El Maestro Ignorante

 
 
 

Es propiedad de todos los hombres la inteligencia, la palabra, los gestos, las manos la expresan bien. Anexa a la inteligencia está la capacidad y la curiosidad por aprender, que en cada hombre se vuelve voluntad y potencia de conocer. Esta condición de inteligencia que asiste a todos los humanos los convierte en condición de igualdad y nadie es superior o inferior a los demás.

  Mauricio Castaño H.
 
Historiador – Colombiakritca
 
 

Joseph Jacotot (1770 – 1815) fue militar francés y luego se hizo maestro. Su mayor virtud no fue la acostumbrada gloria que pueden dar la bayoneta en el festín de la sangre sino el valor de reconocer ante sus alumnos que era ignorante, que no tenía nada para enseñarles, pero sí poseía la mejor disposición por aprender. El althuseriano Jacques Ranciére, filósofo ex marxista, encontró en él a un emancipador. La libertad y la igualdad han sido el sueño prometeico de todo hombre. A decir de Ranciére, en esa empresa fracasaron las más prestigiosas inteligencias desde Platón, Aristóteles hasta el rebelde Carl Marx. Ahorraremos palabras y nombres para tan sólo decir que lo más buscado es lo menos encontrado: todos queremos la libertad, pero terminamos atados a la esclavitud.

Un círculo vicioso difícil de romper, a decir de Ranciére, está en las dualidades: si hay explotados es porque hay ignorantes, y viceversa, si hay ignorantes habrá explotadores. De esta matriz se desprenderán varias ramificaciones bastantes familiares que tienen en común la dependencia, la servidumbre, la esclavitud: amos y esclavos, sabios e ignorantes, profesores y alumnos, maestros y discípulos. Expresados en categorías: orden y obediencia, inteligentes e ignorantes.

El razonamiento para la emancipación es el siguiente. Es propiedad de todos los hombres la inteligencia, la palabra, los gestos, las manos la expresan bien. Anexa a la inteligencia está la capacidad y la curiosidad por aprender, que en cada hombre se vuelve voluntad y potencia de conocer. Esta condición de inteligencia que asiste a todos los humanos los convierte en condición de igualdad y nadie es superior o inferior a los demás, y la multiplicidad de sentidos, de saberes, de hallazgos, de intereses tampoco son mejores ni peores, sólo son diferentes según la capacidad de asombro que se pueda tener. Este acto de saber que no se sabe, el saberse ignorante, es clave, y hace al verdadero Maestro. Quién sabe que no sabe, se declara aprendiz y está dispuesto a perderse con sus estudiantes en el infinito bosque del inacabado conocimiento.

La voluntad, la potencia por conocer, de asombrarse que tiene cada viviente, hace innecesario a los explicadores, a cambio un buen acompañante que facilite los medios para el conocer. Jacotot es ejemplo cuando se vio frente a un grupo de estudiantes que no tenían idioma común para comunicarse, el maestro no sabía una sola palabra del holandés, aquellos tampoco del francés. Esta barrera idiomática fue resuelta con un buen libro bilingüe. La novedad exitosa la resumimos diciendo que los estudiantes no sólo aprendieron francés fluido, sino que se beneficiaron de una argumentación fina habida en su lectura.

De allí vino toda la revelación de la posible emancipación, de espíritus libres, la posibilidad de una sociedad libre de amos y esclavos, sabios e ignorantes. Se puede enseñar lo que se ignora. No se trata de crear sabios sino levantar los ánimos a los que se creen inferiores, a los menospreciados. Emancipación. No hay ovejas ni rebaños qué conducir. Son hombres todos capaces de conducirse ellos mismos. No hay necesidad de fundar sacerdocios. Nada de ese horror: Tu eres mi maestro, yo soy tu alumno, tu luz me ilumina.

Este ideal de libertad ha acompañado desde tiempos remotos a los hombres, no depender de verdugos en sus diversas presentaciones. Con aquel hallazgo emancipador se vuelve a reeditar el sueño de obedecer a la sola razón, sin necesidad de leyes ni magistrados, ni de maestros ni de enseñados, ni de explicados ni de explicadores. Si todos tienen inteligencia, voluntad de saber, potencia de conocer, lo demás sobra: la modestia del supuesto sabio, o la careta de la cordialidad del político que promete salvación.

Unas palabras finales para decir del peligro del hombre que se erige como superior a los demás, que está por encima de los demás, entra en una relación desigual e irrespeto hacia los demás a los que verá inferiores. Sucede en la retórica, su lógica es de guerra: No busca la comprensión sino la destrucción de la voluntad adversa busca dominar al otro, ridiculizarlo. Es la paradoja de inferiores y superiores. Es el sueño platónico del rey filósofo y el sueño moderno de la soberanía del pueblo, la conocemos en versión representantes del pueblo. El verdugo es posible porque el pueblo lo hace posible. Amor a la patria no es el tráfico de sangre.

Conócete a ti mismo como viajero de espíritu es la consigna agitada por Ranciére. O en versión de Foucault una estética de la existencia. El ser es un mundo por descubrir. Todo lo puede un hombre. Todo está en todo. No dividir. Quién divide reina en un mundo de amos y esclavos. Por eso el método de Sócrates atonta. Preguntar suponiendo la ignorancia del otro, nada más tóxico que los aires de suficiencia del que todo lo sabe de una vez y por todas, mirar a los otros por debajo del hombro. Desbalance de respeto hacia el otro. “Lo que atonta al pueblo no es la falta de instrucción sino la creencia de la inferioridad de su inteligencia” ¿Qué piensas tú? Así se resume la práctica de la enseñanza universal. Y nada mejor para el espíritu viajero que un buen libro y su lectura renovada y del propio contacto con la realidad. Desde luego, saberse ignorante, pero con voluntad de aprender.

Edición 817 – Semana del 18 al 24 de marzo de 2023
   
 
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