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Desempeño del centro político |
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El gradual desplome de la Democracia facilita que la atención dentro de la competencia electoral se concentre en los dos polos políticos, desvaneciéndose el centro político que es asimilado al componente democrático, de esta manera pierde interés el discurso centrista y afloran los populismos que se acomodan a un lado de los espectros. |
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Alberto Ramos Garbiras1 |
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Los partidos políticos en Colombia, Liberal y Conservador, de origen decimonónico, desde antes de configurarse estatutariamente comenzaron a cogobernar desde 1836 dentro del gobierno de José Ignacio de Márquez, pero ferozmente compitieron por el control del Estado desde el comienzo; ya en 1851 estaban trenzados en una guerra civil para definir el asunto de la libertad de los esclavos y tras reformas de medio siglo propuestas por José Hilario López, de allí en adelante la oposición se hizo a bala y tuvieron otras 6 guerras civiles generales y 40 guerras locales. Pero desde 1886 con la llegada al poder de La Regeneración Nuñista y formado el partido nacional, comenzó el convivialismo. Esa connivencia o fusión, mezcla de liberales y conservadores en tantos períodos, fue el almácigo para la formación del centrismo en Colombia, primero como cohabitación y luego como forma de diferenciarse sin alejarse del todo. Algunos de los mejores analistas de la realidad nacional, entre ellos mi colega Francisco Gutiérrez, hablan de la posibilidad de que ingresemos a un tercer pico de violencia (después de la guerra civil de mediados del siglo pasado y de la violencia de los 90). “Evitar que tal cosa ocurra es una prioridad y por eso tiene sentido un discurso apaciguador, simple y emotivo como el que propone el centro” (García Villegas, 2021). Sobre los zigzagueos del centrismo habría que contemplar la variabilidad de las conductas de sus competidores en la derecha y la izquierda. Los tres campos de la acción política tienen matices, no son monolíticos. Izquierda, centro y derecha, sus posturas y las acciones de los militantes varían en muchos aspectos, pero se mantienen en cada campo. Matices, variables y tendencias que se expresan en las discusiones y en las votaciones que llevan a cabo durante las elecciones que realizan, los documentos que suscriben y los acuerdos de coalición que practican en los cuerpos colegiados. Si miramos con detenimiento el papel de los partidos políticos de derecha y de izquierda que han llegado al poder por la vía electoral (no las guerrillas triunfantes que han llegado a la dirección del Estado como en Cuba y Nicaragua, para solo citar dos casos), esos partidos durante su existencia y competencia electoral han subsistido dentro de las instituciones del Estado participando de la hechura y confección de las leyes, e incluyendo a sus integrantes en los cargos públicos del aparato estatal, porque operan dentro de la democracia, o sea la principal conducta es moderada porque no acuden ni impulsan la revolución. En esta actitud se parecen a los del centro político, pero las preferencias por ciertos temas los diferencian. Muchos temas que deben resolverse en la vida de las naciones son apropiados por los partidos de derecha o de izquierda para agitar ideas y conducir las discusiones pretendiendo orientar a la sociedad, pero sesgan o tuercen la finalidad y el cumplimiento de los objetivos que esos temas encierran: distorsionan la visión y tuercen la vía de interpretación para acaparar las discusiones que ellos quieren inclinar para si, con votos. Y hasta con beneficios de grupos. Temas como el aborto, la eutanasia, el divorcio, la paz, el libre desarrollo de la personalidad, la pena de muerte, los cultos; y temas más trascendentales sobre la familia, la adopción, el narcotráfico y sus impactos, la violencia urbana la política exterior…, todos los temas quedan en manos de los partidos políticos y en cada uno ven un filón electoral. Las izquierdas y las derechas incursionan en los debates, los populismos también, y los del centro político no se quedan atrás, también tercian para opinar y ganar adeptos. Ya sea porque los temas hacen parte de políticas públicas o porque son rentables electoralmente. El profesor italiano, Mastropaolo, sobre el papel del centro en el sistema de partidos nos dice que, la política francesa a partir de la Quinta República quedó determinada por las agrupaciones centristas, es decir por una amplia área en la que confluían los moderados de las dos posiciones tradicionales y en cuyo seno se pudieron dar oscilaciones, aunque solo de una amplitud moderada. La fisonomía del centrismo francés está formada, pues, por el predominio de los moderados de derecha y de izquierda, que temen, dada la aspereza de los antagonismos políticos, ser superados y eliminados en el momento en que una de las alas extremas tenga la oportunidad de gobernar. El ex Ministro Estrada Villa, citando a Duverger, comparte la frase: “el centro no es otra cosa que la agrupación artificial de la parte derecha de la izquierda y de la parte izquierda de la derecha”. Y agrega esta reflexión, “de esta manera, el centro significa posición ideológica moderada que se pretende intermedia o equidistante en relación con los polos de izquierda y de derecha. Según su cercanía a las posturas de izquierda o de derecha, los partidos de centro conforman el centro izquierda y el centro derecha, que ganan protagonismo en épocas de crisis institucionales, fuertes enfrentamientos sociales o en casos de confrontación aguda de los dos extremos políticos, cuando soluciones radicales no tienen ninguna viabilidad” (Estrada Villa, 2020) En la mayoría de los países de la Unión Europea ha existido un centro político, pero en los últimos 10 años se está achicando. Esteban González Pons, argumenta que el centro “no es otra cosa que el territorio donde las ideologías conservadoras, liberales y progresistas se encuentran para acordar y compartir los grandes objetivos nacionales. En Francia, los principales partidos de centro derecha (Les Republicains) y de centro izquierda (Partit Socialiste), que dominaron la escena política de la V República, acudieron a las elecciones presidenciales de 2017 con discursos más de confrontación que de diálogo. El resultado fue que ambos quedaron superados por sus versiones extremas. En el caso conservador, por el Frente Nacional de Le Pen, y en el caso socialista, por la Francia Insumisa de Mélenchon”. No solo la polarización de la sociedad hace concentrar la atención en los dos polos del espectro político (Derecha e izquierda), polarización por temas vitales como la paz, el hambre, el desempleo, la crisis económica, la educación, la salud, etc., sino también por los discursos de odio insuflados para atizar los debates y estigmatizar a la otra parte; además el desánimo por la falta de proyectos de vida, los problemas irresueltos y la corrupción extendida, hacen perder el interés por lo institucional y por ende por la Democracia que se desvaloriza. El gradual desplome de la Democracia facilita que la atención dentro de la competencia electoral se concentre en los dos polos políticos, desvaneciéndose el centro político que es asimilado al componente democrático, de esta manera pierde interés el discurso centrista y afloran los populismos que se acomodan a un lado de los espectros, aparecen populistas de derecha y populistas de izquierda, outsiders pescadores en río revuelto, que además confunden o enrarecen la esencia del populismo progresista y constitucional, dejándolo en un campo nebuloso. Pierden así atención e importancia los actores del centro político y el mismo populismo constitucional reivindicador. En Latinoamérica los países con mayor crisis económica y altos niveles de corrupción en los últimos 4 años, los gobiernos de derecha están perdiendo espacios de poder, esto aunado a los efectos de la pandemia como crisis sanitaria que mermó la calidad de vida, y a los estallidos sociales y otras formas de protesta de los movimientos sociales y las nuevas ciudadanías que miran hacia los líderes progresistas que prometen enrutar la vida económica de esos países. “El inicio del siglo XXI vino acompañado del giro a la izquierda latinoamericano. Para entenderlo es preciso conocer qué ocurrió previamente. A finales de 1980, la alta deuda externa, la inflación descontrolada y el bajo crecimiento económico fueron el común denominador en México, Brasil, Perú, Argentina, etc. Esto requirió de la implementación de políticas de ajuste neoliberal casi a nivel regional. Ese proceso estaba mayoritariamente a cargo de partidos del centro político. Los planes de ajuste económico incluían privatizaciones, liberalización del comercio exterior, reducción del tamaño del Estado, etc. Estas reformas efectivamente trajeron crecimiento económico y controlaron la inflación. No obstante, a nivel social y político se evidenció la falta de capacidad de adaptación de los partidos de centro, puesto que el plan de ajuste tuvo altos costos en desempleo y niveles de pobreza. De esta forma, el descontento social aumentó y se pedía la adopción de nuevas políticas económicas de ajuste y austeridad… Aquellos políticos outsiders son un factor de riesgo porque es allí donde se arraiga el individualismo y esa adoración casi religiosa a una única figura. María Esperanza Casullo y Flavia Freidenberg (2014) resumen el viraje a la izquierda en América Latina y el ingreso de outsiders al gobierno…” El centro puede considerarse como esa tercera opción entre izquierda y derecha. En situaciones precrisis, el centro es ese espacio de compromiso que le quita toda representatividad a los extremos. Sin embargo, en momentos de crisis, el centro tiende a desaparecer y los extremos se fortalecen. Luis Verdesoto (1982), en su artículo «Democracia y centro político en América Latina», afirma que «los extremos personifican al proceso en deterioro y al nuevo proceso». En el nuevo equilibrio que se genere, el centro debe ganar espacio y no podrá ser igual al que era en el periodo de crisis y antes de esta. Es allí cuando debe adaptarse y proponer un proyecto modernizador que no deje de lado las necesidades económicas ni las demandas sociales (González Deyanara, 2019). En las dictaduras militares o en las civiles disfrazadas con elementos democráticos, el centro político no existe ni los partidos políticos de izquierda, solo dejan un partido de derecha que lo vuelven de extrema o crean un partido de bolsillo como fachada o frontispicio para apuntalar el autoritarismo. Con el triunfo de Boric y todos los apoyos sociales que hay detrás de él queda claro que está surgiendo en Chile un nuevo sistema político. La transición culminó aquí con Sebastián Piñera, con este gobierno empieza otra era. Del intento de Gabriel Boric, por impulsar una corriente socialista nueva, desde el poder, y a la par, teorizar con sus economistas y científicos sociales cercanos, saldrá el modelo económico y político que, reemplace al neoliberalismo. Hay una derecha pseudo-liberal y unos centros derechizados que funcionaron durante la concertación de 30 años y ahora pueden sobreaguar el cambio y tratar de reacomodarse, como lo hicieron sibilinamente con Salvador Allende. La ultraderecha, de otro lado, quedará marginada, hará una oposición férrea y tratará de desestabilizar al nuevo gobierno, inicialmente desde el Congreso y paralelamente desde la Convención Constitucional. En Ecuador también existe un partido político llamado Centro Democrático, nació en el año 2012 como un movimiento local fundado por el presentador de televisión Jimmy Jairala, que luego fue Gobernador de Guayas; en el año 2016 esta organización política fue elevada por el Consejo Nacional Electoral, a la categoría de partido nacional. Los vaivenes de este partido, aliado del correísmo, lo han llevado a distanciarse por momentos ante las relaciones disruptivas con Lenin Moreno. “En conclusión, los partidos de centro nacen para corregir los excesos de las principales corrientes políticas de extrema derecha y extrema izquierda. Su tarea es crear una zona de estabilidad en relación con la demanda y oferta social. Por ello, el consenso multipartidario es necesario, pero el desafío del centro político radica también en desarrollar una alta capacidad de adaptación y consideración a las presiones de varios sectores sociales que quizás no se sienten representados y buscarán cambios drásticos o quebrantamiento del statu quo en partidos que no sean los tradicionales” (González Deyanara, 2019). BibliografíaEstrada Villa Armando. ¿Qué es el centro político? Columna escrita en el periódico El Colombiano, 12 de diciembre de 2020. García Villegas Mauricio. “El centro y su cuento”. Columna publicada en el periódico El Espectador, septiembre 3 del año 2021. González Deyanara. “Democracia latinoamericana en riesgo: extremos asfixiantes y centro político débil”. Artículo publicado en el portal Web Diálogo político, 2019. Mastropaolo Alfio. Concepto de centrismo. Diccionario de política. Dirigido por Norberto Bobbio Siglo XXI editores. Impreso en México, página 243. Quinta edición en español 1987. 1 Especialización en derecho constitucional, Universidad Libre; Magister en ciencia política de la Universidad Javeriana; PhD en Realidad Política Latinoamericana, Universidad Nacional (UNED) de Madrid España; ha sido profesor de ciencia política en la Universidad Libre y la Universidad Santiago de Cali. Profesor de las asignaturas derechos humanos y derecho internacional, también asumió la cátedra de paz, en la Universidad Libre. | |||||||||||||
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