La Felicidad Esquiva: El Plan de Desarrollo de Bogotá Sin Enfoque de Derechos
Antonio Madariaga Reales Director Ejecutivo Corporación Viva la Ciudadanía
Uno de los momentos más peligrosos en las sociedades es cuando alguien decide que sabe lo que es mejor para todos. El utilitarismo de Bentham que pareciera en principio iluminar el Anteproyecto del Plan de Desarrollo entregado por la administración distrital al Consejo Distrital de Planeación queda bastante recortado cuando más allá de las generalidades iniciales uno se adentra en las 365 páginas y descubre con asombro que la persona que se presentó a sí misma como la más preparada para gobernar Bogotá, quien de hecho ha aspirado más veces a la Alcaldía Mayor, presenta un Plan de Desarrollo plagado de generalidades, con ausencia de enfoque de derechos y técnicamente deficiente.
La primera gran deficiencia técnica es la ausencia de un diagnóstico general consolidado que ofrezca un panorama de Bogotá; que sirva para identificar sus condiciones, avances, problemas y necesidades, y por tanto lograr la definición de un punto de partida que sirva para orientar el accionar de la Administración Distrital y la ciudadanía. No es posible planear en conjunto, sobre la base del desconocimiento de la ciudad. Se nos podrá decir que se ubica en la estructura de los programas con el propósito de identificar las problemáticas asociadas y facilitar la evaluación y cumplimiento de objetivos, estrategias y programas y contextualizar las problemáticas y realidades asociadas a ellos, pero su agregado no lleva a la comprensión de la ciudad en su conjunto, lo que es imprescindible en una megalópolis como Bogotá.
Si no tenemos un punto de partida, en términos diagnósticos lo que es una gran deficiencia, el hecho que el Plan no contenga la distribución presupuestal y el Plan Plurianual de Inversiones hace imposible evaluarlo. Esto además de ser irrespetuoso con el Consejo Distrital de Planeación, vuelve inane e inocua su tarea porque las prioridades no pueden ser establecidas y la correspondencia presupuestal con esas prioridades es fundamental para establecer indicadores tanto de gestión como de resultados.
Sin línea de base ni presupuesto, el Plan no arranca bien, pero empeora cuando se trata de identificar el tema de los derechos en general y el derecho a la participación en particular. En efecto, aunque se nombra que las principales apuestas y propuestas del Plan de Desarrollo Bogotá Mejor para Todos, giran alrededor de la formación de la ciudadanía, el fortalecimiento de los liderazgos de la ciudad y la modernización de la participación y a que existe un pilar denominado Democracia Urbana, este no se refiere a la participación y no existe en el plan un apartado específico destinado a desarrollar el tema. Quedan entonces sin responder interrogantes, alrededor del modelo de participación propuesto: ¿es un modelo estado-céntrico o poli-céntrico? ¿Privilegia la participación individual o colectiva? ¿Privilegia el acceso a la información, pero sin capacidad de decisión e incidencia? ¿Presenta a un gobierno abierto a la ciudad, pero sin la construcción de acuerdos? ¿Concibe la participación de manera instrumental o como proceso social complejo?
En lo que hace al enfoque de derechos el proyecto de plan no sigue los lineamientos de la Política Pública de DD.HH y hace oídos sordos al llamado de la Consejería Presidencial de Derechos Humanos para que los Planes de Desarrollo sean un instrumento para generar procesos de inclusión y con la finalidad principal de lograr el mejoramiento físico, social, emocional, económico, político, ambiental y cultural de las condiciones de vida de todas las personas a partir del Goce Efectivo de los Derechos Humanos,(GED), sin distinción de nacionalidad, lugar de residencia, sexo, género, etnia, creencia, lengua, es decir desde un contexto de igualdad y no discriminación, participación e inclusión que se aplique a todos y todas las ciudadanas. El Plan carece de un apartado en donde el Enfoque Basado en Derechos Humanos (EBDH) sea un hecho para la ciudad y se garantice su promoción y protección. Es obligatorio incluirlo para dar cumplimiento a lo dispuesto en el Articulo 123 del Plan Nacional de Desarrollo1.
Tres importantes faltantes adicionales identificamos en el Anteproyecto de Plan. El primero es su ubicación con respecto a la negociación de la Habana. El Plan en ningún momento se siente interpelado por los acuerdos de la Habana lo que acompañado de la ausencia de referencias a lo rural ofrece una extraordinaria paradoja. El tamaño y la importancia de lo rural en la ciudad de Bogotá, la afectación que el conflicto armado ha tenido en localidades como Sumapaz o Ciudad Bolívar para mencionar algunas, la condición de ciudad receptora de víctimas de desplazamiento forzado y otras formas de victimización, el papel que podría jugar un ejercicio de verdad y memoria en Bogotá o una política nacional de retornos y reubicaciones, apenas merecen unas cuantas palabras en el plan, cuya consideración de “lo urbano “está sobre todo referida a la infraestructura física y recreacional y a una noción de espacio público sin personas.
El segundo se refiere al enfoque diferencial y de género. Ni el género, ni las mujeres, ni la diversidad sexual, ni el hecho que Bogotá sea un crisol multicultural y pluriétnico le dicen algo al Plan. La homogenización resultante de considerar la existencia ciudadana como la de consumidores de bienes y servicios, transeúntes por los “espacios públicos” llámense parques, alamedas o andenes que según sus competencias pueden alcanzar la felicidad, es incompatible con un enfoque diferencial y de género y peor aún con una política de carácter afirmativa en lógica de derechos a poblaciones vulnerables, como los habitantes de la calle o los recicladores protegidos por la Corte Constitucional.
El tercer aspecto de los faltantes que destacamos se refiere a que en el anteproyecto del Plan de Desarrollo Bogotá Mejor para Todos solamente se menciona el Presupuesto Participativo en el gráfico 22 de la página 350 para señalar que es uno de los espacios de participación con mayor porcentaje de desconocimiento. No existe como consecuencia de ello una estrategia, iniciativa o programa para fortalecer el ejercicio de Presupuestación Participativa. Lo anterior significaría echar por la borda un esfuerzo que con limitaciones deja un saldo positivo para la ciudad y para el empoderamiento ciudadano.
Finalmente es motivo de gran preocupación la noción de seguridad presente en el Plan pero además la “argumentación” del nuevo secretario de seguridad sobre esa comprensión. La utilización de organizaciones civiles o para-estatales, terminan generando más problemas de violencia al interior de las ciudades, como sucedió con el tristemente célebre Departamento de Seguridad y Control de Envigado, controlado por la mafia y autor de innumerables crímenes. De la misma manera el Distrito tiene un protocolo para la garantía de la protesta social pacífica que es modelo a nivel nacional y que recoge las mejores prácticas del continente y que debe ser implementado y evaluado a posteriori y no estigmatizado.
La administración distrital tiene la oportunidad de mejorar significativamente el Plan de Desarrollo Distrital antes de presentarlo al Concejo de la ciudad para su estudio y aprobación. Ha desperdiciado un muy importante escenario, el del Consejo Territorial de Planeación, pero aún tiene la posibilidad de recoger críticas e iniciativas que hagan del Plan de desarrollo una verdadera ruta hacia la felicidad entendida esta como el pleno disfrute de los derechos, del derecho a la ciudad y de Bogotá la ciudad de los derechos. ¡Que no triunfe la arrogancia!.
Coda: Superado uno de los grandes obstáculos para la negociación con el ELN, a partir de la liberación del ingeniero Cabrales sometido a la crueldad de un cautiverio de casi siete meses por motivos económicos, esperamos que se den pasos en el ELN y el gobierno para retomar los contactos y proceder a la pronta iniciación de la fase pública de la negociación.
1 Derechos Humanos y prevención del reclutamiento, utilización y violencia sexual contra niños, niñas y adolescentes por grupos armados al margen de la ley y por grupos de delincuencia organizada. La Consejería Presidencial para los Derechos Humanos o quien haga sus veces, articulará, coordinará y supervisará la implementación de la Política Integral de Derechos Humanos de acuerdo con la “Estrategia Nacional para la Garantía de los Derechos Humanos 2014-2034”. Dicha política se implementará a nivel nacional y territorial, e incorporará el Enfoque Basado en Derechos Humanos (EBDH) como herramienta esencial para el diseño, formulación, implementación, evaluación, ajuste y rendición de cuentas de todas las políticas públicas. Las entidades territoriales podrán incluir en sus planes de desarrollo las estrategias, metas y objetivos que permitan la realización del EBDH.