Los nadies:
Petro y Márquez no la tienen fácil

 
 
 

Pronto se cumplirán tres semanas del triunfo en las urnas del novel binomio político, Gustavo Petro y Francia Márquez, representantes y voceros principales de los Nadies, los sin parte, quienes son la oposición real al actual estado de cosas, cuyo rastreo histórico se remonta al año 1958. Pero, claro, tienen que gobernar para toda Colombia.

 
Miguel Ángel Herrera Zgaib, PhD1
 
 

Parte I

Más allá del tropel histórico: la epopeya de los Nadies

“Entre más nos persigan, entre más nos fusilen, entre más nos torturen, más razón tenemos. Así se mide la política en este país”. Jaime Bateman Cayón.

“Los nadies: los hijo de nadie, los dueños de nada. Los nadies: los ningunos, los ninguneados, corriendo la Liebre, muriendo la vida, jodidos, rejodidos: Que no son, aunque sean”… Eduardo Galeano, Los Nadies.

Pronto se cumplirán tres semanas del triunfo en las urnas del novel binomio político, Gustavo Petro y Francia Márquez, representantes y voceros principales de los Nadies, los sin parte, quienes son la oposición real al actual estado de cosas2, cuyo rastreo histórico se remonta al año 1958. Pero, claro, tienen que gobernar para toda Colombia.

El trabajo encomendado a la Comisión de la verdad, que ya divulgó con la vocería del padre Francisco de Roux dos volúmenes, de 11 que recogen tres años y medio de trabajo intenso y provechoso. Nos informa de las conclusiones, por una parte; y de las recomendaciones por otra. Esto último supone el establecimiento de una suerte de equipo de seguimiento del estado efectivo de las mismas a lo largo y ancho del territorio nacional y sus gentes.

Después de celebración y las felicitaciones, los equipos de coordinación y empalme del Pacto Histórico tejen con paciencia y cálculo la red necesaria de las nuevas alianzas, que permitirán la gobernabilidad en la reñida y dividida arena del congreso electo en 2022. Y por otra parte de qué modo quedará constituida la rama ejecutiva del poder público, que es lo que en las últimas semanas se va completando con los nombres que entrega a la opinión pública el propio presidente.

La carta de navegación previa es el borrador de un Acuerdo Nacional. Con un antecedente histórico, el diálogo nacional o el “gran sancocho” cuando el M-19 existía y combatía con el pueblo y las armas para obtener el poder, decía. Hasta que la estrategia de la guerra viraba hacia una negociación de paz con justicia social, una guerra de posiciones política, que cambiaba el escenario, con centro en la sociedad civil, en sus ciudades, como quizá lo comentara con Álvaro Fayad, su sucesor, quien ya leía con atención la obra política de Antonio Gramsci de escasa circulación en illo tempore.

El diálogo nacional, cuyo almendrón era la paz, tal y como lo nombró y promocionó Jaime Bateman, quien deseaba ser recordado como “profeta de la paz”, era la brújula que orientaba al conductor original con su desafiante novedad. Aquel borrador del proto acuerdo caminaba con fuerza hasta que “el profeta”, el flaco Bateman, pereció en el vuelo que se estrelló en la selva, en la comarca Guna Yala, Panamá, el 28 de abril de 19833.

El interlocutor adversario de aquella paz era un presidente conservador con halo reformista, Belisario Betancur. Él también le apostaba por separado a la paz con las Farc. La que propició a la desaparición de Bateman, y con el rechazo al Congreso de los Robles que convocó el M-19.

La negociación con la otra guerrilla, como se sabe, condujo a la creación de una convergencia política legal, la UP con presencia de guerrilleros. Se especuló que el propio Jacobo Arenas bajaría del monte para liderar en la vida civil el tránsito a una paz sin imponer el poder por vía del fusil.

Cuando la negociación de paz con las Farc – EP se enredaba, y eran segados cientos, miles de vidas de dirigentes y militantes de la UP; el argumento era el imposible de permitir todas las formas de luchas en simultánea. La negociación de paz se anegó, se sepultó en sangre. Entonces parecía a no pocos, todavía, que requería de ciudadanos armados y dispuestos para publicitar, combatir, y plasmar el cometido de la paz, volviendo al monte y triunfando militarmente. Pero era más que evidente que la paz estaba encriptada en los diversos proyectos revolucionarios que obraban en simultaneidad, sin lograr unirse de modo definitivo, con agendas divergentes.

Por el lado del M-19, los esfuerzos no los truncó la muerte accidental de Bateman en la selva del Darién. Quienes lo reemplazaron en la comandancia, muertos Iván Ospina, el turco Fayad hasta llegar a la comandancia de Carlos Pizarro LeónGómez, se esforzaron en seguir tal derrotero ahora con centro en la democracia. Los Robles fue el punto del penúltimo encuentro antes de la dejación de las armas. Aquella iniciativa fue torpedeada, prohibida por el ministro de gobierno, Jaime Castro, un dizque liberal fogueado con el MRL último López, y mano derecha de Belisario Betancur.

El reformismo frustrado de Betancur se sepultó en las ruinas de la toma/retoma del Palacio de Justicia. Antes de aquella operación de denuncia, la comandancia del M-19, y más de una personalidad civil y gubernamental burlaron el cerco. Caminaron hasta las montañas del Cauca, el ministro Ramírez y la periodista Laura Restrepo en medio de una balacera, plasmada en una histórica caricatura de Osuna. Fue invitado un gran intelectual de izquierda, Estanislao Zuleta, quien habló a propósito de la democracia y las condiciones para su ejercicio.

El vivo recuerdo de los Mil Días

“En ese sentido la dirección política se ha convertido en un aspecto de la función de dominio, porque la absorción de las elites de los grupos enemigos lleva a la decapitación de estos y a su aniquilación por un periodo a menudo muy largo”. Antonio Gramsci. El problema de la dirección política en la formación y desarrollo de la nación y del estado moderno en Italia, en: Antología de Antonio Gramsci. Selección y traducción de Manuel Sacristán. Akal, Madrid, 434.

“Pero la revolución comunera fue traicionada por el poder central y sus caudillos desmembrados y colgados de las escarpias públicas. El municipio autónomo, que había sido su troquel, fue aniquilado. Lo que sigue es la historia de quienes lo destruyeron y de los motivos que los movieron a esa destrucción”. Fernando Guillén Martínez.4

Después de aquella frustración, el M-19 desarrolló la operación que pretendía realizar un juicio público en el Palacio de Justicia, con las altas magistraturas. Quería revelar las inconsecuencias de un presidente “faltón” con la democracia y la paz de Colombia.

Retrocedieron un siglo para invocar en su apoyo el hacer del general Rafael Uribe Uribe, caudillo militar y político con Benjamín Herrera, cuando el radicalismo enfrentó y fue derrotado por la Regeneración autoritaria de Rafael Núñez y Miguel Antonio Caro, que a la postre torció el rumbo del estado y la nación colombiana excluyendo la presencia activa de los subalternos, convertidos en pura masa de maniobra en el mejor de los casos.

Así las cosas, el nudo gordiano de la política nacional, entre el Escila y el Caribdis del radicalismo liberal socializante y la regeneración oligárquica, se desató con la barbarie de la Guerra de los mil días, librada bajo centinela armado, el gobierno de los Estados Unidos, con sus barcos fondeados en la costa de Panamá, presto a intervenir en caso de necesidad.

Tal solución desde arriba tronchó también las vidas de la joven dirigencia universitaria que murió en los campos de batalla, con ausencia del grueso del país nacional en sus filas, y el curso impuesto de un capitalismo dependiente y periférico. Entonces el grueso del país nacional se mantuvo de espaldas a este conato de guerra civil entre señoritos rojos y azules, porque no resolvía en la disputa la pirámide de privilegios engordados de la colonia.

La guerra mantenía la miseria de los Nadies de fines del siglo XIX, esto es, la peonada, las minorías indígenas y negras, la pobrería mestiza que sobrevivía apeñuscada y haciendo un sinnúmero de oficios mal pagos en las primeras ciudades de finales de siglo. Parte de estos subalternos, sus padres y abuelos, habían hecho posible la independencia de Colombia, pero no recibieron a cambio, ni siquiera la libertad individual conquistada en las revoluciones burguesas conocidas. La servidumbre agraria, el trato como menores de edad a las comunidades indígenas originarias, y la exclusión social de las minorías se extendió hasta la sanción de la nueva constitución de 1991.

(Continúa)

Edición 785 – Semana del 9 al 15 de julio de 2022

1 Director Grupo Presidencialismo y Participación, Minciencias / Unijus, 1999 – 2022. Presidente IGS-Colombia, 2017 – 2022.

2 La fuerza de la presencia de los Nadies se hizo manifiesta para todos, con el estallido social de abril de 2021, y los meses siguientes, cuando los cálculos hechos, señalan una movilización sin precedentes cercanos, de 7 millones de colombianos en reclamo contra la desigualdad, el desgobierno, y el reclamo por la paz con reformas, en su airado y firme reclamo reivindicatorio.

3 En el accidente fatal de una avioneta monomotor Piper PA-28 Cherokee, HK2139P, viajaban con él, el político conservador Antonio Escobar Bravo, y los guerrilleros Conrado Marín y Nelly Vivas. Iban de Santa Marta con destino al aeropuerto civil de Paitilla, Panamá. Los cuerpos siniestraos quedaron en las estribaciones del monte Kintankuntiki, donde los hallaron los Kunas de la comarca de San Blas.

4 Estructura Histórica, Social y Política de Colombia. Crítica. Editorial Planeta Colombiana. Bogotá, 2022.

   
 
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