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El liberalismo tibio: |
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Como si nada hubiera pasado, el derrotado líder del compromiso ciudadano, el matemático Sergio Fajardo quiere de nuevo repetir, ante el desconcierto de sus propios seguidores, con su tibieza política, la fórmula del voto blanco. De ese modo, hundida la esperanza y florecido el resentimiento, Fajardo quiere contribuir con sus cuentas contrahechas, a la segunda derrota de Petro. |
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Miguel Ángel Herrera Zgaib, PhD |
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“Ha vuelto a notarse, desde las elecciones parlamentarias, sin pudor ni vergüenza, el poder corruptor del dinero para comprar votos y apoyos electorales, como si ninguna lección se hubiera aprendido en este campo en las últimas 3 décadas”. Un ex nuevo liberal, el opinador Juan Lozano, ahora obsecuente defensor del régimen para-presidencial de la seguridad democrática, y escudero del binomio de oro, Iván Duque/Federico Gutiérrez, perdió la memoria de los últimos treinta años. Al confundir la corrupción política con la del dinero, que es parte del fenómeno mayor. Desde los años sesenta del siglo XX, se produjo un estallido social y político mundial, la crisis de la representación política, porque salieron a las calles los sin parte, los muchos, la multitud exigiendo la participación de hecho. En Europa la participación de jóvenes universitarios y de secundaria, mujeres, nuevos obreros conmovieron los cimientos de la V República que tenía al largilucho y desmemoriado general De Gaulle al frente. No cayó su gobierno por la comparsa cómplice del partido comunista de Marchais, y la dirección sindical burocratizada. En América, los estudiantes, ferrocarrileros, y trabajadores del poderoso sindicato de la energía pusieron contra la pared al PRI, que, de cara al mundo, siendo el anfitrión de las Olimpíadas masacró a los protestantes que por miles se juntaron en el centro histórico de la antigua Tenochtitlán, en la Plaza de las Tres Culturales. El secretario de gobernación Luis Echeverría Álvarez, del presidente Gustavo Díaz Ordaz domó aquel conato de rebelión, que marcó el comienzo de la decadencia de la revolución interrumpida. Desde entonces la corrupción política está a la vista de todos para detener la marejada democrática que golpeó a los bloques dominantes nacionales y trasnacionales del mundo capitalista y socialista, con el descongelamiento de la detente nuclear de la Guerra Fría, sin que lograra derrumbar el viejo orden del capital. Después del estallido mundial de la participación, la gobernabilidad, que no la gobernanza democrática se reencauchó con la hegemonía neoliberal. La globalización del capitalismo respondió a la clase obrera en rebeldía y a las juventudes con el placebo del ciudadano consumidor, al confundir la libertad para consumir con la libertad política. Mientras que en Colombia, como si nada hubiera pasado, el derrotado líder del compromiso ciudadano, el matemático Sergio Fajardo quiere de nuevo repetir, ante el desconcierto de sus propios seguidores, con su tibieza política, la fórmula del voto blanco, luego que el candidato rival de Gustavo Petro, –según él, promotor del odio, que es la otra manera de encubrir la denuncia de la lucha de clases– ante el hecho que Rodolfo Hernández hubiera rechazado la propuesta de acuerdo, condicionada, que le pusieron a consideración junto con los coequiperos Robledo y Cristo. De ese modo, hundida la esperanza y florecido el resentimiento, Fajardo quiere contribuir con sus cuentas contrahechas, a la segunda derrota de Petro, para colocar en el poder a un supuesto campeón de la corrupción, Hernández, que arrastra con el inri de una imputación criminal. El ciclo de las revoluciones pasivas en Suramérica Este escenario se extendió por el mundo y tocó a las puertas de Colombia. Se entronizó en la reforma constituyente de 1991. Luego de los asesinatos de los dirigentes intelectuales de una reforma que se hundieron en la acción reforzada de la República de las armas. Esta Constitución consagró institucionalmente, un proyecto autoritario de revolución pasiva. Una modalidad de hiper presidencialismo que se puso primero a prueba en la Argentina con el tránsito de la dictadura de los militares a la democracia liberal de Alfonsín. Este entrampó al grupo más audaz de los Gramscianos argentinos, Aricó, Portantiero y el joven De Ipola quienes confundieron también a liberalismo y DH con democracia e igualdad social, aunque de dientes para fuera pudieran decir lo contrario. Aquí, el grupo de investigación Presidencialismo y participación llamó al régimen de 1991, Neopresidencialismo, y descubrió que era un formato en abierta contradicción con una promesa de participación democrática que negaba. Mucho más si le ponía la camisa de seda del Estado Social al orangután del presidencialismo bifronte. En cuestión de pocos años, la paz hecha con el M-19, eunuco de fuerza congresional, y sus compañeros de viaje, se entronizó la degeneración democrático liberal, con la imposición de la excepcionalidad de hecho, con la “bendición” impartida por el liberal “popular” Samper y su ministro Botero a las Convivir, las guardias blancas del paramilitarismo en el laboratorio de Antioquia, con el gobernador Álvaro Uribe. Era el ensayo del régimen parapresidencial con la vuelta de la fórmula de la excepcionalidad aplicada de hecho para impedir la revolución democrática en curso, empujada por las masas campesinas y las minorías indígenas organizadas en los territorios ayunos de reforma agraria y subordinados cum manu militari. Tal fue la antesala regional del régimen Para presidencial de Colombia, que se cocinó y generalizó luego de las victorias militares de la insurgencia subalterna coronadas por la recesión. Estas obligaron al presidente Pastrana, a reabrir la negociación de paz con las Farc – EP. La cual fracasó ante las demandas de reforma social en los acuerdos de San Francisco de la Sombra. El liberalismo tibio del Poder Popular, a la usanza del expresidente Samper, no sólo fracasó, sino que quedó insepulto y se prolongó hasta la debacle del liberalismo conducido por César Gaviria y en el naufragio de la Coalición Centro Esperanza, su penúltimo pataleo. Este lo retomó, más rebajado, el proyecto regional de Sergio Fajardo y su Compromiso Ciudadano. Este independiente supuesto liberal, se acaba de hundir en la disputa por la presidencia, y su coalición del Centro Esperanza, cuando recibió nones del candidato Rodolfo Hernández. Ahora todo se derrumba parece, cuando el proyecto de acuerdo político de 20 puntos, signado por él y la Dignidad del exsenador Jorge E. Robledo es rechazado por Rodolfo en 6 puntos principales. Tal es la miopía política con tal de cerrarle el paso a Gustavo y el Pacto Histórico que quieren desmontar el Régimen para-presidencial. Que sigue siendo una tarea inconclusa, luego de la firma de la paz neoliberal cuyo recortado programa de reforma socioeconómica quedó hundido en los meandros del régimen uribista administrado por Iván Duque y el sanedrín del Centro Democrático. Revolución democrática, intelectuales tradicionales y Universidad A Gustavo Petro y a sus asesores liberales, Barreras, Benedetti y Prada no les fue bien en la lucha político electoral contra el sentido común dominante, porque no enfilaron baterías adecuadas contra las dos caras del minotauro de la reacción, Fico/Rodolfo. De esa manera permitieron que el verdadero adversario se fortaleciera y volara rasante con la ayuda de un probado publicista, Ángel Becassino y su hija, experta con 13 jóvenes más en tik tok, y los intrígulis de las redes sociales. Por lo pronto, está bombardeada la campaña por el descrédito que induce la divulgación de los así llamados “PetroVideos”, piezas grabadas de una plataforma de Zoom, o como el resultado de la pretendida labor de zapa de un infiltrado en el equipo estratégico de campaña. De esta manera el tránsito de la guerra a la paz viene siendo reemplazado por una guerra mediática, dispuesta al amarillismo y al ocultamiento de la verdad con tal de escandalizar y desacreditar. Ellos no lo hicieron bien porque están presos del embeleco de confundir liberalismo con democracia. A estas alturas, el primer indicador son no solo los resultados electorales, sino las dos encuestas conocidas, porque el ganador de la primera vuelta fue Gustavo Petro/Francia Márquez y el Pacto Histórico. Ahora bien, la tabla de salvación, la corrección del rumbo errático en la transformación del sentido común está en la primera línea que representa Francia Márquez, porque ella encarna el núcleo de buen sentido que existe en las multitudes democráticas que han ganado presencia y ritmo en el ciclo que comienza en el año 2010. Las demandas de autonomía de los subalternos cada vez son más integrales, hasta confluir en una propuesta creíble de gobierno, para resolver la crisis de hegemonía del viejo orden bipartidista ampliado. Con diferentes expresiones han roto en buena parte con el sentido común dominante y que necesita de una justicia social concreta. Así se entiende la protesta universitaria de esta semana, que tiene dos ejes de resonancia hoy. La rebeldía callejera de la U. Distrital, donde existe desde hace dos años un proyecto constituyente, desdibujado en parte por el azote de la pandemia. Es la U. Distrital, una institución afectada por clientelismo bipartidista, con complicidad de algunos dirigentes de “izquierda”, y saqueo durante muchos años. De otra parte, está el activismo de base en la U. Nacional, cuando sus estudiantes de derecho y ciencia política se han declarado en asamblea permanente esta semana e incentivan una asamblea general. Alarmados están de modo adicional por el repunte del candidato Rodolfo Hernández, quien, siendo alcalde de Bucaramanga, para resolver las protestas de la UIS, planteó con desparpajo y sin vergüenza que habría que vender y urbanizar los terrenos de la sede de esta universidad, y extirpar de modo físico este foco de protestas y resistencias. Es una puesta en guardia preventiva contra la vuelta de los rectores policías padecidos en la coyuntura virtuosa de 1967 – 1971. Esta experiencia fugaz pero ejemplar del gobierno universitario de estudiantes y profesores, se selló de modo autoritario con la quiebra de la autonomía y la persecución del corto gobierno democrático de las universidades públicas. La revolución democrática interrumpida tantas veces ahora ha recuperado el paso de marcha y el tono de la autonomía. Volvió el tropel a las calles contiguas a las sedes universitarias. Hubo varias refriegas en la U. Distrital y Nacional, recordando las luchas del 8 y 9 de junio. Pero los estudiantes en las universidades públicas están dispuestos a defender la candidatura presidencial del pacto Histórico, que anima el partido de la paz. Y en mucho tiempo a respaldar con su voto el probable triunfo, sin precedentes, de la verdadera oposición de una tercera fuerza, diferente al bipartidismo. Es tiempo, las menos de dos semanas que quedan, para que el binomio de Petro/Márquez recuperen el rumbo del nuevo sentido común presente en la multitud subalterna y le quiebren el espinazo al régimen para-presidencial cuya agonía prolongó el Centro Democrático y su títere presidencial ad-portas de entregar la presidencia el próximo 7 de agosto. Estamos pues en la encrucijada colombiana. Se trata de no confundir más liberalismo con democracia. Resolver en los hechos el entuerto del consociacionismo de los frentes de clase del bloque dominante que no hegemónico. Para no retroceder demasiado en el tiempo, los que se extienden desde la crisis del Frente Nacional, 1958 – 1974. Hoy cuando la razón y la fuerza instituyente están del lado de la democracia subalterna. Ya veremos que nos enseñan estos “diez días que estremecen al micromundo” colombiano de los privilegios coloniales y necoloniales. Y ponen a la nueva intelectualidad orgánica en sintonía con darle vía a una verdadera revolución democrática que empieza con la elección del binomio Petro Márquez. Edición 781 – Semana del 11 al 17 de junio de 2022 | |||||||||||||
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