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La invasión a Ucrania |
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Se trata de una guerra de invasión, de conquista, con arrasamiento de ciudades, infraestructuras, y liquidación de civiles (irrespetando el principio del DIH de solo ataques a combatientes), para debilitar al gobernante Zelenski y llevarlo a la rendición. |
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Alberto Ramos Garbiras1 |
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La situación de Ucrania debemos mirarla desde la óptica de la geopolítica por los intereses geoestratégicos que Rusia pretende, tanto fronterizos, como económicos y de prevalencia por los recursos naturales renovables (las aguas y las salidas a los mares: caspio, negro, rojo, y el mediterráneo, porque al báltico lo tiene), y los no renovables (el gas y el petróleo), alterando con esta agresión/invasión, de contera, el orden mundial y el derecho internacional que, ha quedado en evidencia con esta invasión y la inamovilidad de los entes supranacionales, se ha transgredido, violado flagrantemente y sin efectividad el derecho internacional. La geopolítica se ejerce y se estudia. La ejercen los gobernantes ambiciosos para obtener expansión geográfica o fortalecer los espacios que poseen. La estudian los académicos y los politólogos para entender los cambios internacionales, el comportamiento a nivel mundial, en este caso, a partir de las relaciones de un jefe de Estado (Rusia) y los líderes nacionales de las regiones aledañas (Ucrania, Moldavia, Polonia, Georgia, Hungría, Estonia, Lituania, Rumania, Suecia, Finlandia…) que al ver amenazadas sus fronteras y moverse el ajedrez del juego estratégico territorial, sobre los espacios geográficos, sirve para entender los sucesos políticos sobre los espacios geográficos. Para comprender la geopolítica se debe interactuar con otras ciencias sociales: La historia, la sociología, la ciencia política, el derecho, la geografía, la economía, la antropología y demás. La geopolítica atañe a la geografía política a la geografía humana (naciones, etnias y pueblos originarios), a los espacios fronterizos vitales, y al poder. Vladimir Putin está aplicando la teoría de McKinder sobre el heartland y sacando a relucir su añoranza narrada en algunas entrevistas, para influir sobre los países satélites de la ex URSS, pero sobre todo buscando a toda costa impedir el ingreso de Ucrania a la OTAN y tratando de desmilitarizar de bases el cordón de países y de efectivos de la OTAN pretendiendo así asegurar las regiones euroasiáticas que bordean a Rusia. Después de 7 años de relaciones tensas entre Rusia y Ucrania con la rebelión del EuroMaidan, la cruel represión de las protestas sociales al ver el pueblo ucraniano truncada su aspiración de ingresar a la Unión Europea (UE) durante el gobierno de Viktor Yanukovich en el año 2014, y ver Ucrania perdido el territorio de Crimea con su puerto Sebastopol, sobrevino un periodo de confrontaciones por el separatismo en la región del Dombas por las reclamaciones independentistas de sus dos regiones, Donetsk y Lugansk, estas dos regiones fueron reconocidas como independientes por Rusia al comenzar la última semana de febrero, declaración táctica del presidente Putin para precipitar la intervención militar so pretexto de proteger esa áreas ruso-parlantes por el origen geográfico y étnico de las poblaciones. Además, que son zonas claves para la conexión territorial con Bielorrusia y Crimea, asegurando un corredor geográfico para la construcción de la zona euroasiática, buscando la zona común que le asegure mayor expansión económica. El presidente perpetuo Putin, 21 años en el poder, contando el periodo bisagra de Dimitri Medvedev, decidió impedir nuevamente el ingreso de Ucrania a la Unión Europea y por supuesto a la OTAN; nuevamente los contactos de otro presidente, Zelenski, habían avanzado, EEUU desde el 2008 estaba invitando a ese país al ingreso de la OTAN, igual que a Georgia; pero de haberlo logrado, el grupo de países de las ex URSS que han ingresado a la OTAN, habrían aumentado, considerándose desde el Kremlin que estaría amenazada la seguridad Rusa. Y precipitó también la invasión para impedir el perfeccionamiento del ingreso que había implicado abstenerse para evitar una acción militar de castigo por parte de los nuevos aliados que conseguiría Ucrania. Esta invasión se habría podido impedir, si Ucrania hubiese anunciado la neutralidad, como lo hicieron en su momento Suecia, Austria y Finlandia, que pertenecen a la Unión Europea pero no ingresaron a la OTAN. Los ucranianos fueron animados a ingresar a la Unión Europea y a la OTAN, lo intentaron varias veces, pero los obstáculos y los formalismos lo impidieron. En estos momentos la comunidad internacional no interviene para evitar una tercera guerra mundial que sería nuclear y fulminante. Aquí está la impotencia de todos, hasta los aviones de Polonia los MIG-29 fueron rechazados, y sin zona de exclusión la guerra es asincrónica, muy desigual para Ucrania que no puede repeler los ataques aéreos. Estamos ante una coyuntura singular que llevará a replantear el orden mundial y la funcionalidad de los organismos multilaterales, frenados por la composición del Consejo de Seguridad de la ONU que por el derecho al veto existente (de 5 miembros) no aprueba la intervención de un ejército multinacional para evitar las masacres. Y no se sancionan los excesos en la guerra como ha sucedido en Siria y Palestina para citar dos casos de aplastamiento contra la población. Con la invasión se quebró el derecho internacional al violarse tratados vigentes como el Protocolo I de Ginebra aplicable a guerras internacionales para defender población civil; se violó también la carta de la ONU al irrespetarse la soberanía de un Estado que no estaba perturbando al otro; se rompió el respeto a la soberanía elemento de la integralidad de los países; se incumplió el memorándum de Budapest sobre la entrega de los arsenales nucleares para que se garantizara la independencia; se rompieron los acuerdos de Minsk (capital Bielorrusa) año 2014; se transgrede la normativa del tratado de Roma que creó la Corte Penal Internacional (CPI), por la comisión de crímenes de guerra, delitos de lesa humanidad y genocidios; entre otros instrumentos internacionales violados como la Convención de Viena sobre refugiados. Como lo expresó un analista internacional, Putin estaba cavilando esta acción, pues desde 1992 EEUU se envalentonó y ha “liderado”, las guerras de cambio de régimen, al considerarse la única superpotencia después de la caída del muro de Berlín: De la bipolaridad a la unilateralidad. En ese período 1989 – 1992 y ante los procesos de secesión de los países ex URSS, desmantelándose el Pacto de Varsovia debió suspenderse e crecimiento de la OTAN y mantenerse como estaba para el cumplimiento del objetivo misional de 1949 y no alentar la militarización europea. Lo cual demuestra que nunca concluyó la guerra fría, impulsándose sibilinamente la nuclearización. Ahora entramos a la postguerra fría abierta, sin reatos ni disimulos porque las cartas están destapadas sobre la mesa. Se trata de una guerra de invasión, de conquista, con arrasamiento de ciudades, infraestructuras, y liquidación de civiles (irrespetando el principio del DIH de solo ataques a combatientes), para debilitar al gobernante Zelenski y llevarlo a la rendición. Hasta ahora en los diálogos bielorrusos exige el reconocimiento sobre la soberanía de Crimea, la neutralidad de Ucrania sin intentar más la adhesión y la desnazificación del gobierno, como sino hubiera núcleos de nazis en todas partes. Hasta el momento han sido atacadas las ciudades de: Járkov, Lutsk, Dinipro, Kiev, Mariupol, Jerson, Berdiansk, Frankivist, Kramatorsk… sorprende la avilantez de las tropas atacantes, pero también la resistencia del invadido, respuesta que no esperaban en Moscú creyendo en la total debilidad de los ucranianos. Putin pensó en un Blitz o guerra relámpago. De tal manera que al prolongarse los enfrentamientos la evidencia de los desastres es mayor, moviendo a la solidaridad internacional que solo ha reaccionado con sanciones económicas para no involucrarse en una guerra de proporciones inimaginables, pero estas medidas ya causan pánico a los mismos rusos y comienzan los efectos en otras latitudes. Es urgente un alto al fuego para evitar esta escalada sangrienta y la amenaza a la seguridad internacional. Las izquierdas se están distanciando de Putin por lo que ha venido haciendo en los últimos años. En España se abrió una dura polémica entre la derecha y la izquierda son señalamientos sobre quien verdaderamente tiene relaciones con él. Un diario madrileño reseñaba que, “En la sesión del Parlamento español del 2 de marzo, Errejón se dirigió primero al ultraderechista Santiago Abascal, líder de Vox. “Ni con todas las exageraciones ni con todos los aspavientos le van a poder hacer olvidar a los ciudadanos españoles que el señor Putin es de los suyos. El señor Putin es de la internacional del odio, de los Bolsonaro, de los Trump y de los Le Pen, que ayer mismo se comía un millón de panfletos porque tenía fotos con Putin. El señor Putin es de los suyos”. Y luego agregó: “Comienzo esta intervención manifestando nuestra condena más rotunda de la invasión rusa a Ucrania y nuestra plena solidaridad con las víctimas. Las guerras siempre las deciden los poderosos y siempre las sangran las personas humildes, siempre las sangran los pueblos. Por eso, vaya también por delante nuestra solidaridad con los casi 6.000 ciudadanos rusos arrestados por protestar contra la invasión, por protestar contra la guerra”. El periodista Luca Costantini, expresó que, “La orden de la cúpula morada es negar cualquier tipo de cercanía con Putin. Y de paso señalar la relación de la derecha con el presidente de Rusia. Quieren así expresar una condena sin paliativos de la invasión, si bien aspiran a mantenerse en posiciones críticas hacia la OTAN y defienden una solución pactada en la ONU (sustancialmente para salvaguardar una línea de política exterior que les diferencia del PSOE) y el envío de armas para la resistencia ucraniana. El objetivo de este planteamiento es borrar todas las conexiones que se dieron con Rusia”. 1 Especialización en derecho constitucional, Universidad Libre; Magister en ciencia política de la Universidad Javeriana; PhD en Realidad Política Latinoamericana, Universidad Nacional (UNED) de Madrid España; ha sido profesor de ciencia política en la Universidad Libre y la Universidad Santiago de Cali. Profesor de las asignaturas derechos humanos y derecho internacional, también asumió la cátedra de paz, en la Universidad Libre. | |||||||||||||
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