Benjamín Herrera,
un estratega admirable

 
 
 

Benjamín Herrera, un caleño nacido en el siglo XIX (1850) y fallecido en el siglo XX (1924); estudio derecho en la Universidad del Cauca, Popayán, y con el advenimiento de la guerra civil de 1876, llamada “de las escuelas” o “por las escuelas”. La vida de Herrera, a raíz de tantos conflictos locales y el inició de la desestabilización con el gobierno de Julián Trujillo, dio un giro y se inclinó por los estudios militares, ingresando a la Guardia Nacional.

  Alberto Ramos Garbiras1
 
 

Las personas cambian con el tiempo y las circunstancias, pero hay otros que no hacen nada, o no tienen iniciativa. Algunos se conforman con lo que aprendieron para defenderse y sobrevivir. La mayoría son anodinos, del montón. Y otros son extraordinariamente activos, llenos de iniciativa, se transforman de acuerdo con las exigencias y condiciones del tiempo, o son protagonistas de la época y lideran procesos que con el paso del tiempo y en retrospectiva, uno aprecia como actos de heroicidad, resaltan las tareas ciclópeas.

Benjamín Herrera, un caleño nacido en el siglo XIX (1850) y fallecido en el siglo XX (1924), lo podemos clasificar como un hombre extraordinario. Iniciada la guerra civil de los mil días en octubre 17 de 1899, a los 13 días ya se había apoderado de Cúcuta, comandando a 2.000 hombres, para defenderla a nombre del partido liberal que declaró la guerra contra un régimen andrógino y despótico (los liberales y conservadores unidos en La Regeneración), arropados por la Constitución de 1886 y sus leyes que implementaron para disminuir a la oposición, entronizando el fraude electoral. Rafael Uribe Uribe, de la misma manera, intento tomarse a Bucaramanga entre el 11 y el 13 de noviembre, pero no tuvo la misma suerte de Herrera. Un mes después, ambos Uribe Uribe y Herrera, triunfaron en la batalla de Peralonso.

Esta guerra civil, llamada de los mil días, la última de ese convulso siglo, se inició tomando municipios para “desconservatizar” el país, en tres años murieron más de 80.000 colombianos tiroteados unos, y macheteados otros. Desde 1880 Rafael Núñez, siendo presidente a nombre del liberalismo Radical, venía “barriendo” a los liberales de los cargos públicos para vincular Nuñistas. Una guerra civil caótica porque los retadores del régimen ya habían sufrido los desgastes de la guerra civil de 1885 (contra Núñez), y de la guerra civil de 1895 (contra la Constitución del 86, contra La Regeneración y contra Miguel Antonio Caro). O sea, con esta confrontación bélica, Colombia vivía la tercera guerra general en 14 años. Por la categoría y magnitud, no se contaron sino 8 guerras civiles generales en el siglo XIX, sin incluir las 35 guerras locales o regionales. Y sin tener en cuenta las dos guerras iniciales, la de la Patria Boba (1811 – 1815), y la guerra de independencia (1819), sin incluir las guerras subsiguientes hasta 1824 para despejar de españoles todo el Virreinato.

Benjamín Herrera, estudio derecho en la Universidad del Cauca, Popayán, y con el advenimiento de la guerra civil de 1876, llamada de las escuelas o por las escuelas, le tocó participar para defender el gobierno del liberal radical Aquileo Parra. A raíz de esta guerra declarada por los conservadores en alianza con la iglesia católica y los terratenientes contra un sistema progresista (el Olimpo Radical) que habían fundado la Universidad Nacional en 1867, para tener una institución permitiendo un pensamiento abierto diferente al clerical/monacal de las universidades religiosas de la colonia; la vida de Benjamín Herrera, a raíz de tantos conflictos locales y el inició de la desestabilización con el gobierno de Julián Trujillo, dio un giro y se inclinó por los estudios militares, ingresando a la Guardia Nacional. Allí aprendió de tácticas y estrategias.

Entonces de miembro oficial de la fuerza pública, abogado de formación y talentoso ciudadano, se va a encontrar durante este gobierno de Trujillo con el comienzo de la involución del partido político al que admiraba, los liberales radicales que por la traición de Rafael Núñez y las circunstancias adversas de los gobiernos regionales en marcha, y los nacionales o de la unión, manipulados durante los 7 años siguientes; en 1885, durante el segundo Gobierno de Núñez se desata la guerra civil de 1885, entrando Herrera a defender su partido político que iba a ser desalojado del poder para dar cabida a otro régimen que pocos entendían aún, sobrevendría: La Regeneración.

Hasta aquí vemos a Benjamín Herrera, de civil a militar; en 1885, de militar a guerrillero liberal, al lado de Rafael Uribe Uribe, otro civil que la vida agitada del siglo XIX lo volvió guerrillero también. Terminada la guerra de 1885, conflicto que lo llevó a combatir en Cartagena, zonas de Santander y en Boyacá; después de esta guerra civil se destacó como dirigente político a nivel nacional, defensor del partido liberal para hacer respetar los derechos civiles conculcados. Y en 1899 vuelve a tomar las armas, guerrillero liberal, otra vez, correspondiéndole defender a Panamá, un Departamento de Colombia que había sido un Estado durante los gobiernos radicales (1863 – 1886), será designado por Gabriel Vargas Santos, como jefe miliar del Cauca y Panamá, al lado de Lucas Caballero, y triunfará en Panamá, una proeza admirable.

Después de la batalla de Palonegro (mayo del año 1900) que, si fue un fiasco para los combatientes liberales porque los conservadores retomaron las ciudades despejadas por los liberales, Benjamín Herrera, viajó al exterior para buscar ayuda y cooperación, mientras que en seis departamentos continuaban los combates liderados por liberales dispersos, que no acataban instrucciones de los liberales miembros de la dirección nacional, o ejército liberal central.

Al regresar de Centroamérica, donde adquirió en buque Padilla, antes de llegar a Panamá, Benjamín Herrera, se ubicó en Ecuador desde donde planeó la defensa del Cauca y de Panamá, y obtuvo las tomas militares de Tumaco y Barbacoas, apoyado por líderes como Julio Plaza, Sergio Pérez, Emilio Bustamante y otros. Con estos líderes y acompañado de Lucas Caballero, llegó en diciembre 1901 a Tonosi (Panamá), con 1.100 hombres, lugar que sirvió de base inicial para desplegar las acciones calculadas en Ecuador, plan logístico, diseño de la estrategia y comienzo del reclutamiento para acrecer el ejército. En enero 1902 se produjo el combate naval de Taboga, que le permitió vencer a los tripulantes del buque Lautaro. Preparó la batalla de Aguadulce, ocupó antes el sitio clave de Nata, luego la localidad de David, se llevó a cabo el combate de San Pablo , también logro vencer en las localidades de Pocri y en la Vigía, y desde esta población organizó un comando invisible para penetrar las ciudad de Panamá y la de Colón, los principales asentamientos, hasta posicionarse estratégicamente en la isla de Bocas del Toro y Chiriqui Grande; corrió toda clase de avatares, sorpresas, refriegas, hasta ascender a la toma de Punta Peña y despejar la provincia de Bocatoreña. Un periplo complejo, marítimo y terrestre, aplicando todos sus conocimientos en defensa y contraataque.

Alejandro García Hernández, consultó varios autores, entre ellos Humberto Ricord, Darío Mesa, Thomas Fischer, Gustavo Rodríguez, Enrique Santos, Jaime Mejía, Luís Castaño, y compiló las refriegas, los avances, enfrentamientos y peripecias para Benjamín Herrera, poder llegar a ubicarse bien antes de la batalla de Aguadulce. Expone en síntesis García Hernández, que en mayo de 1902 el gobierno nacional concentró 7.000 hombres en Panamá, tres barcos y seis veleros, para combatirlo. La táctica de Benjamín Herrera fue mover sus tropas hacia el puerto de Santa María, para incitar e inducir a las tropas conservadoras para que se instalaran allí, y cercarlos. En junio 2 tres mil soldados del gobierno nacional, comandados por Morales Berti, llegaron al puerto de Santa María. Herrera, movió sus tropas a David, el Pedregal y las otras en el puerto. Luego, comenzó a sitiar la localidad de Aguadulce para cortar el envío de suministros y refuerzos, atacó los puertos de Taboga, Flamenco, y enfrentó el barco Chucuito que brindaba todos los suministros. Herrera, concentró su ejército en el puerto de Santa María, ordenó que cruzaran el rio, los conservadores se atrincheraron en Pocri y Aguadulce. Ya la ciudad cercada, Herrara hizo cerrar las vías de comunicación y ordenó el avance de las tropas construyendo trincheras, atacando las guarniciones ubicadas en las localidades alrededor, de manera alterna, vía terrestre y marítima, venció a las embarcaciones y capturaron las tripulaciones. A la población civil le permitió salir por corredores humanitarios, ondeando banderas blancas. (García Hernández, 2019).

En realidad, fueron dos batallas de Aguadulce, derrotó al ejército conservador del régimen, pero tuvo que enfrentar una invasión previa, los norteamericanos estaban allí acantonados y no dejaban que las ciudades de Colón y ciudad de Panamá fueran incluidas en el conflicto, tenían el interés de desarrollar el proyecto del Canal de Panamá que el gobierno de José Manuel Marroquín les estaba prometiendo entregar la concesión para la construcción, quitándosela a los franceses. Desde 1880 Núñez atrajo a los norteamericanos y dejó instalar cañoneras. Y en la reforma constitucional de 1886 redactó un artículo dejando la administración de Panamá como una provincia, para ser apéndice de la casa presidencial. Entonces Benjamín Herrera triunfó, recuperó Panamá, pero quedó entrampado sin poder administrar el territorito liberado, ni regresar con sus tropas, más de 10.000 hombres, porque no tenía el transporte suficiente, para continuar contribuyendo a desatar la guerra del fin de siglo. Las tropas de EE. UU. fueron una intimidación, ante la derrota, Marroquín hostigaba para que lo atacaran, el contralmirante Cassey, comandante norteamericano, lo condujo, persuadió o constriñó para firmar el tratado de Wisconsin que, Herrera condicionó a una reforma constitucional.

Firmó el Tratado, pero no quedó satisfecho con esa paz imperfecta porque el Gobierno de Marroquín taponó la reforma constitucional que la situación ameritaba para cambiar la férrea constitución de 1886. El tratado hacía referencia a la culminación de las negociaciones para la construcción de una canal; a elecciones transparentes porque desde 1886 no se tenían; a una amnistía general; a la suspensión de juicios; libertad a los liberales presos; suspensión de los tributos de guerra. Pero no a la reforma de fondo que reclamaba Herrera. “Ninguno de esos acuerdos recogió los puntos esenciales que habían motivado la apelación de los liberales a las armas. El gobierno de Marroquín simplemente otorgó garantías de desmovilización y retorno a sus hogares a los comprometidos en la insurrección. Pero era un hecho claro que luego de tres años de crudo batallar, el gobierno no había podido sofocar la revuelta, y que los rebeldes habían acabado por dar muestras de un renacido fortalecimiento militar. Tal vez lo único cierto era que el país estaba en ruinas y no aguantaba la prolongación del conflicto. O se lograba algún tipo de conveniencia o se asistía a la disolución de Colombia, como muy pronto empezó a ocurrir con la pérdida de Panamá”. (España, 2013)

Cuando Marroquín no ratificó el tratado exigiendo más dinero, los norteamericanos reaccionaron y empezaron a alentar el separatismo, insuflando los ánimos regionalistas e inflaron la figura de Esteban Huertas, el comandante del barco Chucuito (derrotado por Herrera), lo perfilaron como héroe, este atrajo a otros dirigentes y rompieron con Colombia, fraguaron una junta clandestina independentista, entre ellos: José Domingo de Obaldía, José Agustín Arango, Manuel Amador Guerrero, Ricardo Arias, Federico Boyd, Manuel espinosa, Carlos Arosemena. Así, los norteamericanos reconocieron a Panamá como Estado independiente, por los hechos del día 3 de noviembre de 1903, los instrumentalizaron y utilizaron para transar con ellos.

Después de la guerra de los mil días, Benjamín Herrera, se va a dedicar a pregonar la paz y a sofrenar a los belicistas. Participó como Constituyente en 1905 durante el gobierno de Rafael Reyes; otra vez Constituyente en 1910, durante el gobierno de Carlos E. Restrepo; ministro de Agricultura y Comercio del gobierno de José Vicente Concha; fue Representante a la Cámara y Senador de la República; impulsó la reapertura de la Universidad Externado de Colombia que, llevaba muchos años cerrada.

Benjamín Herrera fue el fundador de la Universidad Libre, logrando el apoyo de las Convenciones liberales de 1921 (Bogotá) y de 1922 (Ibagué). Universidad que tuvo su raíz en 1890 como Universidad Republicana, con el liderazgo de Salvador Camacho Roldán, un liberal radical destacado; luego apoyada por Rafael Uribe Uribe. Dice la página Web de la Universidad Libre que, concluida la guerra de los mil días en 1902, los dos grandes generales liberales Benjamín Herrera y Rafael Uribe, decidieron poner todo su honor y prestigio militar al servicio de la paz. Expresó Rafael Uribe Uribe, en 1903 “Si los Republicanos me prestan su apoyo pienso seriamente fundar, con el concurso de los más competentes profesores de esta capital, la Universidad Libre al estilo alemán”. El profesor Jaime Cortés Diaz, a propósito de Uribe Uribe, anotó, un conocedor mundial de su tiempo vislumbró un centro superior de formación sin dogmatismos, en el cual la criticidad fuese condición para la discusión, promoción del pensamiento abierto y la dignidad humana en beneficio de las reivindicaciones sociales. Conoció la Universidad Libre de Berlín que contenía esos conceptos y a otras europeas que con esa denominación (Libre), alimentaban el saber respetuoso sin ataduras. En 1912 la Universidad fue apoyada por Fidel Cano, esta universidad surgió con la inspiración y bases doctrinarias de la ilustración y el liberalismo.

Lucas Caballero, quien fue secretario general del director general de Guerra, general Gabriel Vargas Santos, y jefe de Estado Mayor del general Benjamín Herrera, durante la guerra de los mil días, escribió en 1938, por entregas o columnas, en el diario El Tiempo, las memorias de esa guerra, vaciando sus recuerdos gradualmente. Lucas Caballero, afirmó que Herrera, defensor a ultranza de Panamá, se convirtió en un buscador incansable de la paz; dejó constancia de las reflexiones de Herrera, como un teórico sobre la guerra citando los comunicados que emitió; citando sus razonamientos sobre el liberalismo y sus contenidos; los cuestionamientos al cruel reclutamiento de campesinos; destaca a Herrera por su estilo de estratega; adalid del respeto a los prisioneros de guerra, y defensor del derecho humanitario. (Caballero, 1980).

Nota: Sobre el tema, el autor nos sugiere darle una mirada a estos dos interesantes videos: “Benjamín Herrera, un estratega admirable” – Historia del Siglo XIX en Colombia y “Guerra civil de los 1000 días y Panamá” III Parte – Historia del Siglo XIX en Colombia.

Citas

– Caballero Lucas. “Memorias de la guerra de los mil días”. Libro publicado por El Ancora, editores. Basado en la primera edición de la editorial Águila Negra (1939). Segunda edición la del Ancora, Bogotá, 1980.

– España Gonzalo. “El país que se hizo a tiros”. Guerras civiles colombianas (1810 – 1903). Libro publicado por la editorial Random House Mondadori S.A.S. Colección Debate. Nomos impresores. Bogotá, año 2013.

– García Hernández Alejandro. “Benjamín Herrera, el estratega que logró que el liberalismo llegara al poder”. Relato con fuentes secundarías escrito para el portal educativo con el nombre de “Prospectiva en Justicia y Desarrollo”. www.projusticiaydesarrollo.com – Bogotá, 2019.

1 Abogado egresado de la Universidad Santiago de Cali (USC); especialización en derecho constitucional, Universidad Libre; magister en ciencia política de la Universidad Javeriana; PhD en Realidad Política Latinoamericana, Universidad Nacional (UNED) de Madrid España. Profesor de la cátedra derecho internacional, en la Universidad Libre.

Edición 808 – Semana del 17 de diciembre a enero 2023
   
 
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