¿Si Petro gana,
favorecerá a los corruptos?

 
 
 

De Uribe y sus designados sabemos que frente a los corruptos hay más corazón grande que mano firme; del Congreso, que se ha convertido históricamente en un obstáculo para las reformas que se requieren; de Petro y los movimientos alternativos, conocemos su determinación para denunciar la corrupción y enfrentar a poderosos sectores dedicados al saqueo de lo público…

 
Fernando Valencia Rivera
 
Abogado, docente Universidad de Antioquia
 
 

En tiempos de campaña electoral es usual que todos denuncien la corrupción, hagan promesas para acabarla y acusen a sus contrincantes de promoverla. Una de las medidas más populares es la del aumento de penas, aunque ya sabemos que entre anunciarla y aprobarla hay mucha distancia, y que aplicarla puede resultar complejo, sobre todo cuando la politización de los órganos de control y de justicia posibilita una imposición selectiva, y cuando no se cuenta con estrategias de prevención ni con dispositivos de investigación efectiva. Tal es la situación de la lucha contra la corrupción en nuestro caso, donde a pesar de los reiterados anuncios de mano dura, seguimos siendo uno de los países más afectados por este flagelo, con tan altos índices de impunidad y favorabilidad para los corruptos, que nos ven como su paraíso: El ranking publicado por U.S. News & World Report sobre percepción de corrupción, basado en una encuesta aplicada a más de 20.000 ciudadanos en el mundo, nos ubicó en el deshonroso primer lugar en 2020, y en el segundo en 20211.

Una de las claves para entender el problema está en la Consulta Popular anticorrupción que se realizó en 2018, con medidas dirigidas a fortalecer el control social y la transparencia en la contratación estatal y el ejercicio de la función pública. Iniciativa que fue promovida por un amplio sector de la sociedad y que, aunque no alcanzó el umbral de aprobación, recibió el apoyo de más de once millones de personas y permitió evidenciar la postura de los diferentes agentes políticos: la consulta fue liderada por organizaciones de la oposición, como las que hoy constituyen las coaliciones de Pacto Histórico y Centro Esperanza, y aunque el partido de gobierno se había comprometido a impulsarla, finalmente se dedicó a descalificarla y a promover la abstención para impedir que alcanzara el mínimo de votantes exigido.

Luego de sabotear la consulta y para recuperar credibilidad, el presidente Duque prometió tramitar en el Congreso, con mensaje de urgencia, un paquete de leyes que recogiera la propuesta; pero de nuevo le mintieron al país: los proyectos no recogieron el clamor ciudadano, llegaron incompletos y mucho después de lo prometido, no tuvieron mensaje de urgencia y terminaron por hundirse en medio de los trámites dilatorios y tramposos de las propias mesas directivas y bancadas parlamentarias de la coalición de gobierno.

Aunque, gracias a la labor de organizaciones sociales, se ha elevado la censura a los corruptos y se han impuesto algunas sanciones, varias situaciones darían cuenta de que el Centro Democrático y sus aliados han logrado fortalecer la estructura favorable al saqueo de lo público: 1) La persecución y agresión a líderes sociales, lo que imposibilita y desalienta el control social y la denuncia; 2) la instrumentación, mediante la hegemonía política y nepotista, de los organismos de control y de justicia como Fiscalía, Procuraduría y Contraloría; 3) La promoción de normas que favorecerían la corrupción, como el castigo penal a denunciantes y periodistas cuando la queja no termine en condena2 , la suspensión de ley de garantías electorales y la liberación de recursos públicos en medio de la contienda electoral; y 4) La escalada institucional de prácticas corruptas, con eventos de nivel ministerial como el protagonizado por Abudinen y Centros Poblados (tan similar a lo de Arias y Agro Ingreso Seguro); o los reiterados escándalos en la fuerza pública por el turbio manejo de recursos de seguridad y defensa.

Con este panorama, la derecha acude de nuevo a la distracción y, como ya no le alcanza el tiempo ni la confianza para prometer un nuevo paquete de leyes, ofrece resolver la situación en un próximo gobierno; uno que parezca un cambio, aunque repita viejas fórmulas del actual presidente, o que contemple medidas ya existentes, pero no implementadas. Desde La Picota el candidato Federico Gutiérrez, el de Uribe, dice que aumentará las penas y quitará los beneficios a los condenados, dará muerte política a los corruptos, implementará los “pliegos tipo” en la contratación pública y hará su registro en el Sistema Electrónico para la Contratación Pública SECOP. Estas, que son las mismas propuestas de Uribe en su época, o que ya existen parcialmente, provocan varias preguntas: ¿Si en 20 años de gobierno no lo han hecho y han ido exactamente en el sentido contrario, qué garantizaría que lo hagan en un próximo periodo con Fico?, ¿Si estas medidas hacían parte de la propuesta que se sometió a consulta popular, por qué le hicieron campaña en contra y por qué después hundieron los proyectos de ley? y, ¿Si durante todo este tiempo han manejado la contratación, el SECOP, el Congreso, los organismos de control y la fiscalía, cabe alguna duda de que ha existido de su parte connivencia con la corrupción?

De Uribe y sus designados sabemos que frente a los corruptos hay más corazón grande que mano firme; del Congreso, que se ha convertido históricamente en un obstáculo para las reformas que se requieren; de Petro y los movimientos alternativos, conocemos su determinación para denunciar la corrupción y enfrentar a poderosos sectores dedicados al saqueo de lo público; también sabemos de la férrea decisión con que promovieron la consulta popular anticorrupción, que de seguro tendría en su gobierno una mejor oportunidad. Como dice una clásica enseñanza cristiana, dirigida a diferenciar falsos profetas: “Por sus obras los conoceréis”.

Edición 774 – Semana del 23 al 29 de abril de 2022

2 El Proyecto de Ley No. 369 de 2021 de Cámara y 341 de 2020 del Senado, propuso pena de prisión de hasta 10 años y multas de hasta $1.359 millones contra quienes profirieran injuria o calumnia contra funcionarios y exfuncionarios públicos, así como la cancelación de la personería jurídica cuando se tratase de una organización social.

   
 
Importante: Cada autor es responsable de sus ideas y no compromete el pensamiento de Viva la Ciudadanía.
Se permite la reproducción de nuestros artículos siempre y cuando se cite la fuente.
 
 
 
 
comentarios suministrados por Disqus