Mirar de frente a la historia

 
 
 

Los sucesos de los últimos tiempos en el mundo y en Colombia nos han hecho más conscientes de la fragilidad de la vida y de la historia que hemos vivido en el país. Ahora tenemos la certeza que la especie humana puede desaparecer en cualquier momento y también sabemos de la dramática situación en que se encuentra el Planeta consecuencia de la acción humana.

  Édgar Rodríguez Cruz
 
Jefe de redacción Quira Medios
 
 

Definitivamente vivenciar la historia dista mucho de leerla, escucharla o verla en alguna producción heroica hollywoodense. Recuerdo mis clases de historia universal, cuando invitaba a los estudiantes a calzar las cáligas romanas y con una gladius recién tomada de un centurión vencido marchar junto a Espartaco por la península itálica en busca de un sueño de libertad; con la piel tostada por el sol del Caribe, huir monte a dentro como hombre cimarrón para fundar un nuevo Palenque en compañía de Benkos y poner en jaque a los esclavistas españoles; o sorprendido y fascinado a la vez por la presencia de una mujer en un café del centro de Bogotá por ser un lugar vetado para las mujeres en los años 40, escuchar a Emilia Pardo Umaña discutir con Jorge Eliecer Gaitán sobre política nacional, ella ahí, sentada fumando y tomando tinto, frentera y orgullosa, sola entre todos esos hombres. Así eran esas clases que parecían miércoles y sábados de cuentería y narración oral que clases de historia económica universal con Rodríguez.

Sin embargo, la historia es otra cosa cuando se vive, cuando se testa el nervio mismo de “la cosa” y se es consciente que las repercusiones de “la cosa” marcarán drásticamente las vidas de todos, especialmente, de quienes aún no han nacido. Es entonces cuando uno de mayor observa la enorme responsabilidad que implica la existencia del ser humano en su corto paso por la Tierra.

Los sucesos de los últimos tiempos en el mundo y en Colombia nos han hecho más conscientes de la fragilidad de la vida y de la historia que hemos vivido en el país. Por un lado, ahora tenemos la certeza que la especie humana puede desaparecer en cualquier momento y también sabemos de la dramática situación en que se encuentra el Planeta consecuencia de la acción humana. Por otra parte, los acontecimientos políticos recientes en Colombia denotan un agotamiento del modelo socioeconómico y proponen el reto histórico de reorientar las instituciones hacia el establecimiento de una sociedad de oportunidades.

Referente a los tiempos pandémicos me detendré solo para resaltar su semejanza con el amor. Andan sueltos flotando por el aire, te contagian en el lugar menos esperado, las vacunas son un fraude, te quitan el aliento, la única manera de evitarlo es encerrándose y colocando una muralla de distanciamiento social, finalmente, una vez te atrapa ya nunca volverás a ser el mismo.

En lo concerniente a la historia, las y los colombianos se encuentran ante el reto de acabar con la violencia, para lo cual, además de los espacios de conversación entre actores del conflicto, se requiere la aculturación del “Diálogo” como mecanismo de resolución de problemas entre la ciudadanía, también se debe fortalecer la justicia disminuyendo los índices vulgares de impunidad, garantizar el debido proceso sin favoritismos, recuperar la imagen corroída de la policía, y como el ejemplo viene de casa, la corrupción debe estar en la mira de las instituciones.

La tarea no es nada fácil, se requiere de un empoderamiento ciudadano que socave la tradición política occidental maniquea de opuestos enemigos que estratégicamente ha permeado toda la estructura social imposibilitando que otras miradas de mundo se habrán camino. Se debe resaltar que esta forma de hacer política de contrarios, que terminan siendo aliados, tiene su origen la “Antigua Grecia” y la “Res Publica” romana, con el tiempo, perfectamente adaptada a las relaciones de poder europeas y estadounidense, e impuesta a espada y fuego en Latinoamérica desde el siglo XV, es decir, más vieja, caduca y viciada imposible.

En este escenario, Colombia, una sociedad multicultural a fuerza de la historia, hoy se encuentra ante la urgencia de refundarse así misma desde la interculturalidad, establecer instituciones que bebiendo de la sabiduría milenaria del Abya Yala y la Mama África fortalezcan las virtudes de la tradición occidental vigente. Las generaciones actuales, especialmente las personas mayores de 40 años, tienen la enorme responsabilidad de efectuar los cambios más que argumentarlos en discusiones interminables, realizar transformaciones comportamentales en la cotidianidad que denoten devoción por la vida en todas su expresiones, mostrar respeto por las diferencias, fomentar el culto a la reflexión autocrítica, y especialmente, aculturar una actitud de diálogo tolerante que trascienda los arcaicos ánimos polarizadores que impiden la construcción conjunta de un proyecto de país. Hoy las y los colombianos, con la emergencia inspiradora de una utopía propia, miran de frente la posibilidad de escribir para las generaciones más jóvenes y venideras del mundo una nueva historia.

Edición 817 – Semana del 18 al 24 de marzo de 2023
   
 
Importante: Cada autor es responsable de sus ideas y no compromete el pensamiento de Viva la Ciudadanía.
Se permite la reproducción de nuestros artículos siempre y cuando se cite la fuente.
 
 
 
 
comentarios suministrados por Disqus