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César Gaviria, racismo y periodismo |
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Gaviria Trujillo no se molestó por lo dicho por la fórmula vicepresidencial de Petro, sino porque no acepta que una mujer, y negra, le hable de “tú a tú” y sea capaz de llamarlo neoliberal. La periodista Paola Ochoa, quien duró poco como fórmula vicepresidencial del facho de Rodolfo Hernández, dejó salir su racismo y clasismo, para invalidar a Francia Márquez como mujer afro. |
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Germán Ayala Osorio |
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Termina esta semana agitada, por cuenta de la política electoral, el ejercicio del periodismo y, por supuesto, por la digna postura asumida por Francia Márquez Mina. Vamos, como diría Jack, por partes. Inicio con la reacción del dueño de la empresa electoral llamada Partido Liberal, convertido en una guarida de negociadores de puestos y contratos. La ruptura de las relaciones entre el veleidoso de César Gaviria y el Pacto Histórico, obedece a la inocultable animadversión que siente hacia Francia Márquez, el expresidente y propietario del insepulto partido Liberal. Gaviria Trujillo no se molestó por lo dicho por la fórmula vicepresidencial de Petro, sino porque no acepta que una mujer, y negra, le hable de “tú a tú” y sea capaz de llamarlo neoliberal. Le repulsa al mestizo de marras, que se cree ario, que Márquez Mina entienda que fue él quien impuso la doctrina neoliberal, siguiendo instrucciones del Consenso de Washington, con el firme propósito de afectar al campesinado y los proyectos colectivos de los pueblos afros e indígenas. Sus TLC son asumidos por los pueblos ancestrales como planes de muerte. Ya veremos en la primera vuelta presidencial, cuán insepulto está el partido Liberal. Ahora hablemos de periodismo y racismo. La periodista Paola Ochoa, quien duró poco como fórmula vicepresidencial del facho de Rodolfo Hernández, dejó salir su racismo y clasismo, para invalidar a Francia Márquez como mujer afro. Esta periodista, amiga del régimen, se fue lanza en ristre contra la líder ambiental, porque no acepta que sea justamente una mujer negra la que posiblemente ocupe el cargo de vicepresidenta en la Colombia caucásica en la que vive la reportera. Esa posibilidad, para Ochoa, constituye un exabrupto político y una afrenta contra el pueblo ario de Colombia del que ella hace parte. La sanción social en redes contra el racismo y el clasismo de la periodista no se hizo esperar. Resulta vergonzoso que en pleno siglo XXI haya quienes se atrevan a descalificar a los otros por su origen étnico o la condición social. Tanto Gaviria, como la periodista Paola Ochoa, hacen parte de la Colombia que debemos superar. Ambos representan al país feudal y “blanco” que ha impedido consolidar una República para todos, con lo que ello implica en materia de construcción de lo público y lo colectivo. Gaviria Trujillo y Paola Ochoa representan, además, la decadencia de las ideas liberales. El expresidente es realmente y después de haberle servido a la derecha internacional neoliberal, un arrogante iliberal. Entre tanto, Ochoa es una simple ficha del régimen autoritario colombiano, el mismo que convirtió a cientos de periodistas en vulgares estafetas, en mandaderos. Ochoa y Gaviria sacaron el fuste para hacer arrodillar a Francia Márquez Mina, pero se encontraron no solo con una mujer empoderada y digna, sino con una parte de la sociedad que siente repulsión hacia los capataces arios que aún sueñan con instituciones como la Mita o quizás, con la posibilidad de establecer mercados en los que sea posible vender como esclavos a los negros, indígenas y campesinos que hoy se sienten representados en un movimiento político que le apuesta a superar lo que culturalmente significa vivir bajo el modelo de la Gran Plantación. Edición 771 – Semana del 26 de marzo al 1º de abril de 2022 | |||||||||||||
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