Petro,
entre los aciertos y el disparate

 
 
 

El presidente Petro tiene que ser responsable y darse cuenta de que debe domar su personalidad e impedir que su terquedad lleve al país a la bancarrota. Nada le cuesta decir muy pronto: “Colombianos y colombianas, me equivoqué, no medí el impacto que mi anuncio tendría en la economía…”

  Patricia Lara Salive
 
Escritora, periodista y activista por la paz – El Espectador
 
 

A muchos no les han gustado los primeros 100 días del gobierno de Petro. Otros, quizá los más, continúan en su petrismo cerrero y todo lo ven perfecto.

Pues ni lo uno ni lo otro. Por una parte, nadie puede negar que el presidente, sus ministros de Hacienda y del Interior, el comisionado de Paz y la bancada de gobierno —liderada por el presidente del Senado, Roy Barreras; el senador Iván Cepeda, en temas de paz, y el senador Gustavo Bolívar, en asuntos económicos— obtuvieron éxitos incuestionables. En menos de 100 días lograron que se aprobaran los dos principales proyectos del Gobierno: el de la paz total y la reforma tributaria, que no generará los $25 billones adicionales que se pedían, pero con su recaudo se dispondrá de $20 billones, es decir, el doble de lo que admitían los gremios. Además, se aprobaron el Acuerdo de Escazú y la Jurisdicción Nacional Agraria —que habían naufragado con Duque—, se avanzó en la reforma política, la ministra de Agricultura puso a marchar la reforma agraria y se reanudaron las relaciones con Venezuela. ¡Moñonas, todas!

Pero también hay que dejar claro un punto muy complicado en el desempeño de Petro y es el que tiene que ver con el timing de su política energética. Hay que decir que su propósito de conducir al país hacia las energías limpias es el correcto y que eso mismo lo están planteando en los principales países de Europa. Lo que se discute es cuándo y cómo hacerlo. Por una parte, se sabe que Colombia solo contribuye en el 0,6 % a la producción global de los gases de efecto invernadero que están generando el cambio climático y la mayor parte de ellos, en el caso de nuestro país, provienen de la deforestación acelerada más que del uso de carbón y petróleo. Por otra parte, hay que tener en cuenta que hoy los hidrocarburos y las industrias extractivas le generan a Colombia cerca del 60 % de sus ingresos por exportaciones.

El presidente dijo en campaña, y no ha retrocedido en esa afirmación, que no autorizará la exploración de nuevos yacimientos; no obstante, el ministro de Haciendo aseguró, por fortuna, que sí habrá nuevas exploraciones. Según los expertos, esa incertidumbre y esas contradicciones han llevado a que la acción de Ecopetrol haya perdido más de la tercera parte de su valor y que el dólar se haya devaluado más que en otros países, lo cual ha generado un impacto negativo en la inflación.

Gustavo Petro no puede matar la gallina de los huevos de oro ni privar al país del chorro de dólares que a partir del 2028 ingresarían si hoy autoriza nuevas exploraciones de petróleo, máxime si no se ha probado que sí vayan a llegar las divisas provenientes del turismo y la agroindustria con las que él cree que reemplazará los ingresos petroleros. Además, no puede renunciar a esos recursos porque son los que harían factible financiar el tránsito hacia las energías limpias.

El presidente Petro tiene que ser responsable y darse cuenta de que debe domar su personalidad e impedir que su terquedad lleve al país a la bancarrota. Nada le cuesta decir muy pronto: “Colombianos y colombianas, me equivoqué, no medí el impacto que mi anuncio tendría en la economía; así que decidí que habrá nuevas exploraciones mientras nos preparamos para que, cuando estas se suspendan, no se ocasionen daños severos en la economía”.

Hacerlo, presidente, solo le costaría un acto de valor. Así usted recuperaría los puntos de popularidad perdidos y la economía se estabilizaría. ¡Piénselo!

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Edición 803 – Semana del 12 al 18 de noviembre de 2022
   
 
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