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Soacha, un imán para la población |
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A pesar de que Soacha es un municipio con sus propios desafíos (crecimiento de la población en situación de desplazamiento y migrante), los bajos costos del municipio y su cercanía a Bogotá para poder obtener mejores oportunidades de trabajo, no puede resolver aún todos los problemas de una familia víctima del conflicto armado. |
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Adriana María Chávez Franco | |||||||||||||
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El municipio de Soacha – Cundinamarca es considerado un imán para atraer población en condición de desplazamiento, y es que, pese a sus problemáticas sociales, de desigualdad, inseguridad, falta de oportunidades y déficit en el acceso a servicios públicos, la población cundinamarquesa se ha convertido en el principal municipio receptor de población víctima del conflicto armado según estudios del DANE en el año 20191. Soacha es una radiografía de lo que sucede en Colombia en temas de conflicto armado. El conflicto es una afectación común en donde existen personas en oposición a quienes se les dificulta llegar a acuerdos en toma de decisiones. Por ello, aunque los actores directos del conflicto armado colombiano han logrado consensos a través de los acuerdos de paz, persisten los ecos y las secuelas de 50 años de violencia en los territorios en donde se ha asentado la población migrante víctima de desplazamiento. Aunque la raíz del conflicto armado no está de manera directa en el municipio de Soacha, la violencia se ha extendido afectando la institucionalidad, la sociedad y el cubrimiento de necesidades básicas de los soachunos, convirtiéndolos en desplazados internos con limitaciones al acceso de servicios y garantía de derechos. María, de quien por preferencia no se revelará su verdadera identidad, es una mujer de 44 años que llegó hace unos 14 años al municipio de Soacha, madre de tres mujeres adolescentes y un joven. Ella refiere que su ciudad de origen es Algeciras, Huila, que tuvo que desplazarse debido a los eventos de violencia que se presentaron en el marco del conflicto armado desatado en la región. Inicialmente ella y su familia llegaron a la localidad de Bosa al apartamento de una hermana, que vivía en un segundo piso muy pequeño. Los dueños de casa empezaron a reclamarle por la cantidad de gente que estaba en hacinada en el domicilio; María nos cuenta “pues yo venía con cuatro niños pequeños y con mi esposo, entonces realmente ese fue uno de los motivos por los que decidí buscar vivienda en otra parte”. Ella se trasladó para vivir en la comuna 6 de Soacha, motivada por el hecho de que el arriendo fuera más barato y también porque contaba con el apoyo de la mamá y otras hermanas, quienes según nos cuenta, le ayudaron a cuidar los niños mientras ella y su esposo buscaban trabajo para solventar los gastos. Agrega que “éramos cuatro niños y nosotros, 6 personas, entonces pues no podíamos quedarnos quietos esperando que nos dieran algo”. María, relata que su llegada a la ciudad no fue tan traumática debido a que contaba con el apoyo de su familia; sin embargo, hace referencia a la falta de oportunidad para ubicarse laboralmente, teniendo en cuenta que no fue posible conseguir una fuente de ingresos en Soacha. Tuvo que buscar trabajo en oficios varios en Bogotá, teniendo que desplazarse a diario hasta esa ciudad. En cuanto a la educación para los hijos, nos cuenta que fue muy complicado al principio por falta de cupo en los colegios públicos y si les asignaban cupo era en colegios lejanos a su residencia, agrega que; “pues yo tenía que trabajar, no podía estar muy pendiente de los niños”. Manifiesta que se contactó con otras entidades; sin embargo, debido a que estas no tenían clara la información se vio obligada a acudir a todas las instituciones donde la enviaban sin obtener solución en tiempos óptimos. Según el relato de María, la Unidad de Victimas y las entidades que atendían a la población víctima, no tenían las rutas de atención clara, lo cual generaba desgaste emocional, teniendo que soportar unas filas larguísimas y periodos de tiempo exagerados para la atención. En temas de salud, a María y a su familia nunca la atendieron en Soacha a través de ninguna entidad. Al preguntarle a María sobre su cotidianidad en Soacha, ella nos refiere que en algunas zonas miraban a la gente con miedo, lo que evidenciaba la estigmatización por su condición de desplazamiento. Manifiesta que “al principio se tenía como la idea de que la gente que venía desplazada era porque era guerrillera o tenía un problema con algún grupo armado”, lo que generaba temor por divulgar su condición de víctima debido a que conllevaba a la discriminación en sus entornos sociales. El relato de María, permite entrever la falta de oportunidades y cobertura de los servicios básicos para los habitantes de Soacha debido al bajo costo en arriendos y pago de servicios públicos; sin embargo, no dimensionan los riesgos a largo plazo. Teniendo en cuenta un poco de la historia del municipio de Soacha, recordemos que hacia el año 2008, época en la que llegó María, según el censo realizado por el DANE en 20052, Soacha contaba con un aproximado de quinientos mil (500.000) habitantes. Sin embargo, con la llegada de población en condición de desplazamiento y extranjeros (en especial, venezolanos) y las altas tasas de natalidad, Soacha se convirtió en el municipio más poblado de Cundinamarca. Hoy su población supera el millón de habitantes. Soacha debe actualizar su propio Plan de Desarrollo acorde con el censo poblacional y, de paso, evaluar los impactos del programa de construcción de 100 mil viviendas gratis en el año 2013 distribuidas en diferentes sectores del municipio. María nos cuenta que el apoyo que ella ha recibido es principalmente de su familia, la cual ha estado con ella siempre apoyándola con el cuidado de sus hijos y con recursos económicos. De parte de las instituciones en el municipio no ha recibido ningún apoyo, no ha tenido ninguna ayuda, ni ha sido beneficiaria en algún programa social. Ni siquiera en época de pandemia. En cuanto a la Unidad de Víctimas, pese a que se encuentra registrada en la base de datos, tampoco ha sido tenida en cuenta para ninguno de los auxilios ofrecidos por el Gobierno Nacional como es el caso de la vivienda gratis. Relata, “he interactuado con personas que hacen parte, digamos de la mesa de víctimas, de veedurías, de diferentes entidades, para a ver si puedo conseguir trabajo acá en el municipio y pues realmente no ha sido posible”. Teniendo en cuenta que a nivel nacional existen programas con énfasis para las mujeres, María manifiesta que no ha sido vinculada a ninguno y que no tiene claridad sobre los programas dirigidos a mujeres; incluso y pese a que en el municipio de Soacha existe la oficina de mujer y género que maneja los programas de la administración municipal, dirigidos a mujeres. Con María, nos acercamos a las instituciones y a la Alcaldía de Soacha, a la oficina de mujer y género, pero en el momento de realizar esta nota, no fue posible la atención. Nos dicen los funcionarios que no cuentan con contratos laborales, y mientras tanto los programas quedan detenidos. Las complicaciones de atención para María por parte de la administración del Municipio dejan visibles la dificultad de obtener ayuda para una familia víctima del conflicto armado y en situación de desplazamiento. A pesar de esto, las organizaciones de mujeres y de los movimientos sociales son buenos apoyos para reivindicar derechos ciudadanos. Con María y otras mujeres, queremos reconocer el trabajo realizado por el movimiento social de mujeres, el impulso a la política pública de mujer y género. Organizaciones como la Corporación Centro de Apoyo Popular – CENTRAP, que participan activamente en los procesos e inciden con las mujeres en los debates del concejo municipal y los espacios políticos de coyuntura electoral local. A manera de conclusión, a pesar de que Soacha es un municipio con sus propios desafíos (crecimiento de la población en situación de desplazamiento y migrante), los bajos costos del municipio y su cercanía a Bogotá para poder obtener mejores oportunidades de trabajo, no puede resolver aún todos los problemas de una familia víctima del conflicto armado. Existen programas, mayor organización en la estructura administrativa, capacitación activa de la población y a los servidores públicos en las diferentes rutas de atención; pero aún falta mayor reconocimiento hacia las necesidades de la población. Edición 817 – Semana del 18 al 24 de marzo de 2023 | |||||||||||||
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