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Converciudad |
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El futuro se parece a nosotros, dicen. El primer error está en usar nosotros y ellos. El otro error está en apropiarse del futuro. Pero también decir que el pasado fue de otros. ¿Quiénes son nosotros, quiénes ellos? ¿Y de ser unos y otros, cómo así que un futuro es solo de algunos o se parece a algunos? La primera convergencia es borrar el ellos y el nosotros. Llegar a un todos por distintos que seamos en mente, edad y bolsillo. |
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Álvaro González Uribe |
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Periodista, abogado y escritor – @alvarogonzalezu |
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Medellín y sus gobiernos: los anteriores, el que está (¡el que está!) y los que vienen. Batalla campal. Es hoy el dramático guion de ciudad aquí y allá. Se entiende, así existan más fuentes de poder de diversos tipos. Es el tema estelar, sí, pero urge un pare. Un espacio espiritual. Un espacio de distención. Sereno. De sentarnos. Un lugar mental colectivo donde nos empecemos a encontrar para pensar esta ciudad. Esta Medellín, esta tacita plateada de paradojas, posibilidades, poderes y abusos de poderes. Converciudad es la propuesta para esta locura de unos y otros. Para esta rebatiña por el poder de una ciudad cuyos habitantes solo queremos sobrevivir los más, vivir otros y vivir “más mejor” los más pocos. ¿Qué es converciudad? Son tres palabras en una: conversar, converger y ciudad. Dice el Diccionario de la Lengua Española de conversar: Dicho de una o de varias personas: Hablar con otra u otras. Y de converger: Dicho de dos o más líneas: Tender a unirse en un punto. Coincidir en la misma posición ante algo controvertido. En esas bellas definiciones –casi poemas– está todo. Dos palabras que unidas deben marcar la ruta perdida de la Medellín de hoy. Eso es converciudad: Conversar para converger en la ciudad. Converger en un espacio común: en la ciudad. Esa es la propuesta para Medellín. Es un método. Un propósito de entendimiento. Un ánimo a sentir. Un clima. Un paso más varios pasos que formarán un ritmo. Eso: el ritmo de la ciudad suena bien. Medellín. ¿Conversando y convergiendo en la ciudad podremos “convertir” la ciudad en otra ciudad, en la que acordemos? Lo digo porque es tentador usar también esa palabra “convertir”, pero no, esa es palabra mayor, no es la adecuada. Es pretensiosa y precisamente no es con pretensiones ni mesianismos ni adanismos como podemos conversar para converger. Suena a refundar y no es eso, es todo lo contrario: es retomar el rumbo creciente que tuvimos y que entre todos perdimos por culpa de todos. Es que eso es lo otro prioritario: reconocer las culpas de todos sin siquiera ponernos a cuantificarlas para no quedarnos en discusiones estériles. Ahí nos enredaríamos de nuevo. Esto no empezó ayer ni antier ni menos empezará con la converciudad. Ha sido un proceso largo cuya pausa activa de odio debe terminar. Un proceso no solo político como erróneamente se quiere mirar. Medellín no es una ciudad ahí puesta. Bueno, digamos que sí en el sentido de que una ciudad es un proceso histórico social, geográfico, medioambiental, económico y político. Una ciudad es un multiproceso. Medellín. El futuro se parece a nosotros, dicen. El primer error está en usar nosotros y ellos. El otro error está en apropiarse del futuro. Pero también decir que el pasado fue de otros. ¿Quiénes son nosotros, quiénes ellos? ¿Y de ser unos y otros, cómo así que un futuro es solo de algunos o se parece a algunos? La primera convergencia es borrar el ellos y el nosotros. Llegar a un todos por distintos que seamos en mente, edad y bolsillo. Medellín. No juntarnos para derrotar a alguien. Juntarnos para derrotar el ánimo pendenciero. No más rebatiña, no más pelotera. Vamos a formar un clima diferente que trascienda ideologías, amores y odios nacionales y locales. Bienvenido quien desee entrar en ese espacio climático, quien desee sentirlo, respirarlo. Y quien no quiera entrar no es censurable, ni más faltaba. Pero quienes entremos a ese espacio, a ese espíritu de ciudad, no vamos a luchar contra quienes no entren. Al margen de que alguien saque más o menos votos en unas elecciones, el ánimo no es derrotar, es ganar todos y todas, incluyendo a quienes saquen menos votos, pocos votos y a quienes no crean en los votos. Medellín: Bienvenidos jefes de todos los ámbitos a esta dimensión, bienvenidos, pero no como jefes, mejor como consejeros, asesores y así por el estilo. Bienvenidas autoridades y políticos, gremios, organizaciones y usted, amable lector. Nos queremos salir de esta que llaman polarización loca, árida, feroz. No corrientes, no anticorrientes, no empaquetamientos: la conversación es por la ciudad, la convergencia es en la ciudad. Sembremos flores en las trincheras. No, no seremos “independientes”, seremos espontáneamente dependientes de la decencia, de la ética, de la sensatez, de la verdad, de la democracia, de la ley, de cada uno, de la ciudad. Y claro, habrá que darle nombres a ese esfuerzo colectivo, nombres, pero no dueños. Nombres para un alcalde o alcaldesa que conduzca la converciudad en nombre de todos y todas, nombres para concejales y concejalas que acompañen y controlen, nombres para cientos de líderes y lideresas de todo tipo y en todo espacio que serán los tejedores del tejido desgarrado. Chao M-e-de-ll-í-n, bienvenido Medellín. ¿Te animas a ser converciudadano? Edición 798 – Semana del 8 al 14 de octubre de 2022 | |||||||||||||
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