Manuel Murillo Toro, el federalista

 
 
 

Manuel Murillo Toro fue Presidente de Colombia en dos ocasiones, ambas durante el periodo del Olimpo Radical que son los gobiernos que van de 1863 – 1886; Murillo fue el creador del Diario Oficial las comunicaciones del Congreso para la comunicación de las leyes, también fue promotor del desarrollo vial, las vías férreas, fue de las vías de comunicación nacional, inicio el tramo del ferrocarril de Buenaventura, fue periodista, libre pensador y continuador de las ideas socialistas francesas.

 
Alberto Ramos Garbiras1
 
 

Manuel Murillo Toro, presidente de Colombia dos veces en el siglo XIX en mi criterio es una de las grandes figuras políticas de la historia del país, un hombre íntegro, de comportamiento afable, no discriminaba a nadie, se ganó a pulso todos los cargos por su capacidad intelectual y prestigio que fue obteniendo en el devenir de los meses. La primera presidencia la ejerció entre los años 1864 y 1866. Estudió medicina obteniendo excelentes calificaciones y no la ejerció porque sintió repulsión cuando un gobernante de turno en Chaparral lo obligó a exhumar un cadáver y examinarlo, entonces decidió estudiar derecho y se ganó un espacio al lado de Vicente Azuero, ex constituyente de Cúcuta en 1821, y entró a los círculos de juristas bogotanos. Fue un agudo analista y observador de la vida nacional y le tocó vivir los principales cambios de la República naciente entre 1836 hasta su muerte en 1880, nació en 1816.

En varias informaciones he encontrado que la Universidad del Cauca lo consideró el gran pensador del siglo XIX. Fue un visionario, esto lo denota porque ordenó la hechura y dibujo de los mapas de los territorios del país, tomando como fuente principal los trabajos cartográficos de la Comisión Corográfica. Iluminó a Bogotá con gas. Creó el Banco Nacional, unificó la circulación de las monedas y ordenó su acuñamiento o amonedación en plata y bronce. Decreto que el 20 de julio se convirtiera en el día nacional. Impulsó la ley de tierras en 1852, “la tierra debe ser para quien la cultive”. No pedía la abolición del derecho de dominio, pero si la limitación y el control de su uso. De esta manera se convirtió en un precursor de la función social de la propiedad.

Fue un libre pensador, en su ensayo sobre el sufragio, cuestionó como lo terratenientes utilizaban a los indígenas y campesinos para inducirlos a votar, por el estado de dependencia y de ignorancia en que vegetan las poblaciones agrícolas. Murillo Toro, argumentaba sobre el goce de los derechos humanos que cada persona disponía de ellos a la manera de una autocracia individual, porque cada uno es el mejor juez de los intereses propios, así, los derechos al libre pensamiento, comunicación, locomoción, creencias (cultos), enseñanza y asociación, son de dominio exclusivo y absoluto del individuo. Casi una concepción anarquista en el mejor sentido de la palabra, o sea que cada uno es responsable del goce de las libertades individuales sin que nadie este imponiendo las conductas. Afirmaba Murillo Toro, “Si la República ha de ser el gobierno de todos por todos, o el gobierno de cada uno por sí mismo, no pueden dejarse influir por los curas, entonces para qué el régimen democrático”. Villar Borda, aseguró que Murillo Toro, fue un ideólogo propulsor del cambio de las estructuras coloniales. Fue un defensor acérrimo del individualismo clásico y un civilista. No fue partidario del Estado interventor, dejándole gran margen de acción a la iniciativa privada.

Dijo Lázaro Mejía Arango, que Murillo Toro, se preocupó desde un comienzo de su primera presidencia, por mantener el equilibrio entre el ejercicio del poder federal y la soberanía de los Estados como clave de la paz y el progreso, que ninguno usurpara o achicara los poderes del otro. Es decir, como defensor del orden territorial federal consideraba que la suficiente autonomía que el federalismo le daba a cada Estado fortalecía a los líderes (antes los supremos) para que en su territorio ejercieran el poder sin las afugias de que serían interferidos por el poder central. Esto lo creyó Murillo Toro porque el detonante de dos guerras se centró en la disputas por las soberanías regionales, de allí que durante la Guerra de los Supremos que fue una continuación de la Guerra de los Conventos, en Colombia estuvimos al borde de la secesión al menos en 3 regiones (1839 – 1842), y luego durante la Guerra por las Soberanías, después de la secesión del Cauca anunciada por Tomás Cipriano de Mosquera, y la guerra declara a la Confederación Granadina presidida por Mariano Ospina Rodríguez, los enfrentamientos fueron más encarnizados. El triunfo de Mosquera dio pábulo o lugar al nacimiento del federalismo puro, porque la Confederación Granadina fue un federalismo híbrido con elementos del centralismo, y más por el autoritarismo de Ospina Rodríguez.

Su primera presidencia (1864 – 1866), dejo ver su talante como ejecutivo gubernamental, acudiendo a las soluciones pacíficas, a las formas tolerantes, respetuoso del estado de derecho y buscando el progreso material. Le correspondió sortear una de las guerras locales más complejas porque implicaba un desafío a la república liberal radical. Se trató de las revueltas contra el presidente federal Pascual Bravo, de Antioquia, orquestado este derrocamiento por Pedro Justo Berrio, situación que habría podido desembocar en una secesión de Antioquia a la manera de la guerra de los supremos, ya esa experiencia reñida por las soberanías regionales, o la guerra que inició Mosquera contra la confederación Granadina, independizando al Cauca como punto de partida que desencadenó la guerra por las soberanías (1859 – 1862), en esta ocasión Murillo Toro, no alentó la retoma de Antioquia sino que contemporizó con el líder conservador sabiéndolo enrutar dentro del federalismo constitucional de Rionegro para conservar la totalidad del sistema federal, sacrificando un poder regional.

Lázaro Mejía, destaca la actividad de Murillo Toro, y sus beneficios al país en la reactivación de lo económico, la reorganización del Estado, la publicidad de los actos oficiales, el orden público, la política exterior y las obras materiales para los intereses del común. Mejoró los recaudos reorganizando la contribución de aduanas, también habilito el crédito exterior que estaba estancado. Y combatió el contrabando. “Para el gobierno era urgente mejorar la situación de las finanzas públicas, especialmente para atender pagos de intereses de la deuda interior, sueldos del ejército y el personal del Estado y necesidades del ramo de los correos”. En el contexto internacional de su primero gobierno le tocó una situación convulsa, el desenvolvimiento de la guerra de secesión en los EEUU entre el Sur y el Norte, con el asesinato de Lincoln, por la liberación de los esclavos, situación que ya había vivido Colombia en 1851 cuanto Murillo Toro era Ministro de Hacienda; otro acontecimiento coetáneo fue el advenimiento del emperador Maximiliano en México; los actos de reconquista de España de territorios en Hispanoamérica; la guerra con el Perú en 1864; y el enredo con el tratado de Costa Rica por incomprensión no entendieron que el intento fue agregar a la manera confederal parte de Costa Rica a Panamá región vecina que era un Estado nuestro, para acrecer nuestra geografía adentrándose en Centroamérica.

Manuel Murillo Toro, afirmaba que el Federalismo servía para la corrección general, que este modelo territorial era el que menos dividía, aunque pareciera lo contrario. Fue un acérrimo defensor de la Constitución de 1863 (la de Rionegro), refiriéndose a las críticas que se la hacían a esa Carta Magna, consideraba que los ajustes se le podría ir haciendo sobre el lomo de las interpretaciones jurisprudenciales y doctrinales, o sea fue un futurista como abogado constitucionaliza, pensando en la jurisprudencia como fuente del derecho. Es considerado como uno de los forjadores del pensamiento liberal radical, entre 1864 y hasta su fallecimiento, los autores lo estiman como jefe del partido, sus contemporáneos también, sin nunca haber sido proclamado, sin él haberlo solicitado, figura importante de ese partido entre otros nombres como Tomás Cipriano de Mosquera, Rafael Núñez, Eustorgio Salgar, Santos Acosta, Aquileo Parra, Julián Trujillo.

El Mismo Luis Villar Borda, anota que Murillo Toro, fue partidario del Federalismo como sistema territorial, para impulsar la división de los poderes, a fin de lograr un verdadero Estado-liberal de derecho, el respeto a los ciudadanos y el equilibrio entre municipio, región y centro administrativo. Para que la autoridad política nacional no atropelle a los gobiernos locales. Y para que la economía local no sufra desbalances con la absorción de sus recursos.

Sus primeras experiencias ministeriales las realizó al lado de José Hilario López. Su anticlericalismo, por considerar que el Estado debía ser laico, le produjeron las críticas de obispos dogmáticos como Manuel Canuto Restrepo, que lo calificaba de perseguidor de los jesuitas por haber firmado actos administrativos dentro del proceso de desamortización de bienes de manos muertas, y haber impulsado la libertad de los esclavos, acusándolo de haber incitado a la rebelión a los africanos; de esta manera se ganó la animadversión de los terratenientes de Colombia que vieron perder la mano de obra gratuita. Los mismos terratenientes aliados a los conservadores y el clero que le declararon la guerra a Hilario López y conformaron 23 focos de guerrillas conservadoras animando una guerra que duró 5 meses.

La segunda presidencia la obtuvo para ejercer el poder entre 1872 y 1874, triunfó ante competidores como Julián Trujillo, y Manuel María Mallarino, ambos después también serían presidentes de Colombia. Los votantes confiaron que prolongaría sus ejecutorias que habían dejado buena recordación desde la primera presidencia, en los albores del Olimpo Radical y que sería el continuador de la aceptable administración de Eustorgio Salgar. Ya había sido embajador en Venezuela durante el gobierno de Santos Acosta, y luego Magistrado de la Corte Suprema de Justicia, la Federal.

Bibliografía: Mejía Arango Lázaro. “Los Radicales. Historia política del radicalismo del siglo XIX”. Libro publicado por la Universidad Externado de Colombia. Bogotá, primera edición, octubre del año 2007.

Nota: si desea conocer más sobre esta apasionante biografía, el autor de este artículo preparó un interesante video que puede ver aquí: Canal 2 Cali – Manuel Murillo Toro: el federalista – Historia del Siglo XIX en Colombia.

1 Especialización en derecho constitucional, Universidad Libre; Magister en ciencia política de la Universidad Javeriana; PhD en Realidad Política Latinoamericana, Universidad Nacional (UNED) de Madrid España; ha sido profesor de ciencia política en la Universidad Libre y la Universidad Santiago de Cali. En la actualidad es profesor de las asignaturas derechos humanos y derecho internacional, también asumió la cátedra de paz, en la Universidad Libre.

Edición 795 – Semana del 17 al 23 de septiembre de 2022
   
 
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