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El drama de la “izquierda”: ¿Elecciones o abstención? |
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Más allá de los constantes fracasos y de las efímeras victorias electorales, hemos de entender, como nos lo enseñara el maestro Orlando Fals Boda que, “hay que pasar, tranquilamente, por encima de las próximas y de las siguientes elecciones… hay que sumar fuerzas para alcanzar y derrotar los umbrales, pero estimulando siempre las agrupaciones emergentes que son los semilleros de la auténtica democracia participativa… |
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Julio César Carrión Castro |
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I. Una disyuntiva miserable “...cuando la agresión ideológica del sistema es alta, cuando los medios de comunicación son la única fábrica de opinión, cuando coordinarse y movilizarse se criminaliza y reprime, cuando la miseria de las poblaciones crece… hay una búsqueda –en la que está mucha gente– de herramientas que permitan la lucha. En esa búsqueda queremos estar. No es tanto el votar o no votar, sino qué hacemos entre convocatoria y convocatoria electoral y en qué condiciones nos “enfrentamos” a las mismas”. Del abstencionismo al oportunismo y al pragmatismo cínico... Los medios de comunicación se han convertido en el principal instrumento de orientación de las masas populares. Los manipuladores de la “opinión pública” conducen como rebaños a las multitudes, ya sea de consumidores o de sufragantes, hacia los objetivos que desean los empresarios, los buhoneros, los mercachifles, los politiqueros o los detentadores del poder. Dichos medios son instrumentos de control y de regulación social al servicio de los grupos hegemónicos. La desinformación y la propaganda que constantemente emiten, son armas muy eficaces para lograr la apatía, el resentimiento, el desprecio por los valores culturales y por la auténtica participación política, son los más eficientes mecanismos para alcanzar el condicionamiento psicológico generalizado. La llamada “democracia”, sus valores, antaño reputados como fundamentos del quehacer de los políticos y los académicos, ha sido sustituida, sin pena ni gloria, por la constante manipulación de eso que aún se suele denominar como “la opinión pública”, por parte de unas empresas de la comunicación puestas al servicio de los intereses del mercado y del poder, que únicamente buscan establecer la homogeneidad cultural y el pensamiento único. Gracias a la “información” que manipulan los medios de comunicación, se logró el aislamiento ciudadano de lo comunitario y de la política activa, se logró reducir la “participación política” a mera participación electorera. Un nuevo tipo de “demócratas” y “revolucionarios”, fabricados mediáticamente, pululan en el mundillo académico y farandulero manteniendo viva la ilusión de una fantasmagórica democracia. Las llamadas jornadas electorales, promovidas por los grupos hegemónicos y sus medios de comunicación, son una especie de terapias grupales y personales, de encuentros anónimos de descarga emocional, no de esfuerzos tendientes a generar nuevos horizontes para la política, ni a la construcción de movimientos de repudio a la razón instrumental o a la razón de Estado que pesan sobre los ciudadanos. La sumatoria de dos formas de ilusos, elaborados por los medios de comunicación y la politiquería: por un lado, los abstencionistas y por otro los electoreros, ha dado como resultado la inacción y el descrédito de una izquierda, antaño fundamentada en la validez de la utopía socialista y hoy tristemente reducida a velar por un pragmatismo cínico que le permite a sus “líderes” pergeñar ventajas personales y continuar teniendo imagen. En un intento por rescatar la vieja vocación ética, en que se sustentaba el socialismo posible, sería positivo, un debate, a propósito del sinnúmero de análisis, supuestamente “académico-marxistas”, que están surgiendo ahora como explicación al tremendo abstencionismo (de más del 60% de la población en el último certamen) y al desprecio con que los sectores populares han respondido a la farsa electoral (castigado de paso a los movimientos “de izquierda” que han promovido esta actividad, como si la contienda electorera fuera la única opción para los revolucionarios, como si a eso se redujera toda la política), es bueno recordarles a los mediáticos legitimadores del poder establecido, a los trepadores del escalafón docente, a los farsantes y faranduleros “revolucionarios de academia”, dedicados a la opinión política de momento y quienes han llevado hasta el paroxismo las descalificaciones, incluso con la desfachatez de señalar como “idiotas” o irracionales a los promotores del voto en blanco, a los impulsadores de las acciones de nulidad y a los abstencionistas, estas palabras de Estanislao Zuleta: “Parafraseando podría decirse que hay algo peor que el marxismo vulgar, y es el marxismo profesoral. Aquí todas las tesis pueden ser admitidas y sopesadas con máxima ecuanimidad, precisamente porque se descarta de antemano que puedan convertirse en luchas reales. Toda pasión por construir un mundo nuevo ha desaparecido lo mismo que toda indignación por la infamia de la vida capitalista, tanto de su miseria como de su riqueza, de sus derrotados como de sus exitosos. Al contrario, puede abandonarse todo romanticismo revolucionario y toda utopía. El soñador ha entrado al fin en la edad de la razón, se ha instalado sólidamente en la realidad y puede estar seguro de que su nueva disciplina, la marxología científica, es una especialidad bastante rentable en el capitalismo”. (Zuleta, E. Ensayos sobre Marx, Percepción, Medellín, 1987, p. 191.) Por otra parte, son estos mismos “teóricos” y “académicos” que se atrincheran en los medios de comunicación, los defensores de una concepción, supuestamente astuta y bien intencionada, que se presenta como única opción en materia del quehacer político, y que pide a los ciudadanos, a los electores, optar por “el menos peor” de los candidatos en una contienda electoral. Desde hace ya mucho tiempo estas catastróficas tesis le hacen daño a la izquierda, llevando a la carencia de eticidad y al descrédito, a los dirigentes de una supuesta “izquierda”, acomodaticia y trepadora, que realmente han terminado pidiéndole a sus militantes renunciar a los sueños y las utopías, en favor de ventajas coyunturales de carácter personal o grupal. Se trata de un pragmatismo cínico que constituye una vergüenza histórica, para los promotores del socialismo, ahora transformados en revolucionarios que no desean la revolución, sino el conformismo y el acomodamiento; líderes que se acercan a sus mediatizados sufragantes, con tesis, programas electoreros y propuestas de alianzas estratégicas con los enemigos, a decir que no existe alternativa distinta a la del acercamiento pragmático, con miras a la obtención de la paz o la futura “revolución”, siempre en espera. La Revista “Alternativa” en 1976, Preguntaba a Estanislao Zuleta: ¿Hasta qué punto el centro de la actividad y los análisis políticos de la izquierda deben estar polarizados por el problema elecciones-abstención, siendo esta una actividad efímera? Y el maestro Zuleta, con diáfana claridad les respondió: “Nosotros sostenemos que esa es una disyuntiva miserable en un análisis político. Y no creemos en ninguna virtud de la abstención. En Colombia la izquierda se ha engañado muchas veces con el poder de los abstencionistas. Camilo pensó que eran votos para la izquierda, y sigue creyéndose, que la abstención puede ser organizada. Me parece tan ingenuo hacerse ilusiones en las elecciones como hacérselas en la abstención. Porque la capacidad efectiva de las masas se expresa en organizaciones reales para enfrentar la explotación...”. El apoliticismo, la apatía, el desencanto de las masas frente a los asuntos públicos y ciudadanos ahora se compensa, resignadamente, por parte de estos “académicos” e “intelectuales” de izquierda, mediante el placebo de la “participación virtual”. No es gratuito, en estas condiciones de precariedad democrática, de despolitización, de desprestigio de la actividad política, de suplantación de los líderes y de la fatuidad de esa llamada “sociedad civil”, que se proponga como una nueva opción de rescate de los lazos solidarios y de restablecimiento de la comunidad perdida en medio de esta fragmentación universal, el apoyo “revolucionario”, a los caudillos mejor establecidos, más carismáticos, más “pantalleros”, a los “programas” más publicitados, más “convenientes” para los grupúsculos de una izquierda vergonzosamente fracturada el mil empresitas electorales, con la esperanza de que sus perspectivas mediáticas logren superar las ya marchitas movilizaciones populares. Toda esa miseria política que los medios siguen denominando “democracia”, nos ha llevado hasta la más sucia cloaca electorera. Muchos de los candidatos, disfrazados de izquierda o de derecha, se declaran demócratas, así sean golpistas o fascistas. Dicen estar en santa cruzada por los “valores de la democracia” y el respeto por el “Estado de derecho”. II. Elecciones o abstención: una disyuntiva miserable –Precarias subjetividades, participación electoral y lucha de clases– “Marx y Freud, por ejemplo, reducidos al estado de papilla dogmática, podrán ser comercializados sin ningún riesgo para el sistema... El marxismo y el freudismo, escrupulosamente neutralizados por los cuerpos constituidos del movimiento obrero, del movimiento psicoanalítico y de la Universidad, no solamente no incomodan a nadie, sino que han llegado incluso a convertirse en los garantes del orden establecido, la demostración por reducción al absurdo de que es imposible amenazarlo seriamente”. En el año 1976 la Revista “Alternativa” pregunta al maestro Estanislao Zuleta: “¿Podría ampliar la crítica que un número pasado de Ruptura le formula a la izquierda que participó en las elecciones?”. Zuleta respondió: “Allí hay varios aspectos. Pero el fundamental es que la forma electoral de lucha ofrece resultados efímeros. En general me parece dudoso que los esfuerzos y los recursos humanos y financieros movilizados en una campaña electoral sean más eficaces que si fueran dirigidos a impulsar la organización y la lucha de los trabajadores”. Alternativa. - ¿Pero hasta qué punto el centro de la actividad y los análisis políticos de la izquierda deben estar polarizados por el problema elecciones-abstención, siendo ésta como dice Ud. una actividad tan efímera? E.Z.- “Nosotros sostuvimos que esa es una disyuntiva miserable en un análisis político. Y no creemos en ninguna virtud de la abstención. En Colombia la izquierda se ha engañado muchas veces con el poder de los abstencionistas. Camilo pensó que eran votos para la izquierda, y sigue creyéndose, que la abstención puede ser organizada. Me parece tan ingenuo hacerse ilusiones en las elecciones como hacérselas en la abstención. Porque la capacidad efectiva de las masas se expresa en organizaciones reales para enfrentar la explotación…” Más adelante, refiriéndose al tipo de organización más adecuado para los nuevos grupos de inconformes, afirmó Zuleta: “Queremos escapar a la forma sectaria de crear una dirección que produce consignas y luego consigue adeptos para que las difundan. Escapar a la nefasta tradición de erigir un pequeño comité de iluminados como cabeza y unos miembros que ejecutan y no piensan, introduciendo al seno de la organización la división capitalista del trabajo: el trabajo que manda y el que obedece, el trabajo que piensa y el que ejecuta. Estamos convencidos de que los trabajadores no necesitan cambiar de pastores sino dejar de ser ovejas. Y que necesitan liberarse de la pasividad en que los tiene sumidos el extraordinario burocratismo sindical de la derecha y de la izquierda…” Se trata de algo muy complejo, pues, en la actualidad, esa “pasividad” de los trabajadores y en general de los sectores populares, se ha alterado significativamente; la subjetividad y la conciencia de los sujetos sociales, en todos sus niveles y categorías, ha pasado a ser un asunto político de enorme presencia que debe ser tomado en cuenta. Diseminados por todos los rincones del entramado social surgen grupos juveniles de reclamo, de rechazo y de protesta, la mayoría de las veces espontáneos y desorganizados, pero que, paulatinamente, han ido estructurando, novedosas formas de expresión política, económica, social y cultural, alejados ya de las formas organizativas, partidistas y militantes tradicionales. Se trata de la insurgencia de nuevos “sujetos revolucionarios”, no sólo obreros o proletarios sino, mujeres, estudiantes, indígenas, negritudes, desempleados, emigrados, desplazados, refugiados, campesinos, ambientalistas, mendigos, alcohólicos, discapacitados, farmacodependientes, colonos, enfermos, seropositivos, homosexuales, prostitutas, y muchos otros grupos marginados que, sociológica y despectivamente, se les suele denominar como “el lumpen”. Estas sociedades de masas en que estamos implicados, no ponen en juego simplemente sujetos individuales organizados en los habituales partidos o sindicatos, sino agrupamientos colectivos, es decir, conjuntos o multitudes en los que, ciertamente hay individuos, pero donde existe un fuerte componente social, variado, de naturaleza múltiple que solamente cobra visibilidad durante los estallidos sociales, las movilizaciones y los paros, como los que han sacudido a toda la América Latina los últimos años. Se trata de los nuevos colectivos de arrabal y de barriada, la expresión de nuevas formas de lucha que no solamente son señaladas y descalificadas por las clases dominantes, que los acusan de desadaptados, vándalos o gamberros, sino que, generalmente son desconocidas o mal entendidas por los viejos partidos y sindicatos de la llamada “izquierda”. Toda esta situación debemos entenderla como la puesta en marcha de la “revolución molecular disipada” a que se refería Félix Guattari. Dichos movimientos, con sus incipientes formas organizativas, constituyen ya la esencia de un proyecto emancipatorio que ha superado los viejos esquemas militantes, disciplinarios, partidistas que, arbitrariamente, asignaban la condición de mesiánicos “sujetos revolucionarios” a elegidas “vanguardias”. Las cuales, en todo caso, siguen actuando dentro de la lógica de dominio del “orden establecido”, llegando incluso a manifestar, al igual que los grupos hegemónicos, la más extrema adaptación y sumisión a ese supuesto orden, bajo el capitalismo mundial -que en realidad ya es un fascismo mundial- con individuos sistemáticamente manipulados por los sistemas de control tecnológico y mediático, que les direccionan los gustos, los intereses y hasta las preferencias consumistas y/o electorales. Pero todo ello puede dar un giro al entender que las voluntades de estos sectores marginales, desasimilados y desarraigados pueden unirse, encadenarse, aliarse y lograr, precisamente, más allá de la simple “participación” electorera, esa revolución molecular que asusta, tanto a la burguesía y sus esbirros, como a las propias clases aparentes y simbólicas, que, desde el mundillo politiquero y academicista, de “izquierda” o de derecha, los pretenden sustituir y reemplazar, o simplemente arrear como rebaños a las urnas. Es importante señalar que el concepto de pobreza y marginalidad no siempre se ha definido en los mismos términos. Si miramos los tipos de población objeto de las grandes empresas de vigilancia, represión, control y confinamiento, como las describiera Michael Foucault, encontramos muchos otros “anormales” y desarraigados, no necesariamente subordinados o manipulados por los grupos de poder. Juan José Sebreli en su libro “Buenos Aires, vida cotidiana y alienación”, de 1964, al abordar el análisis de la precariedad de la vida social, las necesidades y las miserias, que circundaban el ambiente urbano de una Buenos Aires colmada de muchedumbres de inmigrantes desempleados, hambreados y desilusionados, es decir, del lumpen o el malevaje y otros habitantes del “arrabal amago”, sujetos colmados también de sueños, ilusiones, quimeras, esperanzas y utopías; habitantes de la calle, de los “metederos”, de las cantinas y de los burdeles, dispuestos, en todo caso, desde los rescoldos de la inconformidad y de la rebeldía, a recoger los pedazos y fragmentos maltrechos de unas esperanzas redivivas, y confrontar el poder que les alienaba y subyugaba. Establece Sebreli cómo, en su caótico acontecer cotidiano, estos desarraigados sociales fueron implantando, por ejemplo, el lenguaje lunfardo, como una forma de rebelión, contra esas estructuras sociales que los excluían. Dice: “El lunfardo que comenzó siendo el lenguaje técnico de los malhechores, destinado a ser entendido sólo por los iniciados devino luego el lenguaje común de todo ese sector desasimilado, que intenta la destrucción simbólica de la sociedad organizada, mediante la destrucción de su lenguaje...” Asimismo, debemos entender que la noción de “revolución molecular disipada” se refiere, precisamente, a esos procesos de carácter introspectivo de generación de conciencia personal, para que cada ciudadano busque reconfigurar sus deseos y diferenciarlos intencionalmente de las necesidades que les han sido impuestas por las sociedades de consumo y espectáculo, y por los orwellianos regímenes políticos de hoy. Realmente se trataría de una explicación o exposición más contemporánea de lo que François-Marie Arouet, universalmente conocido como Voltaire 1694 – 1778, quiso significar con su “Cándido o el optimismo” al indicarnos que debemos “cultivar nuestro jardín”. Voltaire, desde su pesimismo ilustrado, nos convoca a confrontar todas las engañifas confesionales o militantes, las trapisondas pseudointelectuales de unos, –más publicitados que “carismáticos” – líderes “decentes”, “buenos” y “verdaderos” que, desde su condición de “guías”, rechazan, condenan y hasta queman a los herejes y renegados, que no se sometan a su dirección. En este desolado panorama de contradicciones irreductibles, aparece como un rayo de luz esa ponderada invitación que nos hace Voltaire a cultivar nuestro jardín. Esa es la divisa de un egoísmo ilustrado y activo, no el de la quietud del nihilismo ni del conformismo. Egoísmo ilustrado para confrontar, tanto la resignación al sufrimiento que predica el cristianismo, como esa falsa rebeldía electorera, centrada en las ilusiones del progreso y de los “progresistas”, que pretenden dulcificarnos la explotación y alcanzar un capitalismo amable, gracias a su intervención en los sufragios. Se trataría de eliminar las estrechas convicciones militantes, el gregarismo y las esperanzas trasmundanas, dando un profundo sentido vitalista y humanista a un nuevo proyecto, que no sería una candorosa utopía, sino una seria y fuerte afirmación de la libertad individual, superando tanto las concepciones liberales del individuo abstracto, sujeto solamente de contratos, como las disciplinas militantes de las ya desgastadas ortodoxias izquierdistas, proponiéndonos, abiertamente un pensamiento radicalmente libre y autónomo. Cultivar nuestro huerto o jardín significa retornar a una auténtica subjetividad que rompa la masificación, la absurda gregarización en que cómodamente se han establecido las electorales “mayorías”, los “rebaños” … La idea central es que el sujeto es inherentemente político, pero no como lo entienden los activistas y militantes subyugados por el partido o por las ilusiones. Ser libre para sí mismo, para cultivar nuestro huerto, significa afirmar la vitalidad confrontando el nihilismo, no desde la acomodaticia individualidad resignada o la abrumadora masificación uniformadora, sino, para ayudar a formar seres humanos capaces de decidir, autónomamente, votar o no votar, u optar por buscar otras fórmulas de confrontación a este capitalismo tardío, otro tipo de organizaciones más serias, reales y comprometidas en enfrentar la explotación contando con los supuestos “bajos fondos de la sociedad”, con los vándalos, con ese variado e inefable lumpen. Más allá de los constantes fracasos y de las efímeras victorias electorales, hemos de entender, como nos lo enseñara el maestro Orlando Fals Boda que, “hay que pasar, tranquilamente, por encima de las próximas y de las siguientes elecciones… hay que sumar fuerzas para alcanzar y derrotar los umbrales, pero estimulando siempre las agrupaciones emergentes que son los semilleros de la auténtica democracia participativa… Hay que cerrar filas en torno al pensamiento radical y a un enfoque socialista del problema colombiano…” Edición 769 – Semana del 12 al 18 de marzo de 2022 | |||||||||||||
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