El oso de Duque
y el “reversazo” de Maduro

 
 
 

El gobierno de Maduro, “que no representa a la sociedad venezolana, sin embargo, tiene control territorial del país”, controla desde hace años “la institucionalidad” y con él es indispensable “buscar acuerdos para resolver problemas de la gente, de la población, de infraestructura (y) problemas productivos”.

 
Patricia Lara Salive
 
Escritora, periodista y activista por la paz – El Espectador
 
 

Poca importancia se le ha dado aquí a un hecho significativo: que Venezuela haya empezado a devolverles bienes expropiados a sus antiguos dueños, en el marco del acercamiento que ha habido entre los gobiernos de Biden y Maduro. De modo que la época en la que Chávez caminaba por Caracas ordenando “exprópiese, exprópiese” pasó al olvido, y ahora comenzó la era en la que Maduro ha tenido que ordenar “devuélvase, devuélvase”, como lo recuerda José González, analista político peruano-venezolano radicado en Nueva York, en un artículo publicado en la revista Cambio Colombia.

Es impresionante la bancarrota en la que quedó Venezuela por esa política económica estúpida que aplicaron Chávez y Maduro, a la cual se unió el enorme impacto que las sanciones económicas impuestas por EE. UU. produjeron en la economía venezolana. Todo ello llevó a que sufriera una contracción del 90% y a que su PIB se redujera de poco más de US$482.000 millones en 2014 a US$47.000 millones en el 2020, según el Fondo Monetario Internacional (FMI).

Por ello y seguramente como consecuencia del acercamiento con el gobierno estadounidense, Maduro comenzó su campaña de devoluciones: les retornó a sus antiguos propietarios el Centro Comercial Sambil, de 21.000 metros cuadrados, y devolvió fincas y hatos vinculados a la producción agraria. También parece que piensa devolver hoteles e industrias.

Tampoco ha tenido importancia aquí la carta que un grupo representativo de empresarios y miembros de la sociedad civil venezolana envío al presidente Biden; a Nancy Pelosi, presidenta de la Cámara de Representantes; a Charles Schumer, líder de la mayoría en el Senado; a Antony Blinken, secretario de Estado, y a demás integrantes de la plana mayor del Congreso y del gobierno gringos, relacionados con las relaciones exteriores. En ella les piden que “enfrenten el hecho de que la política de máxima presión y sanciones económicas contra Venezuela no logró sus propósitos”, los instan a que continúen “promoviendo negociaciones productivas para resolver la crisis venezolana”, y urgen al gobierno de Caracas y a la oposición a que reinicien sin demora las negociaciones. “No hay más tiempo que perder”, les dicen.

Como lo afirmó en el programa 6AM Hoy por hoy, de Caracol Radio, Luis Vicente León, economista, profesor universitario y presidente de la encuestadora venezolana Data Análisis, el gobierno de Maduro, “que no representa a la sociedad venezolana, sin embargo, tiene control territorial del país”, controla desde hace años “la institucionalidad” y con él es indispensable “buscar acuerdos para resolver problemas de la gente, de la población, de infraestructura (y) problemas productivos”.

Eso es justamente lo que no ha entendido nuestro presidente Iván Duque. Mientras se incendia cada día más la frontera entre Colombia y Venezuela, y los ciudadanos de ambos países sufren las consecuencias de su absurda política de incomunicación con su homólogo venezolano, él insiste en que con quien tiene que hablar es con Guaidó.

Por favor, presidente, dese cuenta de que se quedó viendo un chispero y de que con su política hacia Venezuela hizo un oso universal.

Benjamín Villegas, el editor de la excelencia, acaba de recibir la Cruz de Boyacá. Si alguien se merece esa distinción es él. ¡Bravo, Benjamín!

Nota: Por vacaciones, esta columna reaparecerá el viernes 13 de mayo.

www.patricialarasalive.com@patricialarasa

Edición 774 – Semana del 23 al 29 de abril de 2022
   
 
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