 2016 ha mantenido encendida la hoguera de la polarización. Y esto ha afectado las posiciones centristas porque la gente todo lo ve en blanco y negro. La polarización política facilita lo perdurable de dos extremos enfrentados para disputarse el poder y enciende la llama de las pasiones a la adscripción de esos proyectos a veces personales de líderes “iluminados” (populistas de derecha o de izquierda), que acaparan la atención y atizan las pasiones, es peligroso porque puede desembocar en violencia y obnubila los sentidos, no dejan otra opción y achicando a las fuerzas políticas alternativas. Entonces la polarización de la sociedad, por el apasionamiento y lo híspido como se tornan las relaciones sociales con intereses en lo político, en medio de las desavenencias interpersonales, dejan vacío al centro político, aunque este trate de reconfigurarse, el electorado se le escapa, se le puede difuminar, porque al momento de decidir se trasladan a uno de los extremos. En un país donde la polarización perdure y esa extensión en el tiempo cubra toda la actividad política, a quien más le conviene la continuidad de la crispación es a los lideres de los dos extremos para que la competencia electoral se de entre ellos, con el fin de disputarse el poder sin las interferencias del centro político que les quitaría o arañaría votos de uno y otro lado, pero sobre todo a la derecha, que perdería electores porque se trasladarían a la opción del centro político para buscar tranquilidad o sosiego. Así, el apaciguador de la polarización resulta recibiendo todas las afrentas agazapadas de quienes desean verlo diluirse. Y se les aplicaran las tácticas que arruinen el proyecto político centrista. Un partido centrista siempre recibirá presiones de uno de los extremos, o de los dos para que respalde uno u otro proyecto de trámite legislativo, o como aliado de ocasión en una elección de órganos de control, o en el trámite de una moción de censura, o ante cualquier decisión de repercusión nacional. Si el partido político de centro o la coalición de centristas de izquierda, llegare al poder, deberá promover las reformas de estabilización y modernización que ese país necesita para obtener durabilidad porque estará sometido a las presiones de los extremos que querrán volver a competir sin interferencias. O el centro izquierda debería buscar asociarse con la izquierda para avanzar en los cambios sociales y cogobernar como en Alemania (ver casos de Angela Merkel, 16 años y Olaf Sholfz, que está empezando). Esta es una forma de fortalecerse y evitar la desestabilización. El centro político no puede sostenerse solo por mucho tiempo; si es de izquierda y logra ganar las elecciones tiene que armar otra coalición dentro del Congreso, con los afines para que lo refuercen ante las embestidas de la derecha. La creación de partidos pequeños de izquierda, o de derecha lleva a la dispersión y afecta la opción de permanencia del centro político porque se desperdigan y atomizan los votos y carecerían de organicidad para competir. El desencanto de ciertas capas de la clase media al no ver prosperar los esfuerzos individuales, el apoyo al libre ejercicio de las profesiones y las empresas fundadas hace que defecten o se retiren de su adhesión a proyectos de la derecha y sean cada vez más independientes de criterio; pero otras capas siguen creyendo en la movilidad social con los canales de libre mercado, por lo tanto, apoyan a las derechas. Entonces es muy arriesgado afirmar esquemáticamente que los partidos de derecha incorporan o abarcan a todos los ricos, los partidos de izquierda convivan y son respaldados por todos los pobres y que los partidos de centro son apoyados por la clase media. Ese es el enfoque primario en la relación partidos y relación con el dinero y los bienes materiales. Pero ese enfoque si permite comenzar a identificar a las clases, sectores y estratos sociales. Si revisamos la visión de Adam Smith, sobre la sociedad tripartita donde la clase media sirve de amortiguación; o la visión norteamericana de la segunda postguerra acerca de la importancia de la clase media para sostener la Democracia por estar en la mitad de las clases antagónicas y servir de colchón para evitar la mayor confrontación que acelere una revolución, evitando así la expansión del comunismo; hoy a la clase media (por sus tres capas: media-baja, media-media y media-alta), no pueden mirarse ni afirmarse que por esas apreciaciones sea equivalente la clase media a las apetencias del centro político, o se inscriban en militancias de centro político, porque dentro de la dinámica neoliberal las clases media-alta y media-media se derechizaron por no tener conciencia de clase y estar esperando más ascenso dentro de la economía de mercado que les permitía competir. Solo la clase media baja es susceptible de ser más firme con los proyectos del centro político de izquierda o se simpatizan con las izquierdas. La falta de esa conciencia de clase y el ser usados por la derecha atrayéndolos con la convocatoria a ganar ascenso social desde las oficinas de profesionales independientes, o como comerciantes prósperos, desde las pequeñas industrias, y los halagos de movilidad social, los hace cercanos a los partidos de derecha. Pero la desestructuración de las clases medias por ser presas de los impuestos sin poderlos eludir, y la evasión/elusión de los de arriba, ha llevado a la ruina a los que aspiraban a serlo, más sin embargo consideran que debe defender lo alcanzado, apoyando para ello a proyectos antidemocráticos que los acercan a un ideal de futuro próspero, y son susceptibles de ser envueltos por proyecto fascistas de defensa de las tradiciones. El dilema o el acertijo se basa en saber contestar si las clases medias sostienen la Democracia, o esta es posible por esas inmensas capas que no son pobres ni ricos. El agravamiento de la situación económica hace que las clases medias sean golpeadas por el goteo de gravámenes, tasas e imposiciones municipales, departamentales y nacionales, y los impuestos que conciben los ministros de hacienda para favorecer a las clases altas, recargan los impuestos en la clase media, esto ha fisurado su estabilidad económica y no saben como sortear tantas erogaciones. Los miedos de las clases medias (alta y media) de llegar a perder lo conseguido, o de no poder seguir escalando si adviene el socialismo o gobiernos progresistas, hace que apoyen los proyectos de derecha, así sean estas capas de clase, utilizadas y esquilmadas. Aunado estos apoyos a los que hacen los pobres de derecha que son convencidos y neutralizados ideológicamente y “embelesados” por el asistencialismo de auxilios dispersos que no les cambia la condición de vida, pero les da un alivio para la compra de mercados, es decir, un cretinismo samaritano los pone a votar por el detentador del poder. Cita: Pizarro LeónGómez Eduardo. “El centro político, ¿un cascarón vacío?”. Escrito publicado en el periódico El Tiempo. Bogotá, septiembre 30 del año 2020. 1 Especialización en derecho constitucional, Universidad Libre; Magister en ciencia política de la Universidad Javeriana; PhD en Realidad Política Latinoamericana, Universidad Nacional (UNED) de Madrid España; ha sido profesor de ciencia política en la Universidad Libre y la Universidad Santiago de Cali. Profesor de las asignaturas derechos humanos y derecho internacional, también asumió la cátedra de paz, en la Universidad Libre. | |||||||||||||
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