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La gran oportunidad |
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La sociedad civil colombiana no ha observado con los brazos cruzados como campea la violencia en veredas y barrios del país. El movimiento por la paz ha ido creciendo hasta desbordarse en caminos, calles y plazas públicas, pero también en gestiones ante los actores armados, muchas veces silenciosas y llevadas con coraje. Si se ha llegado a firmar pactos por la paz, ha sido por la presión y con el concurso de la sociedad civil colombiana. |
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Jaime Humberto Díaz Ahumada PhD | |||||||||||||
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Se da inicio a las negociaciones con el ELN El hombre que en sus años mozos se alzó en armas contra el Estado y que con el correr de los días encontró que la vía armada no era la forma de llegar al ejercicio de la máxima magistratura es hoy el más convencido, y también quien tiene las mayores opciones de abrir ampliamente el camino para una paz necesaria y requerida por todos los colombianos. El camino recorrido para llegar a tener un país en paz no ha sido poco ni en vano. El grupo guerrillero en el que militó el hoy presidente Petro, nacido en armas en enero de 1974, se desmovilizó en marzo de 1990, teniendo una inmediata participación política que le permitió participar en la Asamblea Nacional Constituyente que dio origen a la Nueva Constitución que rige el país desde 1991. Le siguieron en la desmovilización el MAQL, el EPL y la CRS, este último vinculado al ELN. Durante los dos gobiernos de Juan Manuel Santos (2010 – 2018) se hizo un gran esfuerzo en procura de llegar a tener un país en paz. La negociación con las Farc el más grande y representativo grupo guerrillero culminó con un Acuerdo de Paz, con decisiones fundamentales en lo político y en lo social; lamentablemente, este acuerdo, fue afectado por el fracasado plebiscito absurdamente negativo. Las negociaciones con el otro importante grupo guerrillero, el ELN quedaron iniciadas, mientras se interpretaba que tal negociación avanzaba en un vagón de segunda clase. El gobierno Duque (2018 – 2022) acogió con desdén los acuerdos con las Farc, mientras su desgano en afrontar un diálogo con el ELN tuvo su puntada final por la atroz acción del ELN al explotar un carro bomba en la Escuela de Policía General Santander en Bogotá, en enero 2019, donde fueron asesinados 23 jóvenes cadetes y se tuvo más de sesenta heridos. La sociedad civil colombiana no ha observado con los brazos cruzados como campea la violencia en veredas y barrios del país. El movimiento por la paz ha ido creciendo hasta desbordarse en caminos, calles y plazas públicas, pero también en gestiones ante los actores armados, muchas veces silenciosas y llevadas con coraje. Si se ha llegado a firmar pactos por la paz, ha sido por la presión y con el concurso de la sociedad civil colombiana. El presidente Petro desde su campaña y más concretamente desde que asumió la presidencia se ha propuesto a erradicar la violencia y construir lo que ha llamado una “Paz total”, dialogando con la guerrilla y buscando el sometimiento a la justicia con organizaciones criminales que cuentan con estructura jerárquica o en red y estén dedicadas a conductas ilegales en patrón criminal. Rápidamente se propuso y se logró el ajuste del marco jurídico establecido en la Ley 418 de 1997 que le otorga al presidente facultades para adelantar negociaciones con grupos armados al margen de la ley, promover la convivencia y definir políticas de seguridad. El Presidente eligió como Alto Comisionado para la Paz a Danilo Rueda Rodríguez, reconocido defensor de derechos humanos, que ha dedicado su vida al servicio de comunidades afectadas por la violencia y la pobreza. Hasta su nombramiento como Alto Comisionado, era el coordinador de la Comisión Intereclesial de Justicia y Paz, que es una escisión de la Comisión Intereclesial de Justicia y Paz, creada por la Conferencia de Religiosos de Colombia. Desde el terreno ha conocido el actuar de las organizaciones guerrilleras y de las criminales, estando al lado de las comunidades que han padecido su presencia. Fue activo promotor de las negociaciones entre el gobierno y las Farc y de forma discreta buscó que se pudieran abrir caminos de negociación con algunas estructuras paramilitares. Ni buscó ni esperaba el nombramiento, pero lo asumió inmediatamente lo llamó Petro, y de manera incansable está cumpliendo su tarea y logrando que los principales actores armados se comprometan en avanzar en la construcción de una paz completa. Otty Patiño es el Jefe del Equipo Negociador del Gobierno con el ELN. Cofundador y exguerrillero del M-19, fue negociador por este movimiento con los gobiernos de los presidentes Betancur y Barco. Una vez establecidos los acuerdos y procedido a la incorporación de los miembros del M-19 a la sociedad civil, fue nombrado Constituyente, contribuyendo al establecimiento de la Constitución de 1991. Como politólogo ha escrito varios libros, ha sido columnista, director de un noticiero de televisión y miembro de varios observatorios de paz. Es un intelectual curtido, pragmático y analista de la realidad del país. Petro dio un nuevo un golpe de opinión, importante y sorpresivo, al nombrar en la delegación gubernamental para los diálogos con el ELN al presidente de la Federación Colombiana de Ganaderos (Fedegán), José Félix Lafaurie, quien ha sido un férreo opositor al partido de gobierno. El acercamiento a Fedegán y su presidente se dio inicialmente al llegar a un acuerdo para negociar tres millones de hectáreas por sesenta billones de pesos para entregar a campesinos sin tierra o con pequeñas parcelas. Sectores de Fedegán han estado asociados al mundo paramilitar. Lafaurie, al aceptar el nombramiento, declaró que es representante en la mesa, de “amplios sectores de la sociedad” y no solo del partido uribista, Centro Democrático. El grupo de negociadores del gobierno está conformado además por distintas personalidades que representan un abanico amplio del mundo político y de la sociedad civil. Sin duda se destaca el senador Iván Cepeda, un formidable trabajador por la paz y ya curtido negociador, dado su papel determinante en las negociaciones con las Farc, a su lado estará la también senadora María José Pizarro (hija de quien fuera máximo líder del M-19). Del mundo de la sociedad civil están el exsenador y campesino Alberto Castillo que proviene de la región del Catatumbo; el líder afrodescendiente Carlos Rosero que llega del litoral del Pacífico; la defensora de derechos humanos Olga Lucía Silva, directora de Humanidad Vigente y una de las voceras de la plataforma de derechos Humanos, Coordinación Colombia, Europa, Estados Unidos; otros delegados son, Rodrigo Botero, Horacio Guerrero, Álvaro Matallana, Rosemary Quintero, Dyana Paola Urzola y Orlando Romero. Los delegados del ELN, a los que les fueron levantadas las órdenes de captura son: Pablo Beltrán, quien será jefe negociador otra vez, Aureliano Carbonell, Nicolás Rodríguez Bautista, Bernardo Téllez, Gustavo Martínez, Consuelo Tapias, Silvana Guerrero, Isabel Torres, Oscar Serrano, Vivian Henao, Ricardo Pérez, Cataleya Jiménez, Edwin Restrepo, Américo Trespalacios, Manuela Márquez, Mauricio Iguarán y Simón Babón. El ELN es una guerrilla en expansión numérica y territorial, en muchos lugares ha querido copar los territorios dejados por las Farc. Hoy se bate a brazo partido por el control de territorios y de negocios criminales con las otras organizaciones armadas, ya sean disidencias de las Farc, o grupos criminales organizados. Se calcula que cuentan con 2.570 integrantes en armas y 2.617 milicianos, para un total de 5.187. Se estima que hacen presencia en 212 municipios (de 1.104 de todo el país), ubicándose principalmente en Arauca, Catatumbo (Norte de Santander) y Chocó. Acompañarán la mesa de negociación Carlos Ruiz Massieu, como Jefe de la Misión de Verificación de las Naciones Unidas en Colombia y Monseñor Héctor Fabio Henao, delegado por la Conferencia Episcopal de Colombia, con el apoyo de Monseñor Omar Alberto Sánchez, arzobispo de Popayán y Monseñor Darío Monsalve, arzobispo emérito de Cali. Las Fuerzas Militares estarán presentes por medio del general Hugo López, director general de Sanidad de las Fuerzas Militares y será jefe de una subcomisión técnica conformada por otros tres oficiales. Su función será de observadores y entre otras funciones, se encargarán de asesorar y verificar los lineamientos y directrices que se puedan dar durante las negociaciones y serán enlace entre los integrantes de la mesa y las Fuerzas Militares. El Ministerio de Defensa indicó que forman parte de la delegación del gobierno el coronel Álvaro Matallana y el almirante Orlando Romero, quienes no están en servicio activo. Las partes (gobierno y ELN) acordaron invitar a Estados Unidos, Alemania, España, Suecia y Suiza en calidad de acompañantes y a Chile, Brasil y México en calidad de garantes, rol que ya desempeñan Venezuela, Cuba y Noruega. Cabe destacar que el canciller nombrado, Álvaro Leyva, ha sido un convencido de siempre de la necesidad de una salida política al conflicto armados; su rol frente a la comunidad internacional y su apoyo en la Iglesia Católica va a ser una constante de su labor en favor de la paz. La primera ronda de negociaciones se llevó a cabo en Venezuela, país que toma relevancia dado que esta guerrilla ha adquirido un carácter binacional y según diputados, académicos e investigadores venezolanos operan en su país como un “grupo paramilitar” afín el gobierno de Maduro, en todo caso ha contado con la protección al otro lado de la frontera. Aunque no se diga, se espera que Maduro como lo hizo Chávez con las Farc, presione al ELN a negociar en serio, a hacer alto al fuego y a llegar a un acuerdo de paz con el gobierno colombiano. El 21 de noviembre se instalaron las negociaciones con el ELN. Gustavo Petro es el décimo presidente que lo intenta; el primero fue Alfonso López (1974 – 1978). “El ELN se ha ganado la imagen de que participa en los diálogos sin intención de llegar a la paz, sino como parte de su estrategia político-militar, que además está acompañada de la lucha armada”1. Es la primera vez que negocian con un gobierno de izquierda, que ha demostrado que al poder se puede llegar por la vía democrática, mientras que por la vía armada no existe ninguna posibilidad en este país y lo que realmente está llevando a la población es más sufrimiento, dolor, muerte y destrucción, sumando su generalizado rechazo. Al despuntar el gobierno de Petro, el jefe negociador del ELN, Pablo Beltrán afirmó “la gente tiene un mandato: hay que lograr la paz de Colombia. Esto lo gritó la gente en la plaza de Bolívar en la posesión del 7 de agosto. El gobierno tiene plena conciencia de ese mandato, y por supuesto que nosotros también”. La negociación con el ELN ya no viaja en segunda clase, es el actor más importante en la propuesta de paz del gobierno Petro. Este grupo guerrillero quiere e insiste que se le diferencie de lo que fueron las Farc y mucho más que se tenga una clara diferencia y distancia de los otros actores violentos, se consideran los únicos con ideología política. Sin embargo el gobierno ha considerado a las Disidencias de las Farc, llamadas ahora Estado Mayor Central de las Farc – EP como otro actor que tendría una ideología política. En diálogos preliminares a la inauguración de la mesa en Caracas con el ELN, se había establecido que se retomaría la agenda que se había truncada en agosto de 2018, cuando asumió la presidencia Iván Duque, y de esa manera se procedió en el espíritu de construir sobre lo construido. Así las cosas, se establecieron cinco ejes centrales: 1) Reanudar con plena voluntad política y ética el diálogo; 2) Construir la paz priorizando los sectores históricamente marginados y abandonados, para lo cual será clave la participación de la sociedad; 3) Agradecer la persistencia, el compromiso y la presencia de los países garantes: Noruega, Cuba y Venezuela; 4) La construcción de paz debe ser una política de Estado que trasciende la temporalidad con compromisos permanentes y verificables que siembren certeza de una nueva cultura de paz para superar la violencia política y sus causas; 5) Las delegaciones deben asumir valores que hoy son imperiosos: respetar todas las formas de vida y su dignidad: “Somos conscientes de la necesidad de responder a las diversas dimensiones de la vida colectiva, que implican nuestros deberes para el cuidado del planeta”. Sin duda el ELN continúa siendo un grupo animado por ideales políticos, pero la contaminación creciente de su vertiente narcotraficante y de minería ilegal los desdibuja cada día más en la vertiente política y los caracteriza cada vez más en la criminal. Una ciudadanía creciente lo ve ahora más con estos últimos tintes que fraguados en las lides políticas. Las comunidades que están afectadas por su presencia es lo que en general pueden constatar a diario. Son dicientes las palabras de Otty Patiño jefe negociador del gobierno: “creo que esas banderas de ´vencer o morir´ ya están arriadas. Ellos reclaman que no son una organización derrotada. Reconocemos en ellos el último grupo guerrillero con unas banderas políticas. No sé hasta donde ellos son conscientes de que la expansión de las economías ilegales y toda la degradación de las armas en este país puede devorarlos”2. La práctica del secuestro no ha sido erradicada del todo en este grupo guerrillero, es verdad que ha disminuido, pero esto no basta. Es obligatorio que sea erradicado so pena de estar infringiendo el Derecho Internacional Humanitario (DIH) con las consecuencias que esto entraña a futuro. El ELN dice acoger el DIH, pero ha seguido sosteniendo que no renuncia al secuestro para financiar su rebelión. Esto no es solo contradictorio sino especialmente atroz y estarán en el ojo del Estatuto de Roma y de la Corte Penal Internacional. El ELN continúa alimentando sus filas mediante el reclutamiento forzado de niños y adolescentes, procedimiento igualmente condenado por el DIH. No valen excusas o querer hacer discursos o negar lo innegable ante los hechos. Es una práctica que debe ser erradicada e inmediatamente se deberá proceder a buscar mecanismos para que los niños abandonen las filas guerrilleras y vuelvan a sus familias o instituciones que los puedan ayudar a reintegrar a la sociedad. Existe justificada preocupación porque el ELN no llegue unificado a la mesa y también porque concluya las negociaciones y no llegue a acuerdos con todos sus frentes. Esta inquietud está basada en el carácter federal que tiene la organización y las distintas voces y voluntades de mando. Analistas que los conocen bien, como Luis Eduardo Celis y Víctor de Currea-Lugo, señalan que son mitos que se han creado. Celis dice: “hay una cohesión interna y la mesa representa la organización, hay conflictos internos, pero con seguridad que la delegación que el ELN ponga ahí representará a toda la organización”3. Cuatro años pueden ser suficientes si existe empeño y compromiso en negociar en la búsqueda que el ELN se integre a la vida civil y política del país. Se ha comenzado al inició de un gobierno que quiere y dispone de toda la credibilidad para llegar a un acuerdo, donde las distancias políticas de modelo económico y de sociedad no deben ser tan distantes con las que pueda tener esta guerrilla, pero dilatar los diálogos y entorpecerlos puede ser el fin de una necesidad y una urgencia nacional. El jefe negociador del gobierno, Otty Patiño, tiene una mirada optimista: “Ellos pueden ser los socios en procesos de institucionalización hacia la paz…..tendrían la oportunidad de entrar en un proyecto que lidera el actual Gobierno, en una alianza para el cambio, para gobernar en los territorios. Esa es la propuesta del Acuerdo Nacional que está planteando el presidente Gustavo Petro. No se trata de que sean cooptados por el Pacto Histórico, sino que sean parte de ese gran acuerdo nacional”4 Sin querer se aguafiestas, las Farc también pensaban que después de su reinserción iban a tener un papel protagónico y dirigente en las regiones que “dominaban”, la realidad es que las comunidades, las poblaciones que sufrieron su presencia no han tenido ningún afecto por ellos, ni secundado sus causas. Hoy en una elección franca no llegarían a tener ninguna representación en el Congreso, a lo sumo estarían al frente de una pequeña alcaldía y consejo municipal, ya se ha dado el caso. La gente no quiere más la guerra, ni ningún tipo de violencia y no simpatiza con sus actores. Les “toca” soportarlos y les tiene miedo. Al culminar el primer ciclo de diálogos quedaron dos temas centrales que deberán desarrollar posteriormente. El primero es la participación de la sociedad civil en el proceso de paz. Este ha sido un punto en el que ha insistido el ELN y encuentra en el gobierno actual una correspondencia, dado el estilo que ha pregonado y puesto en práctica. Así se trabajaron las propuestas para el Plan Nacional de Desarrollo donde se calcula participaron 300.000 personas en poco más de un mes. Seguramente se tendrá que afinar la metodología porque la experiencia aunque positiva fue en muchos casos bastante caótica; se quiere llegar a una participación con propuestas concretas. Según han dicho, “Las partes no quieren que la mesa se convierta en una especie de oficina de quejas y reclamos que esté dando respuestas constantes a situaciones de la guerra que sucede en Colombia”5 En el marco de esos diálogos y para comenzar hay dos invitaciones concretas, una a las organizaciones de campesinos de base (que se reunieron a finales de 2022) y otra a Jorge Iván González, director de Planeación Nacional, para articular las discusiones de la mesa con el Plan Nacional de Desarrollo. El segundo punto estará dedicado a los alivios humanitarios a la población civil y a personas privadas de la libertad de esa guerrilla. Sobre algunos pilotos para el alivio humanitario se crearon unas comisiones que trabajan en el tema. En los primeros días de enero se tendrá visita de delegados de la mesa al Bajo Calima (Valle del Cauca) y el Medio San Juan (Chocó) para conocer la situación de esa comunidades. Se busca que los pilotos que se implanten den resultados prontos y efectivos de desescalamiento del conflicto. Para ello será urgente el diálogo con otros actores armados, con los cuales el gobierno espera iniciar pronto. Como buena noticia para el Año 2023, el presidente por medio de Twitter se comunicó a los colombianos el 31 de diciembre, así: “Hemos acordado un cese bilateral con el ELN, la Segunda Marquetalia, el Estado Mayor Central, las AGC y las Autodefensas de la Sierra Nevada desde el 1 de enero hasta el 30 de junio de 2023, prorrogable según los avances en las negociaciones. La paz total será una realidad”. La alegría se aguó tres días después cuando el ELN dijo que ellos no habían acordado lo afirmado por el presidente. Se supo además que las Fuerzas Militares se enteraron por el tweet del presidente. La salida en falso de Petro muestra falta de coordinación en la Casa de Nariño en un tema tan sensible y complejo como es el de la negociación por una paz total. Se espera que el asunto no vaya a tener mayores consecuencias en la mesa de diálogos, pero la guerrilla ha mostrado su molestia y reclamado con fuerza. Ojalá el presidente tenga en cuenta que las negociaciones se deben manejar con guante blanco y no de manera impulsiva y mediante trinos, lamentable instrumento hoy muy común de los políticos que los lleva a herrar por querer figurar de forma fugaz. La paz total implica el diálogo con otros actores armados La fuerza y la violencia creciente que tienen organizaciones criminales que como pulpos buscan hacerse a control de territorios y decidir sobre la vida de sus habitantes está alimentada por la codicia y absurdamente en mucha ocasiones por las fuerzas de seguridad del estado que las han apoyado fortaleciéndolas como contrapoder a la guerrilla. El paramilitarismo, la violencia organizada, el narcotráfico, la minería ilegal, el despojo de la tierra, han hecho que la violencia criminal se convierta en un monstruo de mil cabezas que destruyen comunidades y destrozan territorios. La violencia guerrillera también ha sido atrapada y alimentada por el narcotráfico y la minería ilegal. En el marco de la paz total, el presidente Petro ha propuesto un acercamiento a las organizaciones criminales que cuentan con estructura jerárquica o en red y estén dedicadas a conductas ilegales en patrón criminal para llegar a acuerdos de sometimiento a la justicia. Todo indica que con el hoy denominado Estado Mayor Central de las Farc – EP (Grupo de disidencias del extinto exguerrillero “Gentil Duarte”) se negociará como otro actor que tendría una ideología política. El Alto Comisionado para la Paz ha venido realizando contactos con las principales organizaciones criminales, logrando que las principales y más poderosas manifiesten su voluntad para explorar opciones de diálogo y sometimiento a la justicia. De hecho en el tweet del presidente arriba mencionado se relaciona a tres de ellas: la Segunda Marquetalia, Autodefensas Gaitanistas de Colombia (AGC) y las Autodefensas de la Sierra Nevada. Estas organizaciones y el Estado Mayor Central de las Farc – EP (disidencias), habría acordado un cese bilateral al fuego del 1 de enero al 30 de junio de 2023. Se espera que pronto el ELN se sume a este acuerdo. De darse el cese al fuego y si a él se suma el ELN, serían unos 15.000 hombres que suspenderían acciones armadas, llevando tranquilidad a unos 350 municipios. Un tema que se pregunta y sobre el cuál no existe la suficiente claridad es sobre “la verificación del mismo y la obligación que tiene el Estado de garantizar que no se va a quedar amarrado para proteger a los civiles y seguir atacando delitos como el narcotráfico y la minería ilegal”6. El gobierno señala que el cese al fuego tendrá el acompañamiento de la Misión de Verificación de la ONU, de la MAPP/OEA, la Defensoría del Pueblo y la Iglesia Católica, que ya han tenido un papel similar en otras negociaciones de paz. Experiencia se tiene, en las negociaciones que se adelantaron con el ELN entre el 2017 y el 2018 se ubicaron 70 observadores permanentes de la ONU en 30 casas parroquiales en los territorios en donde históricamente se movía el ELN. Petro ha sido claro en señalar que la “paz no puede ser ingenua, lo que aquí estamos abriendo no es un permiso del Estado para traquetear o para tener territorios que, se suponen, son estratégicos en las economías ilegales que han llenado el espacio de la economía legal….Cuando estamos hablando de diálogo no estamos dando permiso para lo ilegal, estamos dando permiso para hablar…si lo que vamos a empezar implica la muerte en cadena de jóvenes, no tiene sentido”. Palabras pronunciadas ante el asesinato de 9 soldados en el Cauca a comienzos de diciembre. Los diálogos que se buscan tener con los grupos criminales y los eventuales sometimientos a la justicia no serán fáciles por los intereses que están detrás: poder y dinero, pero sin duda es una apuesta que vale la pena tener, como dice Eamon Gilmore, enviado especial de la Unión Europea para el proceso de paz en Colombia: “Hay que tomar riesgos en nombre de la paz”, es el lema que también se tuvo en Irlanda, donde se tuvo un proceso de paz con el IRA. Buenaventura ha sido en los últimos años, sino la ciudad más violenta de Colombia, una con los mayores índices de violencia. Han sido tristemente notables las llamadas “casas de pique”, donde literalmente se asesinaban y picaban a jóvenes de bandas rivales. La movilización ciudadana en favor de la vida, el paro general sostenido por varias semanas reclamando al Gobierno Nacional inversión social y económica para la ciudad ha sido ejemplar. El 7 de diciembre se tuvo una emotiva celebración, a la que estuvieron invitados el presidente Petro y la vicepresidenta Márquez, no era para menos la alegría, se celebraban 85 días con cero homicidios. En palabras del enviado de la Unión Europea, el Sr. Gilmore: “No puedo pensar en ciudad del mundo que haya logrado una reducción tan dramática en número de asesinatos y violencia como la que ha tenido Buenaventura en un tiempo tan corto. Había un promedio de 20 a 25 asesinatos por mes y esta tasa bajó a cero en 90 días. Esto se logró gracias al trabajo del obispo Rubén Darío Jaramillo y del comisionado de Paz”7. Entre tanto el presidente recalcó: “Buenaventura protagoniza un episodio inédito, ha logrado 85 días sin homicidios, eso indica que sí se puede…es un éxito que se debe no al azar, sino a las decisiones de agrupaciones mayoritariamente de jóvenes de no matarse entre sí y dar un espacio y una oportunidad para la paz”. Finalmente refiriéndose a las bandas que protagonizaban los enfrentamientos y muerte en la ciudad, el Jefe del Estado resaltó que los diálogos con “Shottas” y “Espartanos”, próximos a iniciar, buscan “emancipar a la región Pacífica, en un proceso inédito de paz urbana”. Edición 809 – Semana del 21 al 27 de enero de 20231 Pardo, Rodrigo, ¿La hora del ELN?, El Espectador, pág. 5, 5 de diciembre 2022. 2 Castrillón, Gloria, “El ELN puede ser el socio para el cambio”, entrevista con el jefe negociador del gobierno en la mesa con el ELN, El Espectador, pg. 14, 21 de diciembre 2022. 3 Arzate González, Camilo, ¿Por qué es diferente negociar con el ELN que con las Farc? El Espectador, pg. 5, 6 de octubre 2022. 4 Castrillón, Gloria, Op. Cit. Pag. 14. 5 Castrillón, Gloria, ¿Primeros frutos de la paz con el Eln?, El Espectador, pág. 10, 31 diciembre 2022. 6 Redacción justicia y policía, El tiempo, pag. 1.2, 2 de enero 2023. 7 Castillo Morales, Cindy A., “Hay que tomar riesgos en nombre de la paz”: UE, Entrevista a Eamon Gilmore, enviado especial de la Unión Europea para el proceso de paz en Colombia, El Espectador, pag. 4, 10 de diciembre 2022. | |||||||||||||
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