¿Se irán los empresarios
cuando gane Petro?

 
 
 

No hay que dejarse confundir: Los empresarios y los inversionistas no se irán de Colombia porque aquí hay excelentes oportunidades. Por lo menos no esos que están dispuestos a generar riqueza con equidad y a contribuir con la realización del programa social que contempla nuestra Constitución.

 
Fernando Valencia Rivera
 
Abogado, docente Universidad de Antioquia
 
 

¡Si gana Petro se van los empresarios y se acaba el empleo! Esta es la sentencia que una y otra vez repiten los patrones frente a sus empleados para forzar su apoyo a los candidatos de la derecha; y también lo hacen algunas personas como fórmula para iniciar una conversación o mostrar que están al tanto de lo que sucede en el país. Siempre se pone como ejemplo de ello a Venezuela, Cuba y Nicaragua, como si no existieran otros gobiernos de izquierda, como si China y Rusia no hicieran parte de las grandes potencias económicas, o como si Suecia, Noruega, Finlandia, España, México y Brasil, entre otros, no hubieran dado suficientes muestras de lo mucho que puede avanzar la economía bajo la dirección de gobiernos de orientación socialista.

El miedo que se promueve también se fundamenta en hechos del siglo pasado, cuando las revoluciones rojas podían tomarse el poder, disolver los organismos democráticos y expropiar a nombre del Estado; cosa que ya no es posible por la globalización de la economía, la presencia de capitales transnacionales en cada rincón del planeta y la interdependencia del comercio y los servicios a nivel global. Si un gobierno cualquiera afectara hoy los intereses de una empresa tendría que lidiar con inversionistas de varias naciones poderosas, las cuales respaldarían a sus ciudadanos, acarreando también una crisis diplomática y las consabidas sanciones económicas y políticas que son cada vez más severas. Hoy día, sólo las grandes potencias se siguen abrogando el derecho de invadir, expropiar, desmembrar o bloquear, tal como lo hace Rusia en Ucrania, o Estados Unidos en Afganistán, Irak, Irán, Cuba y Venezuela.

Tampoco hay que perder de vista que el capital no tiene color político, religión o ideología; que sólo le anima la oportunidad de ganancia esté donde esté; que la riqueza proviene igual de empobrecidas zonas mineras bajo poder de grupos criminales, que de países con dictadores (de izquierda o de derecha), o anquilosadas teocracias fundamentalistas. De acuerdo con el Informe sobre las inversiones en el mundo 2021 publicado por La Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD), “En 2020, China fue el segundo mayor receptor de Inversión Extranjera Directa en el mundo”, con Japón, Alemania y Estados Unidos como sus principales inversionistas; y “…las multinacionales extranjeras están redoblando sus inversiones en China, estableciendo miles de nuevas empresas y ampliando las existentes”1.

Pero como esta realidad asiática puede parecer lejana para entender nuestras posibilidades, podemos tomar como referencia a México. Según el referido informe de Naciones Unidas, el país latinoamericano, con gobierno de corte socialista, está entre los 10 primeros lugares de receptores de Inversión Extranjera a nivel global y en el primero en América Latina, con aportes provenientes principalmente de Estados Unidos, Reino Unido, España y Canadá.

Queda claro entonces que las empresas con vocación de permanencia y crecimiento aceptan las reglas de los gobiernos socialistas a cambio de obtener seguridad para sus inversiones, y que solo algunos capitalistas saqueadores prefieren los regímenes corruptos y extractivistas, sin consideración al desarrollo humano ni a la sostenibilidad ambiental; buscando siempre para su inversión salarios de hambre, licencias fáciles, leyes ventajosas y asimétricos beneficios tributarios.

También hay que considerar que todos los Estados, incluso aquellos que tienen gobiernos socialistas, necesitan tener crecimiento económico, que éste se logra con empresas e inversionistas, y que tenemos un marco constitucional que garantiza la propiedad privada y los demás derechos adquiridos, “los cuales no pueden ser desconocidos ni vulnerados por leyes posteriores” 2.

No hay que dejarse confundir: Lo que los gobiernos de corte social le debaten a los empresarios e inversionistas no es la posibilidad de hacer negocios y obtener ganancias, sino la porción de la riqueza que pueden llevarse, la retribución que deben hacer a la sociedad por explotar sus recursos y la responsabilidad que asumen con la sostenibilidad del planeta. Colombia es y seguirá siendo un destino muy atractivo para las inversiones, con enormes posibilidades para fortalecer la industria y aprovechar nuestro rico patrimonio natural y cultural, pero siempre bajo las reglas de la responsabilidad social y ecológica.

Los empresarios y los inversionistas no se irán de Colombia porque aquí hay excelentes oportunidades. Por lo menos no esos que están dispuestos a generar riqueza con equidad y a contribuir con la realización del programa social que contempla nuestra Constitución.

Edición 772 – Semana del 2 el 8 de abril de 2022

1 Informe sobre las inversiones en el mundo 2021 (panorama general) Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo – UNCTAD.

   
 
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