La necesaria reforma
del sistema de salud en Colombia

 
 
 

No puede pasar “que se mate el tigre y se asuste con el cuero”, utilizando este dicho popular que permite referir que no es posible que ahora nos dejemos asustar, intimidar, con quienes salen a decir que acabar las EPS es meter en un caos al sistema de salud, cuando es precisamente por la intermediación financiera y el sentido de negocio por lo que hay un caos.

  Mauricio Torres-Tovar, M.D., PhD
 
Profesor Asociado Universidad Nacional de Colombia
 
 

Con la llegada del nuevo gobierno nacional, el debate público sobre la necesidad de reformar el sistema de salud en el país se ha intensificado, encontrándose una muy rápida reacción de parte de los sectores proclives al actual sistema defendiéndolo, en particular salvaguardando las EPS y con una reacción muy tímida de los sectores y organizaciones sociales, que durante décadas han demandado cambios de fondo, uno de ellos la eliminación de las EPS.

No se puede ahora negar la necesidad de una reforma del sistema de salud de fondo en el país, porque sería negar el cúmulo de frustraciones y dolores que la sociedad ha vivido producto del trato inadecuado que el sistema de salud le ha dado, ejemplo de ello las cien mil tutelas en salud promedio anuales que durante estas décadas se han interpuesto y que han tenido como causa principal la negación de los servicios por parte de las EPS, a pesar de estar establecidos como obligaciones con sus afiliados.

Los cambios anhelados

No puede pasar “que se mate el tigre y se asuste con el cuero”, utilizando este dicho popular que permite referir que no es posible que ahora nos dejemos asustar, intimidar, con quienes salen a decir que acabar las EPS es meter en un caos al sistema de salud, cuando es precisamente por la intermediación financiera y el sentido de negocio impuesto por la Ley 100 a la salud (que es un derecho, no una mercancía), por lo que hay un caos.

Las aspiraciones, sueños y propuestas que se han hecho durante estas décadas, por diversas expresiones de la movilización y los movimientos sociales de salud en Colombia deben hoy jugar un papel clave en el proceso social de impulso a una transformación profunda, que coloque en el centro la salud y la vida.

Por lo tanto, se requiere estructurar un sistema que produzca salud y no solamente atención a la enfermedad, por lo cual es necesario realizar una transformación cultural e institucional en varias aspectos (Torres-Tovar y Hernández-Álvarez, 2022):

Recuperar la autonomía en salud: los asuntos de la vida-salud-enfermedad se han delegado al complejo médico-farmacéutico-tecnológico, creyendo que, entre más acceso a atención hospitalaria, más medicamentos y más alta tecnología médica, se tendrá mejor salud. Esta es una formula equivocada que debe cambiarse. Hoy necesitamos más centros de salud que hospitales, hoy necesitamos más promotores/as de salud que médicos especializados, hoy necesitamos más comunidades empoderadas con los asuntos de su salud, que más burocracia institucional en el sector salud.

Se requiere descolonizar el pensamiento, para recuperar una visión propia de lo que es y significa salud para la gente. Es desarrollar procesos personales y colectivos para fortalecer la propia salud, que pasa por recuperar los conocimientos y prácticas tradicionales para el cuidado de la vida y la salud, complementadas con los conocimientos y prácticas construidas desde la medicina occidental. Es producir salud desde la soberanía alimentaria, la recuperación de la herbolaria médica, la expansión de múltiples terapéuticas alternativas no invasivas, entre muchos otros saberes.

Un sistema de salud soberano y público: se trata de configurar un sistema de salud propio, de base pública, universal, gratuito, que reconozca la diversidad existente en el país y que por lo tanto no homogenice las respuestas, y no se subordine a los intereses de las corporaciones farmacéuticas, del aseguramiento y la tecnología. Este sería un sistema sin EPS ni ARL, que recupere el manejo público de los recursos por parte del Estado, a través de instancias territoriales y junto a las comunidades, para configurar respuestas adecuadas a los diversos contextos sanitarios, culturales, territoriales y poblacionales que tiene el país.

Intervención en lo territorial: los mejores sistemas de salud son aquellos que desarrollan estrategias de base territorial y poblacional, logrados principalmente a través del desarrollo de la llamada Atención Primaria en Salud (APS). Esto porque la APS permite estar cerca de la gente, crear vínculos entre equipos de salud y las familias y comunidades, prevenir, predecir, no esperar a que aparezca la enfermedad, según condiciones de vida y trabajo que pueden ser afectadas con recursos y políticas públicas intersectoriales en el territorio. Con un sistema basado en APS se resuelve el 80 por ciento de los problemas de salud de la población de manera oportuna, continua, integral y efectiva. El resto se soluciona con redes integradas e integrales de servicios públicos y privados, de fácil acceso. Una buena APS se logra con la participación efectiva de las comunidades, con capacidad para incidir en el curso de las decisiones que se van tomando en el sistema.

Trabajo digno: se debe comprender el valor social que cumplen las y los trabajadores de este sector, no solo los médicos. La pandemia ha revelado su importancia, más aún en situaciones de crisis sanitaria. El país debe invertir en su formación y reconocerle su labor, por medio de la garantía de un empleo digno, estable y seguro, que supere esta “normalidad” del trabajo temporal e inestable, con salarios paupérrimos. No es tolerable que se deteriore la salud de aquellos que dedican su vida laboral a cuidar la salud de otros/as.

Cambios en la formación del talento humano en salud: se requieren técnicos y profesionales que atiendan las características heterogéneas de los territorios y las poblaciones del país, urbanos y rurales; que estén dispuestos a estar en y con las comunidades y no exclusivamente en instituciones clínicas asistenciales en los grandes centros urbanos.

Esto exige descentrar la formación del ámbito hospitalario para pasar a una formación en territorios concretos urbanos y rurales comunitarios, centrada en los procesos de producción de la salud desde un enfoque de determinación social, promocional de la salud, preventiva de la enfermedad, APS y de salud familiar y comunitaria.

Los sectores sociales no pueden equivocarse

Los sectores y organizaciones sociales están exigidas a actuar, y no caer en la trampa de creer que demandar los cambios soñados configuran una oposición al actual gobierno nacional. Por el contrario, eso ya lo han mostrado experiencias en América Latina, que la forma como los gobiernos progresistas avanza en la línea deseada es producto de la movilización y presión de los diversos sectores sociales, para que las decisiones que orienten y tomen, salden deudas históricas de injusticia social y en este caso, de injusticia sanitaria.

Esta dinámica de movilización social debe permitir a quienes hoy se encuentran al frente del Ministerios de Salud, que son compañeras/os que vienen de los procesos de movilización social en salud, sentir el respaldo, pero también la demanda social, para que puedan cumplir adecuadamente las tareas de gobierno que la sociedad y en especial, los diversos sectores sociales del país comprometidos con la salud como un derecho humano fundamental, les demandan.

Edición 800 – Semana del 22 al 28 de octubre de 2022
   
 
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