El gabinete de Gustavo, Francia
y la transición democrática

 
 
 

Una parte de los estudiosos se aventura a decir que, el gobierno que se viene formando es de izquierda, y que, de hecho, quien lo presidirá es un izquierdista. A contramano de lo que el mismo presidente repite desde el año 2018. Gustavo se autodefine como progresista y liberal, y en los discursos e interlocuciones ha precisado el tipo de liberal que es y quiere ser, uno que está entre el hacer del viejo López y lo prometido por el líder inmolado, Jorge E. Gaitán.

 
Miguel Ángel Herrera Zgaib, PhD
 
Grupo Presidencialismo y participación, IGS/Colombia
 
 

Parte II

El 19 de junio quedó en evidencia que el triunfo era de la oposición democrática, y que el presidente electo y la vicepresidenta daban voz y presencia a los sin voz, ni participación directa en el comando de la rama ejecutiva del poder público.

Con Gustavo y Francia, los grupos y clases subalternas acceden a la dirección del gobierno de Colombia. De ese modo, se abre una brecha en el régimen político para/presidencial que domina el orden público por algo más de un cuarto de siglo, sin modificaciones fundamentales. Excepción hecha de la oquedad que abrieron los Acuerdos de paz que firmaron el presidente Juan Manuel Santos y Rodrigo Londoño, máximo dirigente de las extintas Farc – EP.

Para los analistas y jugadores de la política nacional, luego del ciclo electoral de 2022, la pregunta y los cuestionamientos se dirigen a los nombramientos que se vienen conociendo en el interés de caracterizar la orientación del gobierno que se estrenará el próximo 7 de agosto, y antes que pasará con la dirección del Congreso.

¿Es un gobierno de izquierda?

Una parte de los estudiosos se aventura a decir que, el gobierno que se viene formando es de izquierda, y que, de hecho, quien lo presidirá es un izquierdista. A contramano de lo que el mismo presidente repite desde el año 2018. Gustavo se autodefine como progresista y liberal, y en los discursos e interlocuciones ha precisado el tipo de liberal que es y quiere ser, uno que está entre el hacer del viejo López y lo prometido por el líder inmolado, Jorge E. Gaitán.

Francia, en sus intervenciones, no oculta su talante democrático, y la defensa de una causa que es la propia, la de los Nadies. Por eso, además de ser la vicepresidenta, le dará existencia y contenido al ministerio de la igualdad, un cargo nuevo para Colombia1. Pese a que lleva más de 31 años de escrito y sancionado el artículo 13 de la Constitución.

En materia de nombramientos, el reparto de los puestos arrancó con Hacienda y Relaciones Exteriores, y los escogidos fueron dos figuras, una de cartel internacional, entre los pesos pesados de la dirección económica internacional. José Antonio Ocampo era un ministro que se peleaban varios candidatos.

Él estaba alineado con el Centro Esperanza del profesor Fajardo, uno de los perdedores. Pero con su cartilla neokeynesiana, y su conocimiento de Colombia y América Latina, este profesor de Columbia tiene que conducir el timonel de la economía entre la inflación y la recesión que anuncian tempestades a diestra y siniestra.

Álvaro Leyva, hizo parte del conservatismo social, y ha sido firme en el juego de la paz. Lo ha hecho del lado de los campesinos en armas que se dispusieron a firmarla, sin que se cambiaran, en el acto, los moldes neoliberales de la economía. Pero, él sí contribuyó en la construcción de un sólido documento, la letra de los Acuerdos2.

Es la carta de navegación que enruta al país por un proceso de modernización del campo. Aunque el mismo Leyva yerra cuando se mete a hablar de la sustitución o no del cultivo de la coca, y del trato que más convenga al campesinado maltratado, sin consultarlo, desde los tiempos de la insurrección comunera. Pero, es verdad que, con la experiencia del nuevo gobierno todos tienen que aprender.

Al lado de los dos nombrados, está la presencia de un intelectual afrocolombiano, Luis Gilberto Murillo Urrutia, nacido en el Chocó, una tierra prolífica en la contribución al magisterio colombiano, con excelentes resultados hace medio siglo. Él se desempeñó antes como ministro del medio ambiente. En su formación está el ser ingeniero de minas, formado en la universidad estatal de Moscú, entre 1984 – 1990. Era el tiempo en que se vivía la fracasada reforma del orden soviético, con el ensayo de Gorbachov de la perestroika y el glasnost.

Esta vez, Luis Gilberto, un hombre nacido en la vecindad del Pacífico, como en el caso de la vicepresidenta Francia Márquez, será el embajador de Colombia ante el gobierno y la nación estadounidense. Tendrá a la vista la interlocución con la vicepresidenta, Kamala Harris, con pertenencia a la comunidad afro jamaiquina asiática. Con un claro pasado de compromiso con la lucha por los derechos civiles desde su propio hogar.

El ministro de educación es Alejandro Gaviria, un exrector de la Universidad de los Andes, desde donde se animó a incursionar como candidato presidencial, y pronto aprendió que no tenía chance. Había sido antes ministro, basándose en su formación como economista, e intentó realizar adecuaciones a la ley 100, con variopinto resultado.

Hoy, Alejandro llega con un inmenso compromiso, en el sentido de democratizar la educación superior y la escuela elemental, a la vez que recuperar el marchito árbol de la educación media colombiana, donde el ataque al magisterio se convirtió en el trompo de poner de todos los gobiernos. Para llevar adelante estos propósitos presidenciales tendrá que darle fuerza al movimiento estudiantil y profesoral. Todo lo cual supone revivir y generalizar el gobierno democrático de las universidades públicas y privadas, en lo posible.

Del mismo modo, como tarea pendiente, le urge al binomio universitario de presidente/ministro trasladar el presupuesto quemado en la guerra social interna, para fortalecer la educación desfinanciada y olvidada, con cuando menos $12 billones más. Se trata de jugarse por un liderazgo plural en la olvidada, desvaída reforma intelectual, moral y educativa que necesita el país para acceder a una modernidad vibrante, multicolor, incluyente3.

El ala progresista de las mujeres

El otro componente conocido del gobierno Petro/Márquez se descubre con los nombramientos anunciados de Patricia Ariza, quien será la ministra de cultura. Es ella parte de lo que fue la heroica y creativa construcción del moderno teatro colombiano, que se fraguó al calor de las luchas estudiantiles y populares de los años 60 y 70.

Ella misma se enroló en la búsqueda encabezada por Santiago García y Carlos José Reyes, desde las experiencias teatrales que abrevaron en los ejercicios de la reforma educativa Patiño, y que vivieron también la censura y la persecución. De esa usina derivó la construcción del teatro independiente, que tuvo, igualmente, réplicas en Cali, Medellín, Ibagué entre otros.

Así se construyeron las bases del género dramático que dejó a un lado las experiencias de Campitos, y Luis Enrique Osorio, para meterse en la exploración de la violencia, las luchas populares y la historia nacional. Patricia ha sobrevivido y testimonia las trayectorias de García y Buenaventura, y tiene como potenciales coequiperos a Triana, Reyes, Niño, para potenciar el renacer de las artes más allá de la industria del espectáculo y el entretenimiento tentada por los coqueteos de la economía naranja.

El forjar una identidad pluricultural, y una nación hecha en la diversidad y la diferencia tiene en las artes y la cultura la urgencia de darle cabida a los múltiples ríos de la identidad nacional, donde la voz de los sin voz, un nuevo reparto de lo sensible es reclamado con urgencia.

En Agricultura llega una mujer experimentada en gobiernos anteriores. Una reformista y feminista, Cecilia López, quien fue desaprovechada e ignorada por diversas administraciones. Esta interlocutora del reformismo liberal de visos socialdemócratas está ahora montada en el potro de la reforma agraria integral, y con la posibilidad de repasar los escritos en los años 60, 70, 80 por el pensamiento crítico colombiano con voces connotadas como las de Antonio García, Darío Fajardo, Jaramillo, entre otros.

No hay duda de que tendrá que revisar las experiencias de campesinos y minorías étnicas, quienes han sobrevivido hasta hoy, y han padecido las bonanzas marimberas, cocalera, y, en menor medida, amapolera, como formas de subsistencia. Al tiempo que han vivido el arrasamiento de los cultivos tradicionales, que la apertura neoliberal condujo a su borramiento.

Recuperar el asunto de la soberanía alimentaria, implicará tomarse el tiempo y “darse la pela” con quienes han permitido y se han lucrado de dedicar los mejores suelos a la ganadería extensiva, el monocultivo agroindustrial que empobrece los suelos, o a la especulación con tierras improductivas.

En materia de salud, Carolina Corcho, médica y psiquiatra, recibe un país en cuarentena y afectado por enfermedades mentales de pronóstico reservado. Ha estado al frente de la lucha sindical, y ha denunciado con valentía encomiable y cifras incontestables el despilfarro producido en el presupuesto nacional, sumas billonarias para atender la salud de los colombianos. Para que caiga en el voraz festín de los intermediarios y el capital financiero, un barril sin fondo que les produjo fantásticas ganancias. El panorama a la vista es desolador, de lo que resultó del intento “modernizador” de la Ley 100.

El cuarteto de mujeres notables lo cierra la politóloga y antropóloga Susana Muhamad. Ella es la defensora del medio ambiente, y guardiana de los postulados del “buen vivir”. En Bogotá, cuando se desempeñó en la secretaría de la materia, durante la administración Petro, probó no solo sus convicciones, sino que maduró el proyecto que tiene que alcanzar la realidad nacional.

Bogotá fue su laboratorio, y la oportunidad de desempeñarse como concejala, ha acerado su verbo y su disposición pedagógica, con miras a hacer tránsito a las energías limpias, así como a una economía centrada en la vida, como la pregona la pareja que articula el proyecto de una verdadera transición democrática.

(Continúa)

Edición 786 – Semana del 16 al 22 de julio de 2022

1 Este ministerio sí existe en España, y otros países del mundo, a raíz de la ola de gobiernos progresistas que acompañan la pujan con la onda neoliberal, cuyos cantos de sirena desmantelaron lo poco o mucho que en materia de igualdad social existía en América Latina.

2 En tándem con el equipo compuesto por el jurista español y comunista, Enrique Santiago, y el brillante abogado colombiano Diego Alejandro Martínez.

3 La modernidad de Colombia se quedó anclada en los atisbos renovadores de los años 50 y 60, que en 1971 fueron aplastados y perseguidos en el cierre de las universidades públicas, ocupadas militarmente. Se trató de imponer la fórmula de las universidades de y para la guerra, convertidas en objeto de orden público, con cientos de estudiantes y profesores convertidos en presos políticos, desaparecidos, torturados y asesinados, como seguramente consta en las investigaciones de la Comisión de la Verdad, que hizo el proceso de documentar la infamia nacional de 1958 en adelante.

   
 
Importante: Cada autor es responsable de sus ideas y no compromete el pensamiento de Viva la Ciudadanía.
Se permite la reproducción de nuestros artículos siempre y cuando se cite la fuente.
 
 
 
 
comentarios suministrados por Disqus