Gustavo Petro: un tuitero solitario contra el conglomerado mediático

 
 
 

A través de titulares, filtraciones de proyectos de ley, falsas noticias y entrevistas amañadas con fuentes enemigas del gobierno, estos medios de comunicación están haciendo las veces de “bancada de Oposición”, con la clara intención de generar un mal ambiente social y político, que finalmente lleve al presidente a vivir momentos de una insoportable ingobernabilidad.

  Germán Ayala Osorio
 
Comunicador social – periodista y politólogo
 
 

No recuerdo que en el pasado se haya presentado en el país un enfrentamiento tan agrio entre un grupo de medios masivos de comunicación privados y un presidente de la República, como el que hoy vemos los colombianos. La animadversión mediática de informativos como Semana, El Tiempo, RCN (televisión y radio), Caracol y El Colombiano, entre otros, es tan fuerte hacia el jefe del Estado, que esas empresas mediáticas actúan hoy como actores políticos, con este agravante: enmascaran los intereses políticos y económicos de sus propietarios y de aquellos que pautan, con la careta de la libertad de prensa, pero, sobre todo, con el mendaz antifaz de la objetividad y la independencia.

A través de titulares, filtraciones de proyectos de ley, falsas noticias y entrevistas amañadas con fuentes enemigas del gobierno, estos medios de comunicación están haciendo las veces de “bancada de Oposición”, con la clara intención de generar un mal ambiente social y político, que finalmente lleve al presidente a vivir momentos de una insoportable ingobernabilidad. A ello hay que sumar la concentración de los medios en pocas manos, lo que claramente afecta la democracia, en la medida en que no se garantiza pluralidad informativa.

El presidente de la República usa su cuenta en Twitter para responder a las andanadas mediáticas que a diario soportan él y en particular sus ministras Carolina Corcho (Salud) e Irene Vélez (Minas y Energía). Y lo hace, exponiéndose aún más a las críticas por dar la impresión de que dedica más tiempo a estar en esa red, que, a gobernar, como lo vienen señalando varios periodistas, inclusive, hasta en los programas radiales de humor. De esa misma manera, Gustavo Petro deja entrever que no confía en el trabajo de su equipo de prensa, situación esta que exacerba su carácter contestatario.

Al confrontar de manera directa a los medios y a periodistas a través de la señalada red social, el presidente no pretende generar dudas sobre la idoneidad de los medios como lo asegura la FLIP. Según la Fundación para Libertad de Prensa, “la frecuencia con la que el Presidente controvierte a la prensa deja entrever una estrategia para posicionar su narrativa y su agenda en redes. Del mismo modo, pretende sembrar la duda ante la audiencia, sobre la idoneidad de los medios para hacer su trabajo”. Aunque me parece bien que la FLIP llame la atención sobre la situación expuesta, convendría que también hiciera un ejercicio de análisis de los tratamientos que los medios vienen haciendo en torno a decisiones tomadas desde la Casa de Nariño. No es bueno para la democracia que las narrativas de las empresas mediáticas privadas resulten incontrastables, cuando ya el país conoció el alto grado de manipulación informativa en el que estos mismos medios incurrieron con la votación del plebiscito por la paz en 2016. Como tampoco podemos olvidar que durante el gobierno de Álvaro Uribe Vélez se hincaron ante su poder intimidante. Baste con señalar dos publicaciones para entender lo que sucedió entre dicho presidente y las empresas mediáticas que hoy le hacen oposición política al presidente Gustavo Petro Urrego: Las ficciones del poder (López de la Roche) y De la democracia radical al unanimismo ideológico, medios de comunicación y seguridad democrática (Ayala et al).

Las dudas que hoy tienen las audiencias alrededor de la idoneidad de los medios no nacieron por la defensa que el presidente hace de su gestión: vienen de tiempo atrás, por sus ya conocidos intereses corporativos y por los tendenciosos tratamientos de hechos noticiosos que ameritaban ser cuestionados y examinados a la luz del análisis periodístico. Baste con dar varios ejemplos, unos recientes y otros no tanto: el collar bomba que unos criminales le pusieron en el cuello a Elvia Cortés y que la prensa dijo que fueron las Farc – EP; los nulos cuestionamientos mediáticos a decisiones económicas del gobierno de Iván Duque, como la de vender el 61% de las reservas de oro. O lo poco o nada que han preguntado sobre los propietarios del cargamento de droga hallado en un buque fletado de vacas, que según informó el ICA, en la misma red Twitter, una parte de esas reses salieron de la hacienda El Ubérrimo, del expresidente Uribe Vélez. Cierta o no la información, estos mismos medios tienen la obligación ética y periodística de investigar ese hecho por cuanto cumple todos los requisitos para alcanzar el estatus de noticia. A esta corta lista hay que agregar los casos de Reficar y lo que sucedió con los bienes de la SAE, entre otros más.

Recientemente el diario conservador, El Colombiano, registró la decisión de Petro de asumir funciones en la CREG conducente a bajar las tarifas de energía. El periódico conservador tituló así la nota: “Petro se toma las comisiones de regulación de servicios públicos”. Aunque el diario alude en la bajada o sumario que el presidente tomó la decisión de acuerdo con lo que le permite la Constitución, la intención de descalificar la medida presidencial es clara. En un ejercicio sinonímico, encontramos palabras como “adueñarse, apoderarse, conquistar o dominar”. Al titular tendencioso el presidente respondió invocando que está cumpliendo con un mandato constitucional.

Lo que hace Gustavo Petro es defender su gestión de las manipulaciones que vienen haciendo varios periodistas, por ejemplo, con la manera de informar sobre temas sensibles como el de la reforma a la salud. Periodistas radiales, en particular, a diario editorializan sobre la propuesta de reforma a la Ley 100 de 1993 que dio vida al actual sistema de salud. Lo mismo hicieron estos y otros periodistas con la propuesta de ajuste al sistema pensional. Varios de los periodistas y congresistas invitados a defender a los fondos privados, están afiliados a Colpensiones, situación que no es expuesta al público y que los pone en una situación contradictoria que solo se despeja cuando se ponen en evidencia quiénes son los propietarios de las empresas mediáticas y sus conexiones políticas y económicas.

Llegará el momento en el que las audiencias que aún creen a pie juntillas en lo publicado por los medios masivos, se quiten las vendas y vean con claridad que la Gran Prensa colombiana que hoy ataca al gobierno, lo hace porque sus editores y periodistas están siguiendo las instrucciones de sus propietarios. Y estos están defendiendo sus intereses económicos, muchos de estos anclados al ethos mafioso y al sentido corporativo con el que por más de 30 años han manejado el Estado.

Edición 811 – Semana del 4 al 10 de febrero de 2023
   
 
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