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Después de un largo camino |
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Se espera que el 7 de agosto se inicie un cambio real en la vida del país que nos permita tener un país más equitativo, en paz, con mayores y mejores niveles de justicia, educación y atención a la salud, donde la convivencia y la tranquilidad ciudadana florezcan y como dice la nueva vicepresidenta, podamos “vivir sabroso”. |
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Jaime H. Díaz A. PhD |
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Después de un largo camino comienza una nueva aventura. Pero antes es conveniente mencionar como se ha desarrollado el último trecho para llegar a la actual situación política en la que de forma inédita nos encontramos en Colombia. El 13 de marzo pasado se habían ubicado en el partidor presidencial ocho candidatos, dos de ellos desistieron pronto. La señora Ingrid Betancourt, quien se había desempeñado como congresista, candidata a la presidencia y estando en esa labor fue secuestrada por las Farc, quien la mantuvo en cautiverio seis años. Ingrid después de varias pataletas confirmó que no tenía ninguna opción. Y, el señor Luis Pérez, ex alcalde de Medellín, con varios procesos judiciales abiertos, también entendió que no iba a llegar a ningún lugar. De los seis, tres habían surgido de consultas el 13 de marzo, los otros tres habían decidido lanzarse al agua sin consulta previa. De los seis que quedaron aspirando a la presidencia, solo tres tenían reales opciones en lo que podría ser la primera vuelta presidencial prevista para el 29 de mayo, en caso de que ninguno de ellos llegare a tener el 50% + 1, de los sufragios emitidos. Los otros tres estaban muy desdibujados: John Milton Rodríguez, senador y pastor evangélico, se presentó en representación de varias confesiones evangélicas, con un discurso moralizante y una visión política conservadora de corte derechista. Sus votos fueron 274.250. Enrique Gómez Martínez, lo hizo en nombre de un partido “resucitado” recientemente, llamado “Movimiento de Salvación Nacional” de extrema derecha. Su guarismo fue de 50.539 votos. Sergio Fajardo, que en la contienda electoral de 2018 tuvo una real opción a la presidencia, había ganado la nominación en la llamada “Coalición Centro Esperanza”. Sin duda su programa de gobierno era sólido y con propuestas atractivas y progresistas sobre todo en temas de paz, medio ambiente, reforma rural, también sensatas en asuntos financieros y de ética pública, teniendo la educación como motor de la movilidad social. Doctor en matemáticas, estaba rodeado de sectores académicos prestantes, pero bastante fríos. Pareciera un candidato que le molestara sumar, pues veía como sospechosos a los activistas de la política electoral. Con un discurso analítico para aulas universitarias, pero carente de fuerza y entusiasmo, en la práctica se dedicó a restar llevando a que su candidatura fuera totalmente inviable. Su votación fue de 888.585. Federico Gutiérrez, ex Alcalde de Medellín, era el candidato del establecimiento. Todos los partidos de la derecha habían hecho sus apuestas por él. Su programa reflejaba un continuismo moderado. Fue considerado como el sucesor de un gobierno que atravesaba un alto desprestigio. El hombre a vencer era el candidato de izquierda, Gustavo Petro, por eso sus baterías estaban enfiladas a hacer pensar al electorado, que si la izquierdista llegaba a la presidencia sería el caos. Sus agónicos llamados a todos los partidos y candidatos distintos al del Pacto Histórico, fue: “Nos unimos o nos jodemos”. Sentía que la barca estaba a punto de hundirse. Los agoreros de su entorno veían nubarrones, el poder que siempre habían tenido de una u otra manera, aún en épocas de violencia fratricida, podía pasar a manos indeseables. Pero con todo pareciera que emergía una nueva luz de esperanza en la nebulosa figura de un personaje folklórico en ascenso, el ingeniero Rodolfo Hernández. El electorado de Gutiérrez sumo 5.088.010 votos. Rodolfo Hernández, estaba cobijado por el folklor y la patanería. Hombre desabrochado para hablar, que lo hacía cercano a la gente con propuestas de singular simpleza en la administración de lo público y un monotemático antídoto contra todos los males, acabar con la corrupción. Ingeniero de profesión, se había lanzado a conseguir la presidencia en solitario, apoyado por su abultado patrimonio, conseguido como constructor y contratista, su incursión en la política pública la había hecho como alcalde de Bucaramanga, con una gestión aceptable. Sin duda el fuerte del candidato lo tenía en las redes sociales, especialmente en Tik Tok y Twitter, hábilmente manejada por expertos en el tema. Hernández en distintos momentos había manifestado expresamente su negativa a la participación de la mujer en la vida política, se había burlado de los pobres a quienes manifestó haber utilizado para crear su emporio económico. En plena campaña hablo de su admiración por el genocida Adolfo Hitler. Sin embargo, venía subiendo como espuma en las encuestas, mostrándose como anti establecimiento, lejos de los partidos y como una alternativa hacia un paradigma desconocido. Era un personaje de los que se denominan outsider. En palabras de su estratega y publicista, Ángel Beccassino: “Es un hombre que habla desde la verdad que él observa como la verdadera de las cosas. Es aquello en lo que él cree totalmente y desde donde él identifica las verdaderas soluciones para los problemas del país. Alguien que habla con esa franqueza y que se expresa de esa manera sorprendente, provoca una conexión profunda con la gente y se instala en la vida como una emoción”1. Su votación fue enorme alcanzando 5.953.209 sufragios. Se constituyó en la sorpresa de la jornada electoral del 29 de mayo, obteniendo el privilegio de disputar la presidencia frente al indiscutible ganador, Gustavo Petro. Gustavo Petro, llegaba de nuevo a una segunda vuelta, pues en las elecciones del 2018 había acariciado la presidencia que finalmente ganó Iván Duque. En esta ocasión el senador Petro había promovido con paciencia una coalición de izquierda y de centro en lo que se denominó “Pacto Histórico”. Había sido un joven guerrillero del M-19 (hace más de 40 años), que fue puesto preso y torturado, pero que durante largos años se había dedicado a la política como parlamentario, donde descolló con sus investigaciones y debates contra el paramilitarismo y la corrupción. Fue Alcalde de Bogotá, con bajos niveles de ejecución, atribuidos a una oposición sistemática por parte del Consejo de la Capital. Su plan de gobierno es robusto en medio ambiente e inclusión social. La verdadera revolución que propone se afinca en el cumplimiento de los Acuerdos de Paz establecidos entre el Gobierno Santos y las Farc y el acatamiento y aplicación de la Constitución del 91. Hombre culto, de gran inteligencia y formidable verbo, pero también tachado como caudillista y populista, con carácter autoritario que lo hace poco proclive a buscar acuerdos y a trabajar en equipo, con un talón de Aquiles en la ejecución. Petro, tenía como fórmula a la vicepresidencia a una mujer excepcional, la reconocida ambientalista y abogada, Francia Márquez. Mujer afrodescendiente que se ha hecho a pulso en medio de las dificultades y la violencia que vive su territorio. Una mujer con carácter recio pero cercano a la gente, su lenguaje sencillo e incluyente, sus conceptos fundamentales sobre la vida y como vivirla, se presenta en nombre de la gente que ha sido ignorada e invisibilizada. Francia le aportó a la campaña color y un dinamismo propio que atrajo a grandes sectores populares y a jóvenes. Su presencia y su forma de expresarse influyó en que millares de votos ignorados llegaran a las urnas. Petro y Francia obtuvieron 8.527.768 votos. Una vez conocido que la segunda vuelta dirimiría la presidencia entre Hernández y Petro, los partidos se fueron ubicando de un lado y del otro. Los partidos que habían estado del lado de Federico Gutiérrez, se sumaron a la campaña de Hernández, mientras que la mayoría de los miembros de la Coalición Centro Esperanza se vincularon a la de Petro. Pero el indomable voto de los sin partido se constituía en el fiel de la balanza. El tramo entre la primera y la segunda vuelta estuvo plagado de desinformación de lado y lado, no fue una campaña realizada con altura, las redes sociales fueron utilizadas como botafuegos de odio, mentiras y calculada desinformación. Particular relevancia tomaron unos videos sobre las estrategias de la campaña de Petro, para desacreditar y atacar a sus rivales. Las encuestas mostraban un final reñido, unas veces los guarismos colocaban a Rodolfo a la cabeza de la intención de voto, otras a Petro. El 19 de junio a las 4:00 p.m. cerraron las urnas y antes de una hora los colombianos teníamos como presidente a Gustavo Petro y vicepresidenta a Francia Márquez, quienes obtuvieron 11.281.000 votos, superando a Rodolfo Hernández y Marelen Castillo, quienes obtuvieron 10.580.412 votos. Cabe destacar que buena parte de esos votos más que optar por Hernández, se depositaron contra Petro, que en amplios sectores genera grandes temores. La participación electoral se situó en más del 58%, guarismo histórico de participación. Era la primera vez que en la historia de la república se elegía a un presidente de izquierda por fuera del sistema tradicional imperante. Los territorios más lejanos y de menor atención del Estado dieron el triunfo a Petro, así como Bogotá donde desde décadas se vota con mayor libertad y por una perspectiva progresista (Véase mapa electoral). Las imágenes de canoas y buses pequeños repletos y pletóricos de gente que iba a ejercer su derecho a decidir con un voto no amarrado se hicieron virales. La derecha no tuvo más que reconocer inmediatamente la derrota cabizbaja y expectante para lo que viene ahora. La cartografía electoral de esta jornada es prácticamente la misma que la que se tuvo en el plebiscito sobre los acuerdos de paz entre Gobierno y Guerrilla de las Farc. Coinciden los departamentos donde ganó Petro, con aquellos donde se votó por el Si, mientras en los departamentos donde se votó mayoritariamente el No, se votó por Hernández. Es sin duda una nueva apuesta por los Acuerdos de Paz, a los que Petro quiere impulsar, mientras el gobierno que espira quiso torpedear. Viene bien recordar la anécdota vivida entre François Mitterrand y un antiguo amigo, que le preguntó una vez había sido elegido presidente de Francia: ¿François, te puedo seguir tuteando? El presidente le respondió “como usted quiera”. Esto se podría llamar la majestad del poder, o también como en los sacramentos de la Iglesia Católica, que “imprime carácter”. Ya no es un ciudadano cualquiera, es el jefe del Estado del país, es decir de todos sus habitantes y su deber y servicio está dirigido a todos, esperando que sea para bien de todos. Todo parece indicar que Petro es consciente desde el momento de su elección del peso que le vino encima, el mismo ha dicho a los estudiantes de su Alma Mater, la Universidad Externado de Colombia: “Yo también estoy asustado por entrar a la Presidencia de la República”. En su discurso de triunfo en la tarde del 19 de junio si bien recalcó los puntos fuertes que se requieren para una nueva Colombia con justicia, equidad y paz, se expresó como el presidente de todos los colombianos, sin odios, ni venganzas: “Nunca habrá persecución política, ni persecución jurídica, solo habrá respeto y diálogo”, “No es un cambio para vengarnos, para construir más odios, para profundizar sectarismos en la sociedad colombiana”, “Llegó el gobierno de la esperanza”. Entre tanto Francia Márquez, dijo: “Gracias, Colombia. Esta lucha no empezó con nosotros, empezó con nuestros ancestros. Hoy con dignidad y grandeza recogemos los frutos de la siembra. Hoy se levanta la voz de los que ya no están, de los renacientes que vendrán y juntos empezamos a construir la nueva historia”. Petro inmediatamente después de su elección llamó a crear un “Acuerdo Nacional” en torno a su gobierno. Él mismo se puso manos a la obra convocando a partidos y dirigentes de orillas distintas y distantes a la izquierda buscando la necesaria gobernabilidad y trámites legislativos. Partidos de la más fuerte oposición como el Conservador ha acordado apoyar al nuevo gobierno, también lo ha hecho el partido Liberal y el de la U. El único partido que se ha declarado de oposición ha sido el Centro Democrático (el partido del señor Álvaro Uribe). Sin duda que el acercamiento de los partidos tradicionales y de derecha está en buena medida motivada por el afán burocrático y por no quedarse viudos del poder. Para el nuevo gobierno es asunto delicado, pero lo ve necesario para poder avanzar en sus reformas, aunque también pueden debilitarlas. El nuevo presidente viene actuando con cautela, ha sido parco en declaraciones y ha ido nombrando ministros experimentados y que en general han contado con una amplia aceptación. El nerviosismo en el sector financiero fue aplacado con la designación de José Antonio Ocampo, uno de los más prestantes economistas del país, quien hace más de 20 años fue también Ministro de Hacienda, y que también estuvo al frente de la cartera de Agricultura y fue Director del Departamento Nacional de Planeación, además de ser profesor de varias Universidades, entre ellas la Universidad de Columbia en Nueva York, y haber sido Secretario General Adjunto del Departamento de Asuntos Económicos y Sociales de Naciones Unidas. Es un hombre progresista que dice que al frente del Ministerio “No voy a proponer locuras ni voy a aceptar locuras”. A Ocampo le corresponderá liderar una Reforma Tributaria que posibilite sobre todo la inversión en el sector social, asunto nada fácil ante las muchas promesas. En la Cancillería nombro a Álvaro Leyva, reconocido activista por la paz y defensor de derechos humanos, quien hace 35 años se desempeñó como ministro de Minas y Energía, fue Constituyente y Congresista. En Agricultura, Cecilia López será la encargada de poner en marcha una urgente y necesaria Reforma Agraria. Cecilia ha sido ministra de Agricultura, de Medio Ambiente, directora de Planeación Nacional y Congresista. En el ministerio de Educación nombro al excandidato presidencial Alejandro Gaviria, quien fuera ministro de Salud y Protección Social y rector de la reconocida Universidad de los Andes. Al frente del ministerio de Cultura estará Patricia Ariza, poeta, artista, directora de teatro, trabajadora por la paz y defensora de derechos humanos, activista política y sobreviviente del genocidio en contra de la Unión Patriótica. El nuevo ministro de Defensa es Iván Velásquez, abogado, defensor de derechos humanos, magistrado de la Corte Suprema de Justicia, jefe de la Comisión Internacional contra la Impunidad en Guatemala. Sus investigaciones en la Corte Suprema de Justicia llevaron a que más de 50 congresistas fueran condenados por parapolítica. Mientras que en Guatemala al frente de su Equipo de Trabajo logró condenas de cárcel para el expresidente Otto Pérez Molina, su exvicepresidenta, siete ministros y decenas de diputados y empresarios. El presidente electo viene nombrando poco a poco un cuadro de ministros y ministras sólidamente formados/as, con un amplio ejercicio de excelencia profesional y un reconocido compromiso por el cambio. El Acuerdo Nacional ha permitido a Petro abrir el abanico para albergar a representantes de distintos partidos, así lo ha hecho en el nombramiento de ministros y seguramente lo seguirá haciendo con otros altos cargos del Estado. Ha mostrado un talante pragmático en busca de la gobernabilidad. La tarea no será fácil, en campaña hizo muchas promesas y como se suele decir “una cosa es la poesía y otra la prosa”. A partir del 7 de agosto se termina el ejercicio de la poesía y llega el de la prosa, del cumplimiento de lo prometido, y tal vez de matizar las expectativas bastante altas que tienen amplios sectores de la población. En todo caso el cambio de orientación en las políticas de Estado será evidente, en temas fundamentales como la paz, la seguridad, el medio ambiente, la inversión social, la atención a la salud y a la educación. Reforma Tributaria llevará más dinero a las arcas del Estado. Esperamos sean invertidos rigurosamente de manera especial en programas sociales que aminoren la brecha de inequidad en el país. Será reto de gran calado luchar y atacar la corrupción que campea por todas partes. Los antiguos como los nuevos funcionarios y el engranaje del Estado en su conjunto deberán dar prueba de honestidad, buen y eficaz manejo de los recursos públicos. La corrupción se puede instalar en cualquier lugar, en la derecha o en la izquierda. No por ser de izquierda se está libre de la tentación o de la acción corrupta. El Gobierno Petro deberá no solo dictar medidas estrictas, sino es su responsabilidad velar por el pulcro uso de los bienes públicos y cuando se cometan actos ilícitos de corrupción, de forma ágil y enérgica proceder a la destitución y al castigo de los implicados. Se espera que el 7 de agosto se inicie un cambio real en la vida del país que nos permita tener un país más equitativo, en paz, con mayores y mejores niveles de justicia, educación y atención a la salud, donde la convivencia y la tranquilidad ciudadana florezcan y como dice la nueva vicepresidenta, podamos “vivir sabroso”. Edición 789 – Semana del 6 al 12 de agosto de 20221 Redacción política – El Tiempo, Entrevista a Ángel Beccassino: “Rodolfo es eso que los estadounidenses llaman un “outsider””, dice su estratega, El Tiempo, 6 de junio de 2022, pág. 1.3. | |||||||||||||
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