Ofrecer a todas las personas oportunidades de educación a lo largo de la vida.
Constituye una de las diez metas generales incluidas en el documento Metas 2021 “la educación que queremos para la generación de los Bicentenarios”. Esta meta general se asocia a dos metas específicas: la primera, “garantizar el acceso a la educación a las personas jóvenes y adultas con mayores desventajas y necesidades”, la segunda, “incrementar la participación de los jóvenes y adultos en programas de formación y capacitación continua presenciales y a distancia”.
El concepto de educación a lo largo de la vida se incorpora también como uno de los lineamientos centrales de la propuesta. Bajo el título ¿Hacia dónde queremos ir? en el texto se señala que las políticas educativas y las propuestas de transformación y mejora del sistema escolar no pueden reducirse a iniciativas centradas en el sistema escolar, sino que deben incorporar el conjunto de las instituciones en las que el ciudadano se desenvuelve a lo largo de su vida, resaltando también el carácter intersectorial de la política educativa y la inclusión no sólo de niños y jóvenes en edad escolar sino de todas las personas a lo largo de su vida.
Por otra parte la educación de adultos, no sólo está presente en la meta general, sino también en relación al contexto educativo y cultural de las familias y de los ciudadanos. En el texto se enfatiza la necesidad de afrontar con decisión la formación de las familias y, en general, la del conjunto de las personas adultas, coherente con este planteamiento la propuesta incluye el impulso a programas para que todas las personas alcancen las competencias establecidas en la educación básica y puedan formarse en el ámbito profesional.
Para analizar la meta general que enmarca este foro, es importante recoger una preocupación señalada en el propio documento “en ocasiones las metas son explicitas, pero en otras asumen un carácter muy general y son más bien declaración de intenciones”, haciéndose cargo de esta complejidad, se resalta que estas metas constituyen expectativas y un punto de referencia para la educación que se aspira lograr para que la generación de los bicentenarios se convierta en la que recibe la mejor educación en la historia de Iberoamérica.
En este sentido ofrecer a todas las personas oportunidades de educación a lo largo de la vida, constituye una aspiración y una referencia para orientar la educación de personas jóvenes y adultas. Se desprende de su lectura una visión renovada y ampliada de la educación de adultos, renovada porque la impulsa a dejar atrás la visión tradicional que la asoció a prácticas que compensaban las oportunidades que las personas no tuvieron en su niñez para orientarla bajo el concepto de educación a lo largo de la vida, ampliada, porque no la limita a acciones del ámbito formal sino la impulsa a que se construya en todos los espacios y momentos de vida de las personas.
Garantizar el acceso a la educación a las personas jóvenes y adultas con mayores desventajas y necesidades, acentúa la responsabilidad social y política de construir y ofrecer alternativas educativas adecuadas a las demandas y necesidades de la población. El enfoque es claro y va en la dirección correcta, no hay posibilidades de avanzar en la educación a lo largo de la vida sin ofertas educativas que lo permitan, sin embargo, falta una visión complementaria acerca de los aprendizaje como logro esencial para las personas, en este sentido la pertinencia y calidad de la oferta es una condición fundamental que debiera incluirse en el documento.
¿Qué sucede al vincular las metas con los indicadores y el nivel de logro asociado?
garantizar el acceso a la educación a las personas jóvenes y adultas con mayores desventajas y necesidades, remite a dos indicadores: porcentaje de población alfabetizada y porcentaje de jóvenes y adultos recién alfabetizados que continúan estudiando, de esta manera, en los indicadores la meta se focaliza y restringe sólo a niveles iniciales.
situar la tasa de alfabetización en la región por encima del 95% antes del 2015, constituye el nivel de logro asociado a este indicador. Como es sabido la construcción de indicadores de alfabetización, es un desafío complejo y necesario, no existen puntos de vistas y concepciones comunes que permitan definir de manera unívoca aspectos claves que son base para el levantamiento, medición y organización de indicadores de alfabetismo. La pregunta censal, que sirve para levantar las estadísticas, habitualmente formulada como ¿Usted lee y escribe?, lleva a una respuesta de sí o no, este planteamiento dicotómico y sesgado por la autopercepción de quien contesta, ha sido ampliamente discutido dando paso a una concepción de la alfabetismo como un continuum de habilidades que se miden desde un enfoque de competencias, verificando el aprendizaje alcanzado por las personas en relación a situaciones posibles de encontrar en los contextos de vida.
porcentaje de personas recientemente alfabetizadas que continúan estudiando, es otro de los indicadores asociado a la meta. Construir este indicador, supone no sólo un nuevo enfoque de los programas de alfabetización que superen la visión de campaña o de acciones mediáticas y restringida a unos meses de ejecución, sino también contar con sistemas de registro y monitoreo de la información que hagan posible verificar su logro, habrá también que establecer con claridad cuántos grados de escolaridad serán considerados equivalentes a educación básica. A su vez, transitar desde una visión de campaña de alfabetización hacia la adquisición de escolaridad básica, supone contar con procedimientos de evaluación y certificación de los aprendizajes alcanzados.
porcentaje de jóvenes y adultos que participan de programas de formación y capacitación continua, es el indicador asociado a la meta específica “incrementar la participación de los jóvenes y adultos en programas de formación continua presenciales y a distancia”. La diversidad de ofertas educativas es un rasgo propio de la educación de adultos, diversidad que refleja la propia heterogeneidad de las poblaciones que participan. Los programas de formación y capacitación, además de incluir programas formales y no formales que conducen a certificación de estudios y/o al reconocimiento de competencias en el ámbito laboral, incluyen programas que suelen enmarcarse en una concepción de educación popular y que habitualmente tienen objetivos ligados a procesos de participación social, a capacitación en oficios y/o desarrollo sobre algún tema significativo para la vida de las personas adultas. Todos ellos conforman un conjunto de iniciativas que forman parte de la educación de adultos, al momento de construir indicadores de logro será necesario caracterizarlos y detallar acciones que permitan darle seguimiento y valoración de los aprendizajes alcanzados por las personas.
Finalmente, es importante señalar que el Programa de Alfabetización y Educación Básica de personas jóvenes y adultas (PIA) impulsado desde el 2007 por la OEI y la SEGIB en la región iberoamericana, constituye un poderoso punto de partida para alcanzar las Metas para el Bicentenario.
Por María Eugenia Letelier G.