Cipayos, malinches y guarichas en defensa de la “democracia”

 
 
 

El mundo oscuro del malinchismo y cipayismo, extiende sus tentáculos depravados en la sociedad indolente. Existen cohecho, soborno, venalidad, concusión, deshonestidad, descomposición, podredumbre, en amplios cuadros estatales. La desconfianza de la ciudadanía hacia las autoridades es una constante escabrosa.

 
Julio César Carrión Castro
 
Universidad del Tolima
 
 

El Sub-presidente colombiano Iván Duque Márquez y el presidente estadounidense Joe Biden, acaban de firmar un nuevo embuste justificador del intervencionismo y la injerencia gringa en nuestro territorio. Se trata de la llamada “Alianza Colombia”, que no es más que una nueva expresión del cipayaje y del entreguismo al imperialismo y al “American way of life”, por parte de los gobernantes colombianos que persisten en la vieja consigna del “Respice polum”“mirar hacia el norte”– propuesta de determinismo historicista y de insoslayable dependentismo de estos tristes trópicos, hacia el Gran Hermano del norte.

La doctrina del Repice Polum fue creada por el necrólogo poeta y godo prefascista, Marco Fidel Suárez desde 1914 y, lamentablemente, ha acompañado no solo el quehacer cultural y político de la lumpenburguesía que, legataria del régimen colonial-hacendatario español, ha ejercido su hegemonía y dominio por más de doscientos años, sino que hace parte ya de los intereses globales de unas clases medias subordinadas al consumismo, a la farandulería a la publicidad y a la sociedad del espectáculo que los Estados Unidos han globalizado.

El Señor Duque, pulcramente acompañado de la cuestionada canciller y vicepresidente, Marta Lucía Ramírez, hermana de Bernardo Ramírez, quien fuera condenado en los años 90 a 57 meses de prisión por haber conspirado introduciendo heroína en esa “cuna de la libertad”; además, por el embajador de Colombia en Estados Unidos, Juan Carlos Pinzón, sobrino de Jorge Bueno Sierra, condenado a cadena perpetua por narcotráfico en esa misma “cuna de la libertad”; por María Paula Correa, jefe del gabinete de la Presidencia, muy cercana y enredada con su consentido super-contratista Andrés Mauricio Mallorquín, hoy caído en desgracia; también, por el ministro de Defensa, Diego Molano, responsable del bombardeo en que fueron asesinados por las fuerzas militares 12 niños, y el “demócrata” Molano, justificó este crimen acusando a los niños de ser “máquinas de guerra” que, al servicio del narcotráfico, actuaban en contra de la democracia.

El cipayo acuerdo fue defendido por Duque y su destacada comitiva, como una manifestación de “las excelentes relaciones de cooperación entre nuestros países y se confirma que somos el aliado más importante de EE.UU. en el hemisferio”, en fin, como una expresión de la defensa de la democracia y “para ayudar a Colombia en su lucha contra los narcóticos”.

Colombia se considera hoy un socio global de la Organización del Tratado del Atlántico Norte y orgullosamente se asume como el principal “aliado” de Estados Unidos en América Latina, tanto así que, el cipayo gobierno de Duque, continuando con el servil dependentismo establecido bajo el falangista gobierno de Laureano Gómez –El monstruo– quien en el año de 1951, a petición de los organismos imperiales, envió a la guerra de Corea, cerca de cinco mil soldados, a ofrendar sus vidas “en defensa de la democracia”. Duque, está dispuesto a participar en favor del gobierno neofascista de Ucrania. Ya la conspicua vicepresidente y canciller manifestó el enorme interés de este gobierno de “ofrecer todos sus esfuerzos y capacidades” en defensa del modelo de democracia que occidente, la OTAN y demás organismos imperiales han establecido para sus subalternos y lacayos…

Considero que vale la pena releer este texto que, espero sirva, además de evocación y remembranza, como una advertencia y admonición frente a lo que se está fraguando en las altas esferas de este fallido Estado narco-paramilitar…

Cipayos y malinches, invaden a Colombia

Gerney Ríos González

Hermosa, seductora, poderosa en el amor y la intriga, no tuvo empacho en ser desleal con su raza; se unió al conquistador, fue su querida, tradujo al idioma aborigen las intenciones dominantes del invasor y al paso de los años fue odiada, despreciada, escarnecida. Dejó sí, implantado el “malinchismo” como sinónimo del apego a todo lo que venga de afuera, símbolo de la traición a la Patria, regado por una Indo América en ebullición.

Todo nace en México a la llegada de Hernán Cortés, procedente de Medellín, Extremadura, y después su periplo de poder, muerte y destrucción del imperio azteca en lo que hoy es el próspero país conector de centro y norte de América. “La Malinche” fue cómplice y confidente de Cortés en sus oscuras hazañas.

Alejandro Tomasini Bassois dice que el “malinchismo” es una epidemia nacional, en su tratado filosófico del pensamiento mexicano, que tiene sus raíces en el complejo de inferioridad de la raza aborigen frente a las hordas invasoras sucedidas en los siglos XVII y XVIII. No solo de Cortés sino desde el descubrimiento de América con el navegante genovés Cristóbal Colón Fontanarrosa en la parte central y sur del nuevo continente y también el hallazgo de las tierras norteñas por ingleses, franceses, holandeses, vikingos, asiáticos y toda suerte de aventureros por la mar océano.

El investigador social de la Universidad Autónoma de México, Tomasini Bassois no duda en señalar el “malinchismo” y el “cipayismo” como “graves enfermedades sociales”, en América y el mundo. Es investigador social en la U. Autónoma de México.

“La Malinche” fue la concubina y traductora del dominador Hernán Cortés el mismo que sometió el imperio indígena azteca en el primitivo México; comunicó a su lengua lo dicho por el conquistador, entregó a Moctezuma, le importó un higo la suerte de millones de hermanos de raza, fue rica y poderosa al lado del armado caballero y pasó a la historia, odiada por generaciones.

También el “cipayismo” es sinónimo de desleal, desertor, delator, renegado e infiel. La Real Academia Española de la Lengua habla y define al “cipayo” como soldado indígena al servicio de Francia, Gran Bretaña, Holanda y Portugal, allá por los siglos XVIII y XIX. Trata de un sicario, esbirro, mercenario a sueldo y pasó a la historia con su nefasto prontuario; nació aliado del “malinchismo”, para dolor de América.

“Los dos fenómenos de traición y apego a lo extranjero desde la conquista, han mutado en la medida que ha cambiado el avasallador. La palabra “guaricha” por ejemplo, que en la lengua de los muiscas designaba a una mujer joven o una princesa, se convirtió en despectivo y sinónimo de prostituta tras la dominación española”, escribió Azriel Bibliowicz. “Los dos tienen que ver con la dominación y tienden a agravarse y perpetuarse con la globalización y los avances tecnológicos”, afirma el historiógrafo, para señalar esta secuencia social, apego y predilección por lo extranjero con desprecio de lo propio, e irrespeto por la tierra y las costumbres ancestrales en la era de las telecomunicaciones y la “aldea planetaria”, en lo que se convirtió el mundo comercial e industrial de la modernidad.

“Malinches” y “cipayos” abundan en la época actual del dinero fácil, la economía subterránea, el “capitalismo salvaje”, en la cual los más avispados, se enriquecen a costa del erario público; la corrupción oficial crece como espuma en ríos contagiados; la mafia de los narcotraficantes permea las esferas oficiales, surgen contratistas que pagan jugosas coimas a inescrupulosos funcionarios; jóvenes sin poder, sin noción de patria, ingresan a grupos armados ilegales; luego son liquidados sin compasión por sicarios a sueldo. El mundo oscuro del malinchismo y cipayismo, extiende sus tentáculos depravados en la sociedad indolente. Existen cohecho, soborno, venalidad, concusión, deshonestidad, descomposición, podredumbre, en amplios cuadros estatales. La desconfianza de la ciudadanía hacia las autoridades es una constante escabrosa.

La incultura importada del cohecho, que es el acto de ofrecer a un servidor público, o que este acepte, para que cumpla una misión imposible desde lo ético o se haga el de la vista gorda y pase de agache, tiene un aliado degradante que es la concusión, cuando el servidor público es el solicitante y quien exige, el funcionario sienta su poder corruptor sobre el indefenso ciudadano, víctima del agente estatal.

La colaboración con los extranjeros, la traición a los valores nacionales viene de largo. Durante la dominación española en América el caso de la Malinche, la indígena mexicana desleal con su estirpe no es único. Se recuerda que el Inca Atahualpa del imperio indígena peruano, se sometió vergonzosamente al conquistador Francisco Pizarro en el siglo XVI. Abandonó a su raza y seducido por el ibérico vendió por las monedas del diablo a su hermano Huáscar, ejecutado por el usurpador hispano. Tal acción fue de cipayos, y la “incondicionalidad de una desacreditada casta que contribuyó al decaimiento de la cultura Inca y la derrota de muchos otros caudillos indígenas de la gesta emancipadora”, según afirmaciones de Julio César Carrión Castro, director del Centro Cultural de la Universidad del Tolima.

“Cipayismo” también aplica a gobiernos entreguistas de soberanía, o subordinados a potencias extranjeras, ¿Colombia se somete a las órdenes imperiales? son subalternos en el poder estatal, “idiotas útiles”, como en el caso de las oligarquías parapetadas en la riqueza sin que importe la suerte de las mayorías humanas, asunto que viene desde la Colonia hasta nuestros días, sirviendo a intereses transnacionales.

Malinchismo y cipayismo identifican al grueso de la sociedad colombiana. La juventud favorece lo foráneo con detrimento creciente en lo social y económico de la industria y la iniciativa tricolor emprendedora; prefiere la ropa “de marca”, electrodomésticos, automóviles, artículos celulares de alta tecnología, comida, licores, música, siempre que todo ello lleve el sello de palabrejas en idiomas forasteros. Lo inglés permeó los resortes del sistema parlante del habla. Los extranjerismos avasallan los ambientes tecnológicos de la computación. La virtualidad del trabajo desde casa está dominada por expresiones en inglés. El hermoso castellano se relega lastimosamente a segundo plano. Somos esclavos de estos malos procederes, que, como plagas bíblicas proliferan sin control en contra de lo nuestro, lo autóctono, con prejuicio de la producción autóctona y el progreso de un país en desarrollo.

La anterior descripción, consignada en el documento Liderazgo Indígena de la Confederación de Pueblos Indígenas para la Comunidad Andina de Naciones, CONPICAN, que preside el comunicador social, Yodirlandy Palechor Salazar de la gran familia Nasa, publicado en agosto de 2017.

¿Y qué del Halloween o “noche de las brujas”, o el mito de Santa Claus o Papá Noel que se apoderaron de los niños desplazando este último al Niño Jesús en la navidad colombiana? Extranjerismos al por mayor, sin dudas.

Tomado de News Press Service.

Edición 770 – Semana del 19 al 25 de marzo de 2022
   
 
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