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La incógnita Petro y el momento de la oposición en Colombia |
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El domingo, la incógnita Petro, la “bete noire” tanto para la reacción como para la derecha, estará en parte despejada, en relación con la próxima presencia en el Congreso del Pacto Histórico y sus potenciales aliados; y, por otra parte, Colombia sabrá cuántos marcarán la opción de su coalición, esto es, si superan y en cuánto los votos de la pasada elección que favorecieron a Petro en la ronda con Carlos Caicedo. |
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Miguel Ángel Herrera Zgaib, PhD. |
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Parte II.1 “38.819.901 de colombianas/os están habilitados/as para votar en las elecciones de Congreso de la República y las tres Coaliciones en competencia. Para las 16 Circunscripciones transitorias especiales de paz (Citrep), el potencial electoral es de 1.244.080: 576.588 mujeres y 667.492 hombres, que podrán votar en 4.525 mesas en 19 departamentos y 167 municipios que conforman estas circunscripciones”. El pasado miércoles, la programación de W Radio desarrolló la entrevista con el candidato puntero de las tres coaliciones, Gustavo Petro: el Pacto Histórico que es también un proyecto de gobierno. Las tres coaliciones pasaron por el cuestionario de los periodistas, al que sumaron ciertos invitados especiales. Es el show mediático que dirigen Julio Sánchez Cristo desde Miami, más Roberto Pombo y Vanesa de la Torre como empleados del gran consorcio español PRISA-Media, porque olfatean un resultado favorable a la oposición nunca visto en Colombia desde el 18 de abril de 19702. Antes que el hijo de Ciénaga de Oro, Córdoba, desfilaron en las ondas hertzianas y las redes sociales interconectadas quienes encabezan las otras coaliciones: la desvencijada Centro Esperanza, con el liderazgo del maestro antioqueño Sergio Fajardo, quien hizo cuentas alegres en Hidroituango jugando a la ruleta rusa de la especulación financiera. Está cantado por las encuestas que es de nuevo el principal rival de Petro como lo fue en la primera vuelta de la contienda electoral de 2018. Está también el “gallo tapado” del Centro Democrático, Fico Gutiérrez, otro exalcalde de Medellín, quien se pronostica ocupará el lugar que deja el “desconocido” alfil del señor del Ubérrimo, Oscar Iván, a quien María Fernanda Cabal castigó con el “verbo encendido” de la reacción política. El desfachatado y espelucado defensor de la medicina de la “seguridad democrática” conduce la troika parroquial de los alcaldes. Por lo pronto se autoproclama con su pinta de “homo qualunque” como el candidato del “sentido común”, un aporte audaz de sus asesores de imagen. Es el significante vacío que los propagandistas a sueldo del bloque dominante ensayan contra Petro y el Pacto Histórico como proyecto de gobierno progresista. Quieren llenarlo de asociaciones libres para seducir a la clase media que desesperada por la destorcida de la inflación recree un “estado de opinión” preventivo. Como cuando la reacción laica y creyente le ganaron de mano a un presidente remolón el plebiscito por la paz con una pequeña diferencia. Así las cosas, las elecciones se ganan o se pierden en las urnas, pero eso sí, rigurosamente vigiladas por 120.000 testigos electorales que dispongan la oposición real en la contienda del siglo, y en el variopinto universo del frente mediático controlado por un oligopolio, donde están posicionados los principales dueños del capital financiero, y apenas asoma la cabeza con timidez el proyecto Cambio y Noticias Uno. En la antesala del ciclo electoral de 2022, el bloque de la reacción, golpeado por una crisis de representación in crescendo, cuando aúpa la guerra social, y la lucha de clases blanca, quiere darle solución a la crisis de hegemonía de una vez por todas, cuando enfrenta a la “bestia negra”, el más opcionado candidato de la oposición en medio siglo de simulacro de elecciones democráticas en Colombia. En suma, la oligarquía gobernante desde 1948, para resolver el desenlace de la crisis de hegemonía que debilita su dominio histórico, quiere y necesita completar la obra negra realizada por Juan Manuel Santos con el placebo de la paz neoliberal negociada con la insurgencia subalterna de las Farc – EP, a cambio de la dejación de armas. En todo caso, es la paz constitucional que aún resguardan la ONU y la Corte Penal Internacional, contra el sirirí de la “paz con legalidad”. Aquella la fortaleció la visita del fiscal Karim Khan a Colombia, frente al incumplimiento generalizado del gobierno del bloque de la guerra de Iván Duque. Reiteró el poder judicial preferente de la JEP, y la investigación no judicial del conflicto armado desde 1958, que desarrolla con trabas gubernamentales la Comisión de la Verdad. Excurso sobre el bipartidismo histórico Desde 1832, con la presidencia de Santander, y muerto Bolívar en 1830, Colombia independiente tomó otro rumbo. Se alineó con el “destino manifiesto” de la potencia emergente, Estados Unidos. Fabricó la doctrina del respice polum, el antecedente del nuevo mejor amigo3. Antes, claro, la oligarquía disolvió el proyecto de la Gran Colombia que creó la Constitución de Cúcuta de 1821, unificando las Provincias Unidas de la Nueva Granada y la Confederación Venezolana en una asamblea constituyente. Aquella la presidió Antonio Nariño, precursor de la independencia granadina junto con los generales Bolívar y Santander, los tres arquitectos del nuevo orden de Colombia. La elite santanderista oligárquica empezó a pensar en términos de dependencia internacional del emergente hegemon estadounidense bajo la Doctrina Monroe. Después del fracaso del Congreso Anfictiónico de Panamá (1826), que era pieza fundamental del proyecto estratégico del libertador Simón Bolívar, quien ensayó una suerte de cesarismo progresivo, y asumió poderes dictatoriales en los siguientes años. Bolívar jugó su prestigio para equilibrar la balanza de poder continental e interno, pero fracasó ante los Estados Unidos, y la oposición neogranadina, y casi perdió la vida en la conspiración septembrina de 18284. Los últimos meses del libertador como paria del poder, luego de renunciar a la presidencia en el Congreso Admirable, Gabo los recreó bien en su novela histórica El general en su laberinto. Así comienza el ascenso definitivo del general Francisco de Paula Santander, 1792 – 1840, en la dirección moderada liberal que dirigió el primer desarrollo del estado y la nación colombiana, con el aplazamiento de las reformas sociales y económicas que tampoco emprendió Simón Bolívar,5 en una forma primigenia de revolución pasiva hasta la primera mitad del siglo XIX. El intento trágico del cofundador de la primera República, no una monarquía o imperio,6 después del esfuerzo interno de centralizar el poder político en la Gran Colombia que fracasó, lo siguió la intentona de descentralizarlo a través de la Confederación Granadina, 1858 – 1963, luego del sometimiento del ensayo subversivo plebeyo de las Sociedades Democráticas. Aquella fue ensayada por el presidente Mariano Ospina Rodríguez, que juntaba a Colombia y Panamá, como respuesta al sistema centro-federal propuesto por la Constitución de 1853-1858, propuesto por el partido santanderista. Los dos proyectos se hundieron también luego de un quinquenio experimental para cada uno. Los partidos liberal y conservador del siglo XX en adelante Para 1903, tres eran los protagonistas de la nueva oposición con viejas caras. Caro desde el Congreso, el liberal radical Aquileo Parra, y el conservador histórico Rafael Reyes. El afianzamiento de la Regeneración como resultado de la derrota al radicalismo, se tradujo en la candidatura del general Reyes y su gobierno a partir de 1903. El final de la guerra se cerró con la separación de Panamá bajo centinela extranjero. Nada más ni nada menos que Estados Unidos, y su presidente Theodoro Roosevelt, ejecutor a “a pie y juntillas” de la doctrina Monroe, quien reinició la construcción del Canal, cuyos derechos mantuvo por 99 años. Hubo también una tercería de oposición armada a la Regeneración. Una especie de partido de Acción7 encarnado en los liderazgos de Uribe Uribe y Herrera, generales de la guerra contra la Regeneración. Mientras que la oposición desarmada de corte liberal fue orientada por José María Samper, 1828 – 1888. Impulsor del proyecto de la Universidad Nacional de los Estados Unidos de Colombia,8 con la Ley 66 de 1867, primero, y luego por su hermano Miguel Samper Agudelo, quien fue uno de los “constituyentes” del 86. José María tuvo los auspicios político-militares del general Manuel María de los Santos Acosta, 1821 – 1901, quien coaligado había años atrás, derrotado al general José María Melo, y las Sociedades Democráticas en la breve guerra civil de 1854. La oposición plebeya y subalterna la encarnó por Melo en la segunda mitad del siglo XIX. Era un militar bolivariano que encarnó la facción de draconianos junto con Lorenzo María Lleras y Ambrosio López, proteccionistas del artesanado y la industria nacional. Quedó borrada su acción vindicativa por el triunfo de los Gólgotas, con el general Santos Acosta al frente del ejército gobiernista en la toma de Bogotá del 4 de diciembre de 1854. Se produjo la caída de Melo, el borramiento de la oposición plebeya, abanderada de un intento de república social que tampoco cuajó. El reemplazo presidencial fue José Domingo de Obaldía, presidente del estado soberano de Panamá, quien estuvo involucrada en la secesión de Colombia en connivencia con Philippe-Jean Bunau Varilla, 1859-1940,9 y el presidente Roosevelt, célebre por su grito de batalla: I took Panamá. Mediante un golpe de estado, el general Santos Acosta se hizo con el gobierno de los Estados Unidos de Colombia, el 23 de mayo de 1867. Gobernó por dos años, y defendió las banderas del radicalismo hasta el año 1876. Él era el segundo designado del presidente Tomás Cipriano de Mosquera, arquitecto de la Constitución de Rionegro, partidario del Bolivarismo, una variante de cesarismo progresivo.10 Había cerrado el Congreso el 29 de abril de 1867, que propició el golpe de estado que lo derrocó. El bipartidismo temprano de Colombia lo moldearon conservadores, moderados liberales y radicales, en reemplazo de las facciones bolivariana y santanderista. Ayuda repasar lo escrito por el historiador Germán Colmenares, 1938 – 1990.11 El tiempo del radicalismo colombiano, que algunos denominan primera república liberal, fue derrotado por una alianza entre moderados liberales y conservadores, con los liderazgos de Núñez y Caro. A partir del año 1885 se plasmó la asamblea constitucional de 1886, adobada a través de dos presidencias de un exradical, Rafael Núñez, 1880-1882, 1884-1886. Siempre estuvo acompañado por Miguel Antonio Caro, que fungía como encargado del poder ejecutivo, hasta el fallecimiento de aquel. Caro desarrolló una fórmula de cesarismo regresivo mediante el llamado partido Nacional. A este tiempo lo llamó Carlos Martínez Silva monarquía constitucional entre los años 1892-1897. El resultado fue otro momento de la oposición política a cargo de los Conservadores históricos, liderados por Marceliano Vélez y Martínez Silva, y los liberales bajo la orientación de Aquileo Parra. En 1897 hubo un principio de acuerdo entre Caro y Parra, para que aquel no fuera más presidente. El resultado fueron las elecciones de 1898 con la presencia de un liberal, Manuel Antonio Sanclemente, y un conservador, José Manuel Marroquín. Se formó un cuadrilátero de participantes, porque también concurrieron Miguel Samper, liberal, y el conservador Rafael Reyes. El triunfo fue para el nacionalismo que eligió a Sanclemente, ya un anciano, el 7 de agosto de 1898. En su lugar se posesionó Marroquín, pero Caro rechazó ese proceder. Este fue el caldo de cultivo de la “guerra de los mil días”, producto de un “vacío de poder”, cuando los liberales no aceptaron la renuncia de Marroquín forzada por Miguel Antonio Caro, quien seguía actuando entre bambalinas. Durante la conflagración, Marroquín derrocó a Sanclemente en 1900, con el pretexto de malos manejos presupuestales en la guerra civil. Estas son las peripecias y antesala del nacimiento de los partidos liberal y conservador colombiano en el siglo XX. Estas dos enseñas, por fin, en el siglo XXI, parecen agonizar como partidos capaces de elegir de modo directo a presidentes. En cambio, el bipartidismo sigue teniendo un peso específico fundamental como trincheras de la reacción y la derecha. Es lo que se prueba hasta hoy, en las encuestas de potenciales elegidos para el Congreso de la República el próximo 13 de marzo, donde puntúan Liberales y Conservadores. El entrevistado en la picota empresarial La primera decisión que voy a tomar es el cese en la contratación de exploración de petróleo en Colombia. Gustavo Petro. Los campesinos no pueden producir comida, porque en las grandes ciudades los jóvenes y la gente no pueden producir. Gustavo Petro. El Estado no puede seguir ausente, se debe invertir en el campo y llegar con una oferta social para los colombianos. Fico Gutiérrez. Necesitamos más policía judicial, más poder de investigación, de inteligencia, pero al mismo tiempo más poder de judicialización; que quienes hacen mal, pues vayan a la cárcel. Fico Gutiérrez. Ganar, pero ganar jugando bonito. Sergio Fajardo. Hemos recorrido un camino arduo. Tenemos la experiencia, el conocimiento, hemos enfrentado todo tipo de obstáculos y agresiones y ahora ya llegó el momento. Estoy listo para liderar a Colombia. Sergio Fajardo. Entre comentarios y respuestas directas que dio Petro en la entrevista de la W, esta semana, con los aspirantes a la presidencia más opcionados, el candidato de la oposición al bipartidismo mantiene una reflexión fundamental sobre la importancia estratégica del legado popular del Liberalismo, que él, sin embargo, interpela a través de César Gaviria y Alejandro Gaviria. Así, el dirigente del Pacto Histórico quiere soñar su triunfo para la segunda vuelta, logrando una alianza estratégica con el liberalismo para gobernar con ellos a Colombia. Así que las preguntas provinieron de una tríada de empresarios, María Fernanda Lacouture, de AmCham, Cabal, y Bruce Mac Master, presidente de la Andi, a propósito de la cláusula Petro, y el pretendido izquierdismo del candidato Petro, y su afinidad con el castrochavismo. Él despejó cualquier duda conceptual y práctica. Señaló que quiere desarrollar el capitalismo con un modelo para nada extractivista, amigable con el ambiente que corresponde a los dictados de los países más desarrollados. Él se apoyará en la productividad capitalista, con énfasis principal en las pymes, los pequeños y medianos propietarios privados, democratizando el mercado de bienes y servicio, hipotecado al oligopolio asfixiante de los grandes empresarios. El suyo es un capitalismo moderno, con una democratización liberal de la producción en todos los rubros, y con un control a las importaciones que tendrán ocurrencia progresiva. Se acerca de este modo, a la propuesta de la socialdemocracia europea de la segunda posguerra, en bastante sintonía con el programa económico que enarbola la coalición de gobierno de Gabriel Boric, quien se sostuvo como candidato de la izquierda, expresión que nunca pronunció Petro, a la cabeza de la Colombia Humana, y tampoco del Pacto Histórico. De hecho, Gustavo viajó a Santiago, y participa de la posesión este viernes del nuevo y más joven presidente de Chile. Forjado en la resistencia a la dictadura de Pinochet y los acuerdos transitorios, en las canteras del movimiento universitario y de los pingüinos de la escuela secundaria. Dicho lo cual, él no piensa, que el “estallido social” del año pasado, así como la suma y articulación posibles en el Pacto Histórico sean suficientes para ganar la presidencia en primera vuelta, aunque insista con su principal capitán de campo, el senador Gustavo Bolívar. Para él, como tampoco ocurrió en Chile, es suficiente la emergencia de los jóvenes estudiantes y el creciente activismo de las mujeres y la presencia de las minorías étnicas y los pueblos originarios, para ganar en la primera vuelta. En Colombia tampoco resulta suficiente el balance en probable votación, la lucha escalonada contra la reforma educativa y la desfinanciación de la educación superior en sus hitos de 2010, 2011, 2018 y 2019; así como el paro agrario nacional, y las movilizaciones de la minga social indígena, la movilización de las mujeres por los acuerdos de Paz, y la consulta contra la corrupción. Sin embargo, sí es una expresión plural de un nuevo ciclo de la revolución democrática interrumpida en Colombia. Animada por los subalternos sociales que no parece suficiente para que el candidato progresista liberal social resulte electo.12 Tampoco para conseguir una mayoría confiable en el poder legislativo este próximo 13 de marzo, que supere las talanqueras a las reformas que se propongan desde el primer día. El rumbo presente de la democracia subalterna La participación de la democracia subalterna en movimiento, en procura de autonomía y en reivindicación de la igualdad social, más allá de elecciones, después de la fallida negociación de paz del Caguán, volvió a ganar expresión en las calles y plazas de Colombia, aunque no se ha organizado eficazmente, y es objeto de asesinatos y represión. Tal y como se demostró en la persecución y sanción a los componentes reales o presuntos de la “primera línea” en el paro cívico, social y popular de 2021. Y en la sangrienta seguidilla asesinatos a excombatientes y líderes y lideresas sociales que no cesa en las principales municipalidades en conflicto histórico desde finales de los años cincuenta del siglo pasado. La suma probable de sus votos de rebeldía, resistencia, desobediencia en las grandes barriadas citadinas que estuvieron al borde de la insurrección tampoco suman los votos necesarios, al lado de la ambigua rebeldía femenina, que tiene esta vez, una novedad organizativa, una punta de lanza en “Estamos Listas”. No resultan suficientes hasta ahora para articular un triunfo de la oposición real en la primera vuelta que avance en el desenlace en la crisis de hegemonía que se disputa la dirección de la sociedad civil y el gobierno de la sociedad política, en una fórmula de estado integral que en las condiciones de Colombia está sobredeterminado por la guerra social que orquestan las oligarquías antes y después del Frente Nacional. Porque Colombia es también, valiéndonos de Gramsci, y los aportes de las escuelas de los estudios subalternos en India, con el liderazgo de Ranajit Guha, autor de Dominio sin Hegemonía; y luego en los Estados Unidos, con John Beverley, cofundador del grupo The Latin American Subaltern Studies Group (1993), que consiguió voz propia durante la ola de los estudios culturales, dándole voz a los subalternos entre los estudiosos. En todo caso, las consultas que son las “primarias” auto instituidas para los partidos existentes, que no son ni han sido hasta la fecha organizaciones democráticas, sino estructuras faccionales, corporaciones o microempresas que oligopolizan avales. Ellas marcan en su disputada interacción por el favor ciudadano, un nuevo rumbo al desenlace de la crisis de hegemonía en la sociedad civil colombiana en trance de acceder a la modernidad política. Atendiendo a los resultados de la encuesta EcoAnalítica Guarumo, divulgada por El Tiempo del 6/03/2022, el 63,3% del electorado dispuesto a votar dice que lo hará en las primarias/coaliciones, en tanto que 14,4% está indeciso, y 22,3% no participará de la consulta. Esto es, no escogerá el tarjetón respectivo, que cada votante tiene que pedir por aparte. El desenlace de la crisis de hegemonía avanzó tanto más en el cuatrenio de Iván Duque, que amplió la brecha entre gobernantes y gobernados. Al hambrear a la gente del común hasta la exasperación, cuando a cambio de un salario mínimo vital para responder a la excepcionalidad de la pandemia de millones de subalternos, entregó y distrajo billones para el círculo de negociantes y especuladores de la oligarquía bipartidista. Pretendió la más descarada y expropiadora reforma tributaria –con el defenestrado ministro Carrasquilla hijo del sanedrín economicista de los Andes–, que registre la historia económica de Colombia. Superó a la contrarreforma de Misael Pastrana Borrero con el binomio Upac-Acuerdo de Chicoral. Así despidió la manguala bipartidista del Frente Nacional, y su intensa guerra social en el campo y la ciudad contra los grupos y clases subalternas en rebeldía. No pudo cumplir su consociacionismo excluyente, pactado contra la oposición, sin acudir al fraude para derrotarla en las urnas. La Anapo, hecha de subalternos que provenían del establecimiento liberal conservador y de otras denominaciones de la oposición política, ganaba antes de las 10 de la noche, y amaneció derrotada el siguiente lunes. Tampoco lo pudo hacer, el nuevo proyecto de la reacción orquestado en las canteras de la apertura neoliberal con una restringida y acotada participación democrática, que degeneró el intento de democracia representativa negociado por una tercera fuerza de oposición en el proceso constituyente 1990/91, la AD/M19. El liderazgo de la degeneración democrática orientado por los gobiernos Pastrana/Uribe Vélez/Santos se tradujo en un acelerado proceso de de-democratización que erigió un régimen para-presidencial que prueba que Colombia no es una democracia representativa moderna. Tal y como lo sostuvo Gustavo Petro, al ser preguntado en el programa de la “W”. La guerra social desde arriba produjo el sacrificio de miles de inocentes, en la vorágine de la seguridad democrática, que más de 5 millones desplazados internos. ¿A las puertas de un gobierno de oposición? Pero ¿qué pasa mientras tanto? Los socios liberales y conservadores, en el escenario de estas “primarias” auto impuestas políticamente,13 no presentaron candidatos de coalición oficiales. Las coaliciones son producto habilitado por la aplicación de la última reforma electoral. Dicho mecanismo previene al bloque dominante y aliados de sufrir mayores sorpresas electorales indeseables; en primer lugar, a los partidos tradicionales dominantes, y sus sustitutos, el Centro Democrático, puesto que sufren una severa crisis de representación que ya no les permite ganar elecciones solos. Es el dispositivo institucional traduce una nueva variante local de la estrategia de revolución pasiva que ha hecho posible el transformismo, la cooptación, y en extremos la liquidación física de los líderes subalternos, sus agrupaciones partidistas, contradictores convertidos en enemigos.14 La estrategia política antidemocrática de la revolución pasiva, que adopta diversas formas, tiene larga duración en el país. En el siglo XX partió como la respuesta a la rebelión popular que resultó de un primer “estallido social”, produjo la indignación subalterna contra el asesinato de su líder, el 9 de abril de 1948. También marcó el punto de inicio histórico social de una crisis orgánica de larga duración en el capitalismo periférico y dependiente de la modernización colombiana. Así, crisis orgánica y revolución pasiva se articulan para ese tiempo. Desde entonces, esta dupla sobre determina en su reproducción el carácter ininterrumpido la dominación de la oligarquía bipartidista mediante la guerra social contra los esfuerzos autonómicos de resistencia y rebeldía subalternas de la ciudad y el campo colombianos. Las direcciones liberal y conservadora no presentaron candidato propio a la presidencia, pero, eso sí, colocaron a miembros suyos al interior de estas, por si las moscas, en una operación avispa preventiva de todos contra Petro. Pero, junto con el Centro Democrático, los partidos liberal y conservador oficiales son punteros en la probable elección de senadores y representantes. Estas son las trincheras que se refuerzan a la vista de un posible triunfo de la oposición real en la presidencia de Colombia. Los emblemas del bipartidismo histórico están retados y amenazados de nuevo, cuando menos desde el 2018. Es la oposición subalterna que se expresó con la constituyente hace 31 años, y por fuera de ella, desbordándola. De la primera, que empezó con la AD/M19, el liderazgo actual se autodefine progresista y defensor del contenido social y político de la Constitución de 1991. Sin embargo, es el producto de un tortuoso proceso de revolución democrática interrumpida que nace de un ejercicio de dominio sin hegemonía en la construcción del estado y la nación colombiana,15 desde el aplastamiento del experimento de las Sociedades Democráticas asociadas con la fracción bolivariana nacionalista que tuvo un punto de encuentro en 1903, que fijó las bases de un capitalismo dependiente y periférico, que experimentó una crisis orgánica al final de la primera mitad del siglo XX, que tuvo expresión en la democracia popular dirigida por un caudillo liberal, asesinado en 1948. Lo que dice una encuesta sobre Senado y Coaliciones y el TikTok La encuesta EcoAnalítica Guarumo muestra en primer lugar del Senado al partido Conservador: 15,3 %, 2. Liberalismo, 14,2%, 3. Centro Democrático, 12,2%, 4. Cambio Radical, 11,2%, y el 5. Pacto Histórico, 10,8%. De ser cierto lo registrado en las 2345 encuestas realizadas entre 28/02 y 4/03, con un 95% de confianza, que excluyó de medición a antiguos territorios nacionales y al archipiélago de San Andrés, el cálculo hecho por el Pacto Histórico que es la real fuerza de oposición al orden bipartidista extendido no alcanzaría a elegir los 18 senadores que pronostican. Para lograrlo requeriría marcar en las estadísticas un 20%. A hoy, la coalición que lidera Petro apenas alcanza al 10,8. En la misma encuesta se registraba que 9,1% no tenía claro por quién votar, y el 7,2 % anunciaba que votaría en blanco. Es decir, que hay 16,3% para crecer entre los partidos y bloques contendientes a partir del 13 de marzo y hasta el mes de junio. De otra parte, en redes, está presente el registro de redes, y la más atendida de todas, por las juventudes colombianas, TikTok. En ellas puntea un outsider, un comodín del establecimiento, el empresario Rodolfo Hernández, una suerte de Ros Perrot colombiano. Tiene a la fecha 268.000 seguidores, 1.900.000 likes. El segundo es Gustavo Petro, con 160.200 seguidores y 691.800 likes, la tercera es Francia Márquez con 37.000 seguidores, y 445.700 likes, el cuarto lugar lo ocupa, Federico Gutiérrez con 19.900 seguidores y 198.300 likes. Fico es el candidato más opcionado de la reacción política, y reiteró en sus trinos más recientes que apoyará, si no es él, a quien enfrente al candidato de la Oposición política, Gustavo Petro. Ante lo cual, en una reciente encuesta hecha por la W, los demás rivales se mostraron cautelosos, rehuyendo la pregunta, y autoproclamándose ganadores. Es lo que hicieron Juan Manuel Galán, Ingrid Betancourt, y otros rehusaron contestar. De los 17 candidatos que acudieron a la prueba del TikTok, 13 prefirieron mostrarse callejiando, recogiendo firmas o “intimando” con los transeúntes. La verdad es que pocos tienen habilidades suficientes por este medio. Pero quienes polemizan y despotrican, por lo general consiguen mayores likes. En el registro actual de los candidatos cámara (1562) y senado (974) ninguno tiene cuenta, pero sí hay activos, quienes se sometieron a la prueba del TikTok posmoderno, sin ligarla con su nombre. Es el caso de 62 aspirantes al senado. Los punteros allí, en la liza virtual son Caterine Ibarguén, Gilberto Tobón y Ariel Ávila, pero solamente los dos últimos se refieren a temas de política en la coyuntura nacional. En la Cámara lideran Germán Ricaurte, Katherine Miranda, Mauricio Toro y Jennifer Pedraza. Son los verdes los más hábiles, quienes se han empoderado en el TikTok con más eficacia. Veremos qué pasa el domingo con ellxs. El domingo, la incógnita Petro, la “bete noire” tanto para la reacción como para la derecha, estará en parte despejada, en relación con la próxima presencia en el Congreso del Pacto Histórico y sus potenciales aliados; y, por otra parte, Colombia sabrá cuántos marcarán la opción de su coalición, esto es, si superan y en cuánto los votos de la pasada elección que favorecieron a Petro en la ronda con Carlos Caicedo. Tendrá que superar los 7 millones de votos para remontar y alcanzar los 10 millones con las posibles alianzas para la primera vuelta. Como siempre, la multitud de subalternos movilizados vuelve a tener la palabra en materia de representación política, la más estrecha y acotada forma de la representación moderna. Edición 769 – Semana del 12 al 18 de marzo de 20221 La encrucijada de Colombia: Dos modelos de país, debate y elecciones 2022. Parte I, en el Semanario Virtual Caja de Herramientas. 2 Hasta el día de hoy, más de un analista insiste en que Carlos Lleras Restrepo y el binomio del oro del Frente Nacional le robaron las elecciones presidenciales al exdictador Rojas Pinilla el 19 de abril de 1970. Él, primero contó con el beneplácito del establecimiento cuando actuó como “pacificador” de la guerrilla popular liberal “enllanada”. Luego envalentonado con sus triunfos, este ingeniero formado en Estados Unidos pensó ganarles la mano al frente de la Anapo, después de salir indemne del juicio político ante el senado dominado por el bloque bipartidista, al que enfrentó con éxito y popularidad en alza. La dialéctica de la yuca, la papa y la cebolla, y el auxilio eficaz de su hija, María Eugenia, “la capitana”, quien estuvo al frente de Sendas, emulando modestamente con el ejemplo de la “inmortal” Evita Perón. 3 Fue la obra del presidente conservador Marco Fidel Suárez, 1918 – 1921, luego del zarpazo estadounidense sobre Panamá, nuestra ruta interoceánica, y luego de la firma del Tratado Urrutia-Thompson que fuera el premio de consolación, la indemnización acordada por el Congreso de la potencia imperialista. 4 Fue señalado como principal autor intelectual de la conspiración que buscaba darle muerte al Libertador dictador desde 1828, si fuera preciso, el general Santander, a quien Simón Bolívar, en lugar de la condena de muerte, desterró. El exiliado fijó residencia en los Estados Unidos de América. 5 No se atrevió a decretar la libertad de los esclavos que había prometido a Petion, cuando lo apoyó en la guerra de liberación. Tampoco propuso una reforma agraria, al estilo de la jacobina en la revolución francesa, que quitara los poderes a los terratenientes criollos y a las comunidades religiosas poseedoras de grandes propiedades fundiarias que extendieron la servidumbre de origen feudal sobre las comunidades indígenas, de modo principal. 6 Como otros neogranadinos lo querían, incluido el victorioso general venezolano, José Antonio Páez. 7 Recordando un poco la experiencia del Risorgimento italiano, cuando se construyó el estado y la nación italiana bajo otras premisas histórico sociales en desarrollo del capitalismo nacional tardío. 8 En reemplazo del fracasado proyecto de Santander y Bolívar de la Universidad Central que tuvo tres sedes, en Bogotá, Caracas y Quito, con el que se dio inicio al proyecto de universidades públicas laicas a partir de la independencia. 9 ES el autor de Panama: The Creation, Destruction and Resurrection (1913). 10 Un fenómeno político estudiado por el venezolano Valenilla Lanz, y citado por Alfredo Vásquez Carrizosa, en El poder presidencial en Colombia. 11 Autor, en la corriente de la nueva historia social, de la escuela de los Annales: Partidos Políticos y clases sociales (1968).Universidad de los Andes, Bogotá. 12 Es lo que lo hace heredero de Alfonso López Pumarejo, Jorge Eliécer Gaitán, y hasta Carlos Lleras Restrepo, un desarrollista entusiasmado con la retórica de la “nueva frontera”, con la que formó a su discípulo inmolado, Luis Carlos Galán. 13 Ocurrió lo mismo en el ciclo electoral de 2018, aunque con menos aspavientos. El Liberalismo presentó como candidato a Humberto de la Calle, y consumió a este “pacificador” en la hoguera de las ilusiones, con la desastrosa cosecha de la paz que tenemos a la vista. Aceptó sin empacho, con el Liberalismo conducido por César Gaviria de hacerle el “fo” a Gustavo Petro, señalándolo de extremo izquierdista y guerrillero. Mientras defendía, eso sí, de manera vergonzante la paz neoliberal impuesta por Juan Manuel Santos a los negociadores de La Habana. Asustándolos con el fantasma de la reacción armada, y el poder destructor del monopolio técnico militar del fuego aéreo. 14 Antonio Gramsci, al estudiar el Risorgimento desde el horizonte catastrófico del fascismo italiano, rastreó la genealogía política de la revolución pasiva, que localizó en los escritos y la acción de un perdedor, Vincenzo Cuoco, en la fracasada experiencia de la República de Nápoles de 1799, durante el ciclo de las revoluciones burguesas. Saggio storico sulla rivoluzione napoletana del 1799; seguito dal Raporto al cittadino Carnot di Francesco Lomonaco a cura de Fausto Nicolini. 1913). 15 Al respecto conviene rescatar, en clave comparativa, lo que escribí el historiador Ranajit Guha en Dominio sin Hegemonía, donde explica la lucha que desembocó en la construcción de la moderna India a través de una dirección burguesa sin realizar reformas democráticas, a través de la acción subalterna con la presencia del campesinado y las castas inferiores. | |||||||||||||
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